EnglishFrançaisSeñor Temir Porras:
Fue una verdadera sorpresa su reciente nombramiento como profesor en una de las universidades más prestigiosas y caras de París, Sciences Po. No nos malinterprete; es admirable que uno quiera compartir conocimiento y experiencia diplomática con los jóvenes. Pero es curioso que alguien que se autoproclama un verdadero “patriota venezolano“, prefiera enseñar en medio de las comodidades de la vie parisienne en lugar de la Revolución Bolivariana de Hugo Chávez.
Habiendo ocupado el cargo de viceministro en la cartera de Educación Superior, usted debe estar al tanto de la severa escasez de docentes universitarios en su querida Venezuela. Como usted, ellos abandonaron el país para buscar oportunidades laborales por las que no paguen apenas US$28, como es el caso para gran parte de profesores universitarios en Venezuela.
Usted se declara un patriota venezolano porque está dispuesto a “dar hasta la vida por la Patria” y defenderla del “imperialismo”. Y sin embargo, decide trabajar en una de las instituciones más elitistas de Europa, a cambio de un salario en euros, nada menos.
Usted desestima sin más las protestas de la oposición y los movimientos estudiantiles en Venezuela debido al estatus socioeconómico de estos, pero parece agradarle enseñar a estudiantes europeos provenientes de ese mismo grupo social. Si usted pelea por una sociedad igualitaria y revolucionaria, ¿cómo es que esos principios lo condujeron a una de las universidades más caras de Francia? ¿Por qué no enseña las bondades de la revolución en los barrios populares de Charallave? ¿No sería esa una verdadera educación revolucionaria?
Dado que sus estudiantes probablemente nunca viajaron a Venezuela y probablemente nunca lo hagan, usted tiene una excelente oportunidad de mostrarles por qué su país aparece constantemente en los titulares de la prensa internacional. Sus clases de asuntos latinoamericanos —y el rol de Hugo Chávez, por supuesto— serían mucho más interesantes si les contara acerca del verdadero legado de la Revolución Bolivariana.
Por ejemplo, usted resalta en su curriculum vitae que presidió el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes). Tal vez quiera explicar a sus estudiantes dónde fue a parar todo ese dinero, así al menos sabrían más del asunto que cualquier venezolano común.
Dado que las regalías de la producción petrolera administradas por el Bandes tiene como supuesto destino la inversión en proyectos de desarrollo “para la patria”, los ciudadanos venezolanos esperan conocer en detalle cómo serían gastados esos fondos. Después de todo, es su dinero, y en una democracia esto se llama rendición de cuentas.
El sitio web del Bandes apenas provee cifras y ningún detalle, por lo que haría bien en explicar el informe financiero para que sus estudiantes así no tengan dudas sobre los US$30.000 millones que se “perdieron” del fondo que usted afirma haber gestionado (ver aquí y aquí).
Cuando usted fue vicecanciller, otros US$40 millones se esfumaron del pabellón de Venezuela en la Expo Shaghai 2010. Inmediatamente culpó a los medios de inventar esto, pero la embajadora venezolana en China, Rocío Maneiro —una importante líder del chavismo— exigió que la Contraloría lo investigue a usted y su responsabilidad en la desaparición de dichos fondos.
Usted debe saber muy bien que no es ningún secreto la falta de transparencia en el régimen para el cual trabajó por más de una década. ¿Pero cómo podría llegar tal información al ciudadano común si la prensa venezolana es una de las menos libres del continente? Tal vez debería explicar también a sus estudiantes cómo el Gobierno chavista expandió su control sobre los medios y silenció a voces críticas.
Sus estudiantes tendrán bagajes culturales y visiones políticas divergentes, pero seguro sabrán identificar una democracia. Entenderán cuándo se protegen los derechos humanos y cuándo están siendo violados. Haga la prueba y cuénteles cuántos políticos venezolanos están bajo arresto y cuántos de estos resultan ser opositores al Gobierno venezolano.
El hecho de que el alcalde de Caracas Antonio Ledezma, un importante líder opositor, haya sido “prácticamente secuestrado” por policías no identificados —sin orden de arresto— dice mucho de la farsa democrática que reina en Venezuela. Más importante, dice mucho acerca de los ideales que usted defiende.
Por ello no resulta sorprendente que la Casa Blanca haya decido sancionar a altos funcionarios del Gobierno venezolano por violación de derechos humanos.
Podría usted desear que los seguidores del chavismo crean que Estados Unidos está aplicando sanciones al país entero, pero usted no es ningún inculto. Estudió en las mejores instituciones de Francia y sabe perfectamente que las sanciones afectan únicamente a dichos individuos, a sus bienes personales en el exterior —de dudosa procedencia— y a otros funcionarios chavistas que temen ser los próximos afectados (incluyéndolo a usted).
Si continúa escribiendo sobre el supuesto bombardeo aéreo liderado por EE.UU. sobre Caracas, le recordamos que según su Gobierno, difundir miedo y terror está prohibido por ley. ¿No es acaso esa la razón por la que el régimen mantiene a Leopoldo López preso ilegalmente desde hace ya más de un año?
Sin lugar a duda su clase debe estar repleta de estudiantes brillantes, con capacidad de pensamiento crítico. Uno se pregunta cómo reaccionarían si supieran que jóvenes como ellos hoy están presos por atreverse a criticar el Gobierno que usted defiende tan fervientemente.
En el pasado, usted afirmó orgullosamente que su esposa viene de una “estirpe de revolucionarios”, ya que su hermano fue arrestado y asesinado por la policía en los años 90. Pero en el siglo XXI, bajo su querido régimen, esto mismo continúa sucediendo.
Ya que aparentemente tiene un particular interés en las ejecuciones extrajudiciales, debería relatar a sus estudiantes las muertes de Bassil da Costa, Roberto Redman y Génesis Carmona. ¿O acaso eran ellos “sifrinos imbéciles“, como etiqueta a los movimientos estudiantiles en su blog personal? ¿Sería tan amable de explicar por qué el asesinato de su cuñado es más importante que los de hoy en día? ¿O son estos asesinatos, en contraste, inconvenientes para el relato revolucionario?
Usted afirma que Chávez fue lo mejor que le pudo haber pasado a Venezuela. Entonces vívalo. Vuelva a su Venezuela y encarne sus ideales, no desde el confort de la élite política, sino desde las barriadas populares de Caracas.
Experimente de primera mano la pobreza, inseguridad y miseria que los venezolanos sufren gracias al chavismo. Haga cola para comprar papel higiénico; viva con el verdadero salario de un profesor venezolano. Intente vivir normalmente sin guardaespaldas, y vea qué se siente temer por su vida a cada momento debido al crimen omnipresente.
Tal vez así sepa lo que los verdaderos “patriotas venezolanos”, como usted los llama, enfrentan en realidad todos los días.