EnglishLa economía brasileña entrará en 2015 en una etapa de corrección y ajuste que, según el Gobierno de la reelecta Dilma Rousseff, no tendrá impacto en los salarios reales —estos crecerían entre 2016 y 2019, señaló el ministro de Planificación del Ejecutivo entrante, Nelson Barbosa.
Barbosa explicó que los ajustes “son necesarios para recuperar el crecimiento y la credibilidad” de la economía brasileña, la más grande de Latinoamérica, “a pesar de los impactos restrictivos que tendrán en el corto plazo”.
Entre las medidas que serán tomadas de inmediato se encuentran una modificación en la fórmula para el cálculo del salario mínimo; de la tasa de interés a largo plazo, que subirá de 5% a 5,5%; nuevas condiciones para los préstamos entregados por el estatal Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) y “correcciones de excesos y distorsiones” del seguro de desempleo y otras políticas estatales.
Sobre el cambio de la fórmula de cálculo del salario mínimo, Barbosa indicó que “será anunciado en el momento oportuno”. El martes 30, Rousseff anunció que el salario mínimo para 2015 sería de R$788 (US$291).
El ministro indicó que las medidas de ajuste, que “no son un fin en sí mismo”, permitirán a la economía salir de siete años de bajo crecimiento, que se iniciaron en 2008. Afirmó que el Gobierno espera un “crecimiento importante”, en 2016, y que buscará retomar ahorros fiscales que abandonó hace siete años para iniciar una política de endeudamiento progresivo del Estado.
En el segundo trimestre del año pasado, la economía brasileña entró formalmente en recesión, con una contracción de 0,6%, luego de caer 0,2% en el primer trimestre. El país no decrecía durante dos trimestres consecutivos desde 2009, cuando se inició la crisis global producto de las quiebras de bancos y fondos de inversión en Estados Unidos.
En el tercer trimestre (último para el que hay estadísticas oficiales), el Producto Interno Bruto brasileño subió un magro 0,1%, con lo que el país, al menos técnicamente, salió de la recesión. La estimación del propio Gobierno es de 0,8% de crecimiento; la de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), publicada en junio, era de 1,4 % de crecimiento para el país durante el año.
Toma de posesión con poca convocatoria
Barbosa, quien asumió como ministro de Planificación el lunes, es uno de los últimos funcionarios en ser juramentados en su cargo, luego de la reestructuración hecha por Rousseff en su gabinete de 39 ministros, con énfasis en los del área económica, pues los pobres resultados de su primera gestión casi le cuestan la reelección en los reñidos comicios celebrados en noviembre.
El último ministro en ser juramentado por Rousseff fue Mauro Vieira, hasta hoy embajador en Estados Unidos, lo que muestra, según analistas, la importancia que la presidenta le da a las relaciones con el país norteamericano.
Uno de los retos más difíciles para Rousseff fue conciliar los intereses entre los nueve partidos que integraron la coalición que ganó las elecciones en noviembre, señalaron analistas, que destacaron el incremento de cargos para los movimientos políticos aliados al Partido de los Trabajadores (PT) en detrimento de este último.
Según estimaciones extraoficiales, el público que asistió a la segunda toma de posesión de Rousseff (unas 15.000 personas) fue la mitad del que acudió a la convocatoria para su primer mandato, aunque la expectativa del Gobierno era que unas 100 mil personas se presentasen ante las puertas del Congreso, en Brasilia.
Al igual que lo hizo Barbosa, en su toma de posesión la mandataria brasileña anunció un “programa de ajustes con bajos sacrificios para los más pobres”, pero igualmente indicó que “la economía brasileña necesita volver a crecer, lo que pasa por un ajuste fiscal y un aumento del ahorro público, pero eso se hará con el menor sacrificio posible para la población”.
La mandataria brasileña anunció un “programa de ajustes con bajos sacrificios para los más pobres”
La presidenta destacó que su gestión “logró sacar a 36 millones de personas de la pobreza extrema”, señalando que la misma “ha sido superada” en Brasil.
Al frente de las reformas del segundo mandato de Rousseff se encuentra Joaquim Levy. El nuevo ministro de Hacienda proviene de Bradesco, el segundo banco más grande de Brasil, sin participación en el primer Gobierno de Rousseff, y ha despertado las iras del sector más a la izquierda del PT, que ve con malos ojos su pretensión de lograr equilibrio fiscal y ahorro del Estado, a diferencia de su antecesor, António Palocci, médico y proveniente del mundo sindical.
A la toma de posesión de la mandataria brasileña asistieron 12 presidentes latinoamericanos, entre ellos el de Uruguay, José Mujica; el de Venezuela, Nicolás Maduro; y el de Bolivia, Evo Morales, entre otros.
Estados Unidos delegó en su vicepresidente Joe Biden la representación del país en la toma de posesión, aunque la designación de Vieira al frente de la cancillería brasileña demuestra, indicaron analistas, la voluntad de dejar atrás el escándalo de espionaje develado por Edward Snowden, que causó un breve congelamiento en las relaciones entre los dos países con economías más grandes en el continente.
En la toma de posesión de Rousseff se produjo un breve encuentro entre el vicepresidente de Estados Unidos y el presidente venezolano, calificado por este último de “cordial”, y en el cual, según Maduro, “pedí respeto para Venezuela”.
Las relaciones entre la llamada “revolución bolivariana” y Estados Unidos, siempre tensas, se encuentran a punto de romperse desde que, en diciembre, el presidente estadounidense, Barack Obama, firmara una Ley bicameral que establece sanciones a los presuntos culpables de violaciones a los derechos humanos en el país suramericano, durante las protestas estudiantiles que se desarrollaron en Venezuela entre marzo y julio, que causaron 48 muertes y por las cuales hay más de un centenar de activistas políticos presos, entre los cuales el más conocido es el dirigente de Voluntad Popular y exalcalde del municipio caraqueño de Chacao, Leopoldo López.
Rousseff venció en noviembre con 51% de los votos, en segunda vuelta, a Aécio Neves, del Partido Demócrata, garantizando un cuarto período consecutivo, de cuatro años, para el PT.
Analistas políticos, sin embargo, advierten sobre el “cansancio” de la población con las políticas del partido de izquierda, especialmente luego de escándalos de corrupción que tocaron a la estatal Petrobrás y del gasto, considerado dispendioso por la mayoría de la población, de la realización del Mundial de Fútbol 2014, lo que se consideraba sería la gran plataforma de Rousseff para ser reelecta.