Sigo a Bill Maher desde hace años. Es uno de los tipos más ingeniosos y cómicos de la televisión. Pero es, además, y sobre todo, valiente.
Empecé a ver Real Time luego de unos atentados terroristas —los de Charlie Hebdo, si recuerdo bien—, porque fue uno de los pocos corajudos que se atrevió, en el prime time americano, a llamar las cosas por su nombre: fundamentalismo islámico. Está su entrevista a la importantísima e impávida Ayaan Hirsi Ali; también la que le hizo al musulmán reformista Maajid Nawaz. En ambas se pusieron los puntos sobre las íes en cuanto al Islam. Y está ese impasse que tuvo con el cretino de Ben Affleck, al que Maher le lanzó una verdad como un templo: el Islam es, actualmente, la madre de las malas ideas.
El mayor mérito de Maher es que, aún siendo un liberal —en el sentido americano—, habla con la verdad que a esos mismos liberales les incomoda tanto. No es republicano, es demócrata, pero dice que el Partido Demócrata luce más como un circo que como un partido. ¿Cómo no va a ganar Trump si de este lado todos son unos payasos?, es una de las preguntas que planteó Maher en uno de sus sermones.
La última incómoda y gran verdad la dijo este diez de abril: no es racismo atribuirle a China la responsabilidad por la pandemia del «virus chino». Sí, «virus chino», como también lo llamó Trump —lo que le ganó la indignación de toda la tropa progre—. Ahora, ¿por qué? Pues porque «los científicos, que suelen ser bastante liberales, han nombrado por mucho tiempo a las enfermedades por los sitios en los que aparecen. Zika, del bosque Zika; ébola, del río Ébola; hantavirus, el río Hanten; el virus del Nilo Oeste y, por supuesto, la gripe española. MERS, que significa Síndrome Respiratorio de Medio Oriente. Todo el mundo los llamó así, y nadie se quejó. ¿Entonces por qué China se saldría con la suya?».
«¿No podemos ni siquiera tener una pandemia sin que haya ofendidos?», se pregunta Maher, indignado. Y tiene razón. Es patético. Y el problema de quienes se ofenden, esos que se muestran enérgicos y decididos a evitar que al virus chino se le llame «virus chino», es que al final lo que proponen es blanquear a la gran responsable de poner el mundo a padecer.
«En serio, me asusta: hay gente afuera que preferiría morir del virus que llamarlo de una manera que consideran equivocada», dice Maher. «Esto no es sobre envilecer a una cultura. Esto es sobre los hechos. Esto es sobre la vida y la muerte», espeta.
En su descarga, Maher denunció las prácticas insalubres de la cultura asiática, lo que de alguna manera favoreció el surgimiento del coronavirus. Es agudo y se para frente a los deficientes que relativizan todo.
«La policía de la corrección política dice que es racista atacar cualquier práctica cultural que sea diferente a las nuestras. Yo lo que pienso es que el liberalismo se descarriló cuando empezó a pensar de esa forma y pretendió que forzar a una mujer a utilizar un burka era ‘una cultura diferente’ en vez de una aborrecible violación de los derechos humanos».
«No es racista decir que comer murciélagos es una mierda loca. Debemos culpar a China. No a los chino-estadounidenses, pero no podemos dejar de decir la verdad porque los racistas tienen una idea equivocada. Siempre habrá idiotas por ahí que quieran complacer sus prejuicios, pero esto es una emergencia», insistió.
El famoso presentador continuó en el programa refiriéndose a quienes alertaron lo que ocurriría en Wuhan y denunciando las prácticas autoritarias del régimen chino, que a principio de año se esforzó, no en contener la pandemia, sino en contener la información.
Por supuesto que ya algunos pegaron el grito al cielo. En un artículo en The Daily Beast, el editor Marlow Stern llamó a Bill Maher «racista despreciable». Lo acusó de impulsar un discurso de odio. Es decir, todas las estupideces que la izquierda arguye para posa como víctima.
Bill Maher tiene razón sobre China y los liberales americanos no se lo perdonan. No le perdonan que hable con la verdad, que diga que el régimen comunista asiático es el gran culpable de la pandemia del coronavirus. Tampoco le perdonan que no se someta a narrativas ideológicas. Eso demuestra que Maher es un verdadero hombre libre y una de las personalidades más talentosas y valientes de la televisión.