Maduro dijo que regulará —aún más— la gasolina. No solo el precio, sino su distribución. Y todo pasará por el «carnet de la patria», ese letal método totalitario de esclavitud.
“Todas las personas que tengan un carro, una moto; el transporte público de pasajeros, de carga; todo el que tenga un vehículo automotor, debe acudir, el viernes 3 de agosto, sábado 4 y domingo 5 de agosto, a los lugares que se anunciarán públicamente, para el gran censo nacional automotor, para una nueva política vinculada al carnet de la patria. El que no tenga carnet de la patria, se lo vamos a sacar”, dijo.
Hay quienes no ven la perversión y la vileza detrás del carnet de la patria. Que este solo es un instrumento de opresión. Utilizado para suprimir voluntades y castigar rabietas. Para expandir el control totalitario. Estos, miopes, terminarán cediendo. Entregarán su libertad a cambio de dádivas.
Para algunos es esencial, sino mueren. Para comer y para trabajar. Ahí ganó la tiranía. Porque aquellos, que realmente lo necesitan, debieron entregar su libertad. Cedieron, pero porque lo contrario era la miseria.
Indignos hasta el final quienes se arrodillan solo por ficciones, sin necesitarlas. Quien, apresurado, saldrá a gozar del nuevo «subsidio» de la gasolina. El obsequio de la tiranía, a cambio de secuestrar el mayor valor del individuo.
Es un buen momento para la rebelión. Para que los de principios se manifiesten. Que declaren el más decisivo rechazo a las pretensiones totalitarias de Nicolás Maduro. Que dejen claro que son más los que no se subordinarán. Los que no están dispuestos a perder su decencia, aunque les arrebaten la comodidad o la vida.
Que el proyecto del tirano, de que se sometan los que aún no lo han hecho, fracase. Que quede como su desacierto. Su gran desacierto. Que termine siempre arrepintiéndose de sus delirios, porque intentar someter a una sociedad aún digna, con principios, es un error cuyo precio debe ser muy alto.
Puede ser esta, nuevamente, la gran oportunidad. El momento para articular voluntades a favor de la libertad. La circunstancia esperada, que termine derivando en la necesaria y urgente expresión antitolitaria.
Los ciudadanos deben rechazar, al unísono, el método de opresión por el que el dictador quiere que pasen todos. Como muy bien escribió el histórico político Enrique Aristeguieta Gramcko: “Mis derechos constitucionales no pueden depender de un capricho del tirano. ¡No al carnet de la patria!”.