Fueron 1.235 días con sus noches las que pasó Leopoldo López en prisión. Tres años, cuatro meses y 19 días, contando el 29 de febrero de 2016 (año bisiesto), los diez días que mediaron entre el 18 de febrero de 2014 (cuando se entregó a las autoridades) y los siete días de julio de 2017, hasta que el Tribunal Supremo de Justicia, el mismo que preside el muy cuestionado Maikel Moreno, decidió darle el beneficio de “casa por cárcel” del que tanto se había hablado.
Y aunque en Venezuela hay una alegría natural para miles de venezolanos porque López –víctima de uno de los procesos judiciales más injustos que se recuerden en la historia del país– está nuevamente con su familia, nunca puede uno dejar de preguntarse, con un régimen como el de Nicolás Maduro, por qué. Y más que por qué, incluso, por qué en este momento.
Aunque la información está demasiado fresca, aquí van unos apuntes, sobre un modelo de escenarios, sobre qué puede estar pasando en el agonizante régimen chavista para que se haya tomado una decisión de esta naturaleza.
Los escenarios están planteados desde los más simples hasta los más retorcidos, sin que esto signifique, como en el caso de la navaja de Ockham, que, en igualdad de condiciones, la teoría más simple sea la más factible. Tampoco que las teorías se contradigan entre sí: muy probablemente se complementan.
¿Qué enredo, verdad? Allá vamos.
Escenario 1: Maduro está aceptando una negociación de bona fide
No se rían todavía.
Sin duda, y según están afirmando todos los analistas políticos de Venezuela, la liberación de Leopoldo López es un producto de la labor de dos años, paciente –y a menudo denostada–, de José Luis Rodríguez Zapatero, quien, tras un arduo proceso, convenció a López de irse a su casa (recuerden que muchas veces afirmó, u ordenó, que afirmaran en su nombre, que él sería “el último preso político en ser liberado”) y al tiempo, convenció a Maduro de liberarlo, y de que aceptara negociar cierto retorno a la normalidad en el país, en línea con las exigencias hechas por la mediación del Vaticano –y recordadas por este recientemente–: libertad de los presos políticos, retorno de las competencias de la Asamblea Nacional, apertura de un canal humanitario y elecciones justas y competitivas.
Nadie puede dudar de que el gobierno venezolano está bajo una presión extrema, sobre todo internacional, que se ha agravado en la última semana. Tampoco cabe duda de que liberar a Leopoldo representa un beneficio gigantesco en términos de relaciones públicas de cara al exterior, mientras en lo político –en tanto y en cuanto López no salga en libertad plena– tiene un costo bajo. Digamos que Maduro estaría haciendo lo mínimo indispensable para mantener un canal abierto con los negociadores y los interlocutores.
Esta teoría podría reforzarse si en las próximas horas, y como se especula en esta mañana en Caracas, se concretan las liberaciones de Yon Goicoechea y los 14 policías de Chacao que están presos en el Sebin, la infame policía política del régimen de Maduro, y que además tienen boleta de excarcelación por parte de los tribunales.
Maduro puede estar tentado a dejar el poder si no hay consecuencias. Es un bon vivant. No se le conocen obcecaciones. Y tiene cómo negociar. Esto es algo que no se puede decir de nadie más (o de casi nadie, con excepción de Vladimir Padrino López) dentro del régimen.
Escenario 2: es una ficha en la lucha interna del “chavismo”
El miércoles, a pocas horas del sangriento asalto a la Asamblea Nacional, en Panam Post nos planteábamos una pregunta de rigor: si Maduro condenó el ataque mientras se estaba produciendo, ¿por qué fueron más de seis horas las que se tardaron las autoridades de la Guardia Nacional en permitir la salida de los diputados? ¿Puede ser llamado presidente de un país un hombre que no logra algo tan sencillo como parar un ataque de 200 desadaptados a un Parlamento? ¿Sabía Maduro lo que estaba sucediendo? ¿Lo había autorizado?
A juzgar por esta liberación, la respuesta, al menos a las últimas dos preguntas, es “No”. Y la respuesta de Maduro a una jugada de Tareck El Aissami y, sobre todo, de Diosdado Cabello para desprestigiarlo y obligarlo a radicalizarse (no olvidemos que fundamentalmente López es un preso de Diosdado Cabello), es, a través de Maikel Moreno (ficha del presidente, y más aún, de la primera dama Cilia Flores) liberar a su preso emblemático. Es decir, la pelea a lo interno del chavismo, como se asomaba en ese artículo, es dura y a cuchillo: y no está mejorando, sino todo lo contrario.
Este miércoles, a horas del asalto a la Asamblea, Cabello decía –reiteraba, en realidad, porque lo dice en todos y cada uno de sus programas–, que “Leopoldo está tranquilito, lo tenemos guardado en Ramo Verde, y de allá no va a salir más nunca”. ¿Qué puede estar pensando hoy este energúmeno de la política venezolana, que en mala hora adquirió un poder que jamás mereció?
El régimen está débil; la pelea interna lo debilita más. La presión internacional es brutal… Desde España se rumora que este país podría ofrecer una residencia a Maduro, a cambio de que abandone el gobierno. Esto es, un salvoconducto; Maduro da una señal que desautoriza a los radicales. ¿Qué se juega en este momento en Venezuela que no sabemos?
Escenario 3: ¿es López el “Mandela venezolano”?
De la liberación de López destaca el comentario de uno de sus abogados españoles, Javier Cremades, quien señaló que aunque el preso político continúa confinado, ahora en su casa, “podrá tener actividad política”, es decir, recibir gente y formular declaraciones. Aunque cuesta creerlo (a ningún preso político venezolano, ni siquiera los desconocidos, se le han otorgado tales concesiones). Si esto fuera cierto (que, insisto, lo dudo), marcaría un golpe gigantesco para Maduro.
En tiempos de telepolítica, un Leopoldo López activo, enviando tres o cuatro mensajes diarios por Periscope, comentando el país todos los días, recibiendo gente, sería tan demoledor para Maduro (o casi) como si estuviera en las calles dando mítines. Leopoldo López es, con Henrique Capriles, el político mejor valorado del país. Para más, sus tres años largos de cárcel le dan una pátina que ningún otro líder tiene en Venezuela.
En 1990, tras 27 años de presidio, Nelson Mandela salía de la cárcel –donde ya estaba en condiciones muy ventajosas–, ya no era la “isla Robben”, y con Frederick De Klerk comenzaba la transición hacia una Sudáfrica democrática, donde cada hombre valía un voto, y donde negros y blancos tenían iguales derechos y deberes.
¿Es esto factible? ¿Es López un Mandela? Aún más difícil, ¿es Maduro comparable en lo más mínimo a De Klerk? Seguramente no. ¿Hay una transición en marcha? Eso es más difícil de responder en este momento. La prueba de que Maduro quiere un retorno a la normalidad sería devolver las competencias a la Asamblea Nacional y retirar la propuesta de una Constituyente, y en este momento es impensable. Pero los acontecimientos se precipitan. Lo más seguro es que quién sabe.
Escenario 4: “ya se vendió”
El que López se haya mostrado siempre tan firme en sus convicciones (primero se entregó, ha pasado tres años en condiciones durísimas, siempre ha dicho que sería “el último preso en salir”), se convierte, en este momento e irónicamente, en un hándicap.
En un país en el que una parte de la oposición (a la que algunos llaman “la oposición de la oposición”) ve permanentemente un motivo de sospecha, y atribuye al chavismo dotes no solo de ajedrecista, sino de Gran Maestro (siempre piensa que Maduro, o el G2, o los cubanos, ven 16 jugadas delante de la oposición), el que se libere al líder de esta tiene, forzosamente, que traer aparejada una negociación. “Negociación” que se ha convertido, per se, en una mala palabra.
¿Pudo haber negociado algo Leopoldo López? ¿Qué puede ser esto? ¿Va a salir Leopoldo López a hacer campaña a favor de Maduro o la Constituyente?
Por supuesto que esto no es viable, está en contra de toda la historia de este dirigente y mucho más allá, si lo hiciera, los sólidos 50 puntos de confianza que tiene en las encuestas caerían a cero en dos semanas. Su primer comunicado tras salir de prisión (leído por Freddy Guevara) lo desmiente de medio a medio.
Por el momento, los principales dirigentes de su partido ya han señalado que la lucha de calle sigue, y que esto no es una muestra de fuerza de Maduro, sino una de gigantesca debilidad.
Otra cosa sería lo que podría hacer el “efecto Leopoldo” en una Mesa de la Unidad Democrática ya bastante dividida y en la que este podría llegar a reclamar un dominio. Quizás esto sí sea un anhelo del chavismo, y muy particularmente, de Maduro. ¿Sucederá? Tal vez.
A guisa de conclusión
Creo que de todo este largo análisis se puede sacar un puñado de conclusiones fundamentales:
- El régimen de Maduro sigue extremadamente débil. Esta liberación no lo fortalece, sino lo contrario.
- ¿Puede la liberación de Leopoldo López desmovilizar a la oposición? En este momento no lo parece.
- ¿Es el comienzo de un intento serio de Nicolás Maduro de negociar una salida y dejar colgados de la brocha a sus radicales, los que no tendrían nada más que negociar si la prisión es federal o estatal en Estados Unidos, o en una cárcel venezolana? Quizás, aunque si es así, lo que está entregando es relativamente poco.
- ¿Hay presiones internacionales brutales contra Maduro? ¿Es esta liberación un (tibio) intento de respuesta a estas presiones? Sin ninguna duda…
En los próximos días, algunas de estas preguntas podrían tener respuesta.
Esperemos.