English Dos años después de que un agente de Patrulla Fronteriza detuviera a una ciudadana por una “sospechosa” postura al conducir y por cicatrices de acné -que podían haberse creado tras consumir metanfetaminas-, la Corte Federal de Apelaciones de Estados Unidos decidió de forma unánime que los alegatos del oficial fueron suficientes.
Cindy Lee Westhoven conducía en dirección a Tucson, Arizona, en un Ford F-150 con cristales ahumados y una matrícula de Douglas, Arizona, donde había estado realizando compras.
Cuando ella y el agente de la Patrulla, Joshua Semmerling, pasaron uno frente a otro ‒en direcciones opuestas‒, Semmerling se dio cuenta de que la mujer tenía los brazos estirados mientras agarraba el volante, en una posición que pareció sospechosa al oficial. La detuvo para realizar una inspección de inmigración.
Al detenerla, Semmerling se dio cuenta de que Westhoven temblaba de la ansiedad y que tenía severas cicatrices a causa del acné, lo cual anotó como una posible consecuencia del consumo de metanfetaminas.
También pensó que el hecho de que Westhoven llevara dos teléfonos celulares en el asiento de copiloto era una evidencia de tráfico de inmigrantes. El hecho de haber estado en la autopista 80, una ruta que no conduce directamente a Tucson, también pareció sospechosa. Después de que la mujer se negara a la revisión del vehículo, el policía llamó a una unidad canina que encontró marihuana en el mismo.
El pasado 24 de abril el Décimo Circuito de la Corte de Apelaciones falló que “El agente Semmerling realizó una razonable y oportuna investigación para atender a sus sospechas”.
Fuente: Ben Swann.