Las protestas que se han desarrollado en Venezuela no son, en el fondo, por problemas “simples y comunes”. Estas manifestaciones han sido —y siguen siendo— producto del descontento acumulado durante los 15 años de este régimen, lo cual, aunado a los abusos y a la brutal represión, ha derivado en una protesta nacional.
Yo, al igual que muchos, salgo todos los días para hacer valer mi derecho natural a la protesta. Y no lo hago por “pollo, harina, y un poco de seguridad”; no arriesgo mi vida por migajas. Lo hago porque quiero vivir en una Venezuela libre, próspera y soberana; lo hago porque no quiero que mis representantes en lo público sean impuestos por el dictador cubano Castro, a través de elecciones fraudulentas; así como tampoco quiero que gobierno alguno me ordene qué hacer con mi vida, mi libertad y mi propiedad.
Quienes pretenden reducir los motivos de la protesta a carencias materiales dentro de lo “meramente fáctico”, con la excusa de que “los pobres no entienden de Libertad y Soberanía”, demuestran su desprecio por la dignidad humana, y por el amor patrio. Y es que no hay nada más viable que dar todo para defender a nuestra Venezuela, ni mejor solución a la pobreza —económica— que la Libertad para emprender. Sin olvidar, claro está, que la mayoría de los males “sociales” que padecemos (inflación, escasez, desempleo, ausencia de servicios públicos, etc.) no son sino producto de políticas premeditadas, típicas de un régimen cuyo principal objetivo es la ruina espiritual y material de la Nación venezolana.
Es desde La Habana que se rige y se dicta línea sobre nuestra política económica y de seguridad (entre otras), disolviéndose así nuestra Soberanía nacional. Y es que aquéllas no son sino directrices mediante las cuales se pretende dirigir nuestras decisiones individuales, ergo (cercenar) nuestra Libertad; provocando, en consecuencia, la destrucción de la función empresarial, la propiedad privada y la generación de riqueza: únicos elementos realmente fundamentales para recuperar el aparato productivo y dar solución a los problemas sociales.
En este sentido, se hace inevitable la exigencia de cambios estructurales reales en las políticas de gobierno, y estos cambios jamás serán aceptados por quienes actualmente detentan el poder político. Para ellos, a nivel mediático, significaría aceptar el fracaso y la invalidez de su socialismo del siglo XXI, aún cuando sabemos que estos cambios son vitales para recuperar a la Nación.
A los comunistas no les interesa revertir la crisis económica, mucho menos rescatar a Venezuela; todo lo contrario: les conviene hundirnos en la miseria para enquistarse en el poder, y así mantener con nuestros recursos a sus chulos del Foro de São Paulo. Es por ello que, para terminar con la fuente de nuestros problemas, es de vital importancia deponer a quienes no tienen intención alguna de solucionar la crisis.
En el mismo orden de ideas, debe entenderse que el cambio político no debe reducirse a un simple cambio de gobierno. Éste solo sería el primer paso, pues de nada nos serviría construir villas y castillos sobre madera podrida. Para lograr un verdadero cambio, hay que desmontar el sistema político vigente en su totalidad; eso pasa por derribar el discurso clasista (marxista) que tanto ha promovido este régimen y que, lamentablemente, ha calado incluso en ciertos sectores de oposición. (La descalificación de la protesta por una supuesta exclusividad en su origen socioeconómico, es un claro ejemplo de ello)
La inflación, la escasez, la delincuencia desbordada, el desempleo, la ausencia de servicios públicos… son meras consecuencias. Para que estos problemas sean solucionados, y para que podamos refundar la República, hay que acabar de raíz con la causa de estos desastres: el comunismo y sus diversas manifestaciones.
Es por ello que, quienes tenemos la labor de fungir de conciencia nacional, no podemos dejar las calles ni la protesta, ni mucho menos perder de vista nuestro norte: nuestra Libertad y la Soberanía de Venezuela.
Cumplamos con nuestro rol en esta gesta; solo así lograremos que quienes juraron ante la bandera de 7 estrellas proteger nuestra patria, cumplan con el suyo.
Libertad o nada.