Abróchense los cinturones, porque este paseo se está poniendo cada vez más interesante. La semana pasada el Índice Promedio Industrial Dow Jones cayó más de 1,000 puntos, consiguiendo su peor desempeño semanal en cuatro años. La venta masiva llevó al Dow Jones a más de 10% por debajo de sus valuaciones más altas, constituyendo así la primera corrección oficial en cuatro años. Un tercio de las compañías S&P 500, ya están en territorio del mercado bajista, habiendo declinado más del 20% de sus máximos. Más aterrador aun, es que la venta se intensificó hacia el cierre de la semana, con el Dow perdiendo 530 puntos el viernes, después de caer 350 puntos el jueves.
La semana que inicia es aún peor, con el Dow cayendo casi 1.100 puntos antes de cortar sus pérdidas significativamente. Sin embargo, nadie debería esperar que esta venta termine. La corrección pronto podría transformarse en un mercado bajista completamente desarrollado si la Reserva Federal tiene éxito en sus supuestas intenciones de elevar las tasas de interés este año. Pero no nos hagamos ilusiones, mientras la mayoría de los observadores de mercado están prestos para culpar a China de la venta, la realidad es que este mercado fue traído a la vida por la Reserva Federal, y la Reserva Federal es la única fuerza que lo mantendrá vivo.
El Dow ha superado los mínimos de octubre del 2014, cuando los temores de la vida sin flexibilización cuantitativa (QE por sus siglas en inglés) y las tasas de interés de cero por ciento habían ocasionado que los mercados retrocedieran alrededor del 5%. En aquel entonces, cuando el temor del mercado comenzó a propagarse, James Bullard, Presidente de la Reserva Federal de St. Louis, emitió unas cuantas palabras asegurando a los mercados que la Reserva Federal estaba lista para reactivar los motores de la QE en caso de que la economía realmente necesitara una fresca dosis de estímulos. Para finales de año el Dow había subido 10%.
En medio de la carnicería de la semana pasada, el señor Bullard estaba ahí una vez más. Pero en lugar de lanzar al mercado un muy necesario salvavidas, le lanzó un ancla no deseada. Puntualizó que la economía era aun suficientemente fuerte para garantizar un aumento a las tasas en septiembre. Sin embargo, fue cuidadoso al señalar que la Reserva Federal todavía “depende de los datos” y, por lo tanto, basaría su decisión en información que será publicada durante las próximas tres semanas.
Como he estado diciendo por años, la Reserva Federal siempre ha sabido que la frágil economía creada a través de estímulos podría resultar incapaz de sobrevivir incluso al más marginal aumento en las tasas. Pero a fin de infundir confianza en los mercados, ha fingido que podría hacerlo. Wall Street ha jugado en gran medida a lo largo de la farsa, insistiendo en que los aumentos en las tasas estaban justificados por una economía aparentemente en fortalecimiento y que necesitaba restablecer la normalidad para los mercados financieros. Pero la recuperación que Wall Street había anticipado jamás llegó, y los comerciantes que anteriormente habían exigido que la Reserva Federal siguiera con el espectáculo, ahora han entrado en pánico al ver que el alza en las tasas está por ocurrir de frente a una economía en debilitamiento.
Piensen en el lugar en que nos encontramos. Las valoraciones de las acciones son extremadamente altas, los ingresos están cayendo y la economía claramente se está desacelerando. La continua marcha al alza en los precios de las acciones ha sido posible gracias a una ola de financiamiento y recompra de acciones baratas. Hay muy pocas razones para sospechar actualmente que los ingresos, ganancias, y precios de las acciones repentinamente mejorarán orgánicamente. Después de una de las más largas e ininterrumpidas carreras alcistas en la historia, los inversionistas bajistas han aprendido por la mala que no pueden luchar contra la Reserva Federal. Así que ¿por qué deberían esperar ganar ahora, que la Fed está tomando la postura de que está a punto de embarcarse en un ciclo de ajustes?
Si la Reserva Federal estuviera por hacer lo que pretende hacer (embarcarse en una campaña de ajustes que llevara a las tasas a alrededor del 2.0% en 18 meses), y en el proceso ignora la carnicería en Wall Street, creo que veríamos una consistente liquidación en la que se renunciaría a la mayoría de los logros alcanzados desde 2009. Después de todo, ¿cuántos de esos logros provinieron de mejoras de buena fe en la economía? Todo fue sobre los pilares gemelos de la Flexibilización Cuantitativa y las tasas de cero por ciento. La Fed ya ha removido uno de los pilares, y no es ningún accidente que los mercados no hayan ganado ningún terreno en absoluto en los ocho meses desde que el programa de QE fue oficialmente reducido.
El oro se está recuperando de cara a la crisis y ha regresado rápidamente a $1.160, subiendo alrededor de $80 en sólo dos semanas
Dado que el mercado considera un mundo sin el segundo pilar, se podría asegurar una caída libre. Ahora que hemos superado los mínimos de octubre del 2014, hay muy poco apoyo técnico que debería entrar en juego. Una caída libre en los mercados podría ser una amenaza existencial a la ya de por sí, débil economía. Debería quedar claro que la Fed, controlada por Janet Yellen, no querría arriesgarse a tal escenario. Es por esto que creo que, si la fuerte venta masiva en los mercados continúa, obtendremos una clara señal de que el alza en las tasas está fuera de lugar.
Pero si una interrupción temporal en la retórica del alza en las tasas no es suficiente para detener la marea, puede ser necesario un repudio más definitivo. Tal aceptación finalmente debería abrir algunos ojos en Wall Street sobre la verdadera naturaleza de la economía y el fortalecimiento injustificado del dólar. Esto podría estar sucediendo ya. El índice del dólar cerró en 95 el viernes… debajo de un máximo de 98 de dos semanas previas. El lunes, el índice superó el nivel de soporte de 93,5 y cayó más de 3% en sólo un día, hasta un mínimo intradiario de 92,6. ¿Quién sabe dónde se detendrá ahora?
[adrotate group=”8″]
El oro se está recuperando de cara a la crisis y ha regresado rápidamente a $1.160, subiendo alrededor de $80 en sólo dos semanas. El rebote en el oro debe estar causando extrema angustia en Wall Street. Hace sólo dos semanas, en medio de la convicción ampliada de que el oro caería por debajo de $1.000, fue revelado que los fondos de cobertura, por primera vez, mantuvieron posiciones cortas netas en oro. Esas operaciones no están funcionando. Con las principales divisas y el oro ahora fortaleciéndose contra el dólar, el dólar ha tenido algún éxito contra rivales mucho menores, como el baht tailandés y el tenge kazajo. Pero estas victorias contra monedas mayormente ligadas a productos pueden ser las últimas batallas que el dólar gane por un tiempo, especialmente si Janet Yellen finalmente se sincera sobre la avenencia inherente de la Fed.
Algunos todavía se aferran a la creencia de que la Fed entregará un incremento en las tasas de uno o dos .25 puntos básicos antes de fin de año. Pero esto podría exponer a la Fed a una catástrofe mayor que si no hiciera absolutamente nada. Si realmente eleva las tasas, y la crisis en Wall Street se intensifica, debilitando aún más una economía ya en desaceleración, la Reserva Federal tendría que revertir el curso rápidamente y reducir de nuevo a cero. Esto pondría el desacierto y la impotencia de la Fed en un foco muy agudo. Desde su perspectiva cualquier cosa es mejor que eso. Si no hace nada, y la economía continúa desacelerándose, “requiriendo” en última instancia estímulos adicionales, al menos parecerá que su cautela estaba justificada.
Desafortunadamente para la Fed, no será capaz de salirse con la suya si sigue sin hacer nada por mucho más tiempo. Las circunstancias podrían forzarla pronto a mostrar las manos. Entonces, tal vez algunos puedan darse cuenta de que la Reserva Federal no tiene absolutamente nada y que ha estado fanfarroneando todo el tiempo.