El aumento de la desaprobación del presidente izquierdista de Chile, Gabriel Boric, rebasó cualquier pronóstico. La última encuesta arroja que 53 % de la población rechaza su gestión. Con el número creciendo semana a semana, el mandatario apela al apoyo ideológico y mediático del partido español Podemos para intentar frenar su estrepitosa caída.
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En una visita exprés, Pablo Iglesias, el exvicepresidente segundo del Gobierno español y cofundador de Podemos, aterrizó en Santiago hace una semana para vociferar en una entrevista en CNN que “en Chile hay un gobierno que a lo mejor comete errores, pero nunca se va a equivocar respecto de cuál es el rumbo a tomar y el objetivo al que se dirige. Todos podemos cometer errores, la clave es no confundirte a la hora de tener claro hacia dónde vas y tener claro a quién estás representando y a quién estás defendiendo”.
Iglesias intentó calar hondo. Dijo que «hace falta que la izquierda se movilice, que reaccione, que dé una batalla en la calle, incluso cuando sus posiciones están representadas en el gobierno, asumiendo que la dinámica de lucha ideológica va más allá de las instituciones», dichos que resultaron una suerte de «abrazo del oso» a Boric.
#ÚltimaMirada | Pablo Iglesias: "Ustedes están viendo la jubilación de la Constitución de Pinochet a partir de una voluntad social de refundación del país. Desde fuera, es hermoso. Todo el mundo estamos mirando a Chile"
Conduce: Fernando Paulsen – https://t.co/Ox6C5EP8EW pic.twitter.com/I4tZX0JJ4m
— CNN Chile (@CNNChile) April 15, 2022
Un aliento clave
El arribo de Iglesias es una dosis de oxígeno que extiende el que dejó su pareja y ministra de Igualdad española, Irene Montero, cuando asistió a la toma de posesión de Boric, a un encuentro feminista con la alcaldesa comunista de Santiago, Irací Hassler, y a una reunión con María Elisa Quinteros, presidente de la Convención Constitucional, junto a la ministra española de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, también militante de Podemos.
El mandatario repite la fórmula diplomática del expresidente socialista Salvador Allende, quien recibió a Fidel Castro en su primer viaje a Latinoamérica como una muestra de apoyo a su gobierno. Pero aquella estadía de 10 días que se extendió por 24 no apagó las polémicas ocasionadas por el rechazo de la oposición a la nacionalización de la Compañía Papelera, ni los enfrentamientos violentos entre estudiantes, ni la “marcha de las cacerolas vacías” ante el creciente desabastecimiento.
La diferencia es que Castro prolongó su influencia hasta después de su partida, tras ordenar abrir una embajada cubana en Santiago a Luis Fernández Oña, oficial de la Dirección General de Inteligencia (DGI), quien asumió como encargado de negocios para tener un enclave político.
Una pésima estrategia
Ahora, la solución de Gabriel Boric para enfrentar su descalabro podría complicarlo aún más. Si bien situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas, esta vez, recurrir a la máxima de la filosofía económica tendrá altos costos en su débil liderazgo porque Podemos está en medio de investigaciones judiciales por presunto financiamiento irregular por parte del chavismo.
Según declaraciones del exjefe de Inteligencia de Miraflores, Hugo el ‘Pollo’ Carvajal, ante el juez de la Audiencia Nacional española, Manuel García-Castellón, las transacciones de la tolda de Iglesias con Caracas rondan los de 6,7 millones de dólares.
Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero y Jorge Verstrynge, las tres cabezas de Podemos, aparecen en el documento reseñados como «aliados naturales de la revolución bolivariana». Además, un informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional revela “maquillaje contable” en los negocios de la consultora Neurona vinculada al partido.
La empresa, que es una sociedad de consultoría política activa en países socialistas como Bolivia, Venezuela, Ecuador y México, está acusada de enriquecimiento privado no justificado, delincuencia organizada y asociación ilícita en Ecuador por el contrato de 20 millones de dólares que suscribió con el delfín de Rafael Correa, Andrés Arauz.
La lista de problemas de Podemos es larga. Hasta incluye el “caso niñera” por la supuesta utilización de una trabajadora de la tolda morada para el cuidado de una hija de la ministra de Igualdad, Irene Montero, pareja de Iglesias.
Conveniencia mutua
El endeble Gobierno de Gabriel Boric «necesita el apoyo ideológico de todo el que esté dispuesto a dárselo. Podemos es claramente una de sus principales plataformas», asegura el académico Fernando Wilson en entrevista con El Líbero.
Ambas fuerzas se necesitan en el presente. Las dos nacen en las aulas de universidades de élite, comparten simpatías por las ideas de Gramsci, Mouffe, Schmitt, Laclau y Mazzucato.
Podemos y el Frente Amplio de Boric comparten además las luchas sociales: estudiantiles, feministas, ecologistas, LGTBIQ+. En el caso de la coalición del presidente del país austral, la meta es “tratar de vestirse con estos procesos españoles, porque en Chile no hay conciencia de la decadencia que estos procesos están teniendo en su país de origen. Hay una utilidad para ambos y de allí la visita de los españoles».
De ahí deriva la camaradería entre ellos. Boric visitó en 2016 a Iglesias en Madrid tras conseguir una reunión luego de comunicarse con sus equipos. Desde entonces lo admira, a pesar de que perdió las elecciones en mayo frente a Isabel Díaz Ayuso por la Comunidad de Madrid.
Los dos comparten la idea de que “toda la riqueza del país, sea cual fuere su titularidad, esté subordinada al interés general”. Podemos propone impuestos de 2 % a 3 % a las grandes fortunas, mientras Boric habla de un impuesto a súper ricos.