A un año de su triunfo en las presidenciales en Argentina, Javier Milei ha cumplido muchas de sus promesas de campaña, incluido un plan de ajuste y un inédito desguace del Estado que no han dañado significativamente su popularidad, sino todo lo contrario.
Tras el cierre de los colegios electorales el 19 de noviembre de 2023, un rumor cada vez más fuerte comenzó a circular por los estudios de televisión, las sedes de campaña y las calles de toda Argentina: Javier Milei había arrasado en las elecciones y sería el nuevo presidente.
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“No hay lugar para el gradualismo, no hay lugar para la tibieza, no hay lugar para las medias tintas”, dijo aquella noche tras consagrarse con el 56 % de los votos, en un discurso en el que prometió que cumpliría “a rajatabla” con los compromisos que había asumido durante la campaña.
La ‘motosierra’ y la inflación
Entre sus promesas estaban llevar a cabo un achicamiento sin precedentes del Estado, una severa reforma laboral y tributaria y un cambio drástico en materia de política económica, incluido un plan de ‘shock’ con el principal objetivo de reducir la inflación.
El líder llegó a aquella elección no solo como un ‘outsider’ provocador y disruptivo, sino como el único que ofrecía a los argentinos un camino radical hacia la tan ansiada estabilidad económica.
Las políticas de ajuste de Milei han desencadenado una desaceleración en la inflación que registra incrementos menores al 5 % mensual desde mayo, algo que no sucedía desde hace años.
Su capacidad para moldear la definición de esa “casta” durante estos 11 meses de gobierno le han permitido seguir presentándose la única alternativa viable y así mantener sus niveles de popularidad, que se ubican en torno al 50 %.
Con información de EFE