La dirigencia opositora, representada a través de la Mesa de la Unidad Democrática, decidió asistir a las elecciones regionales orquestadas por la dictadura para octubre de este año. Al mismo tiempo, y quizá por pura casualidad, las protestas en la calle mermaron.
Impera la incertidumbre. También el derrotismo. Para algunos la dictadura triunfó; para otros es momento de ejercer otro tipo de batallas. Mientras tanto, la comunidad internacional acentúa su posición, pero a días de que se celebre un proceso electoral en el país —algo que podría afectar ese espaldarazo internacional—.
PanAm Post entrevistó, al respecto, a la dirigente opositora y coordinadora del movimiento Vente Venezuela, María Corina Machado, quien ha mantenido, indiscutiblemente, una posición firme —e incómoda para muchos— en medio de la dramática coyuntura. Machado habló sobre las elecciones regionales, el momento actual y sobre la inminente conformación de una nueva alternativa a la Mesa de la Unidad Democrática.
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Si asumimos el proceso de las protestas de abril hasta julio como una batalla, ¿perdimos esa batalla?
En lo absoluto. Todo lo contrario. Los logros de la rebelión popular del 2017, de esta primera etapa, son extraordinarios, indiscutiblemente. Con un sacrificio humano infinito y siempre hay que recordarlo. 136 venezolanos asesinados, 15.000 heridos, más de 5.000 detenidos… Miles de venezolanos que han dejado el país.
Eso ha sido un costo incalculable de las fuerzas ciudadanas, pero con un logro que nos pone en un momento como el actual, donde el régimen está aislado y vulnerable. Me refiero al quiebre de los pilares que han soportado esta dictadura en sus últimos tiempos. Uno, obviamente, la cohesión de los grupos del chavismo que se ha quebrado y dividido. El más emblemático es Luisa Ortega Díaz, pero hay muchos más y todos lo sabemos. En segundo lugar, el debilitamiento del pilar armado. Y en tercer lugar, las fuerzas internacionales, que tras haber mantenido una posición de indiferencia, con una política internacional de darle tiempo al régimen para su desgaste, entendieron que lo que se ha configurado como una narcodictadura utiliza el tiempo para terminar de quebrar los espacios de libertad y los vestigios de la República en Venezuela. Se produjo un cambio. Yo no te diría de discurso, pero sí de política a nivel internacional.
Pero el régimen logró que la calle, de alguna manera, se enfriara. Fue un logro, ¿no?
El régimen se propuso desmontar la protesta, y para ello aplicó diversas prácticas perversas. Una fue una violencia desatada en unos niveles que lo llevaron al pago de ese costo político internacional. Porque cuando tú ordenas disparar a quemarropa a unos muchachos con escudos de cartón o mujeres con rosarios, o meterse en los hogares a medianoche, eso es algo que no habíamos visto antes como mecanismo represivo.
Pero, además, con una operación típica cubana. Que fue lo mismo que hicieron el año pasado cuando llamaron a aquel falso diálogo. Y en este caso, no me refiero solamente a las elecciones regionales, es toda una serie de estrategias cuyo objetivo era el reconocimiento de la Constituyente.
Avanzando en esa dirección, obviamente se envía un mensaje a la sociedad y la gente dice: “Ya va, esto hay que repensarlo, porque por esa ruta no es”. Imagina una encrucijada, y que unos se desvían del camino central del mandato del 16 de julio y la gente dice: “Por ahí no es. Sigamos por la ruta que nos lleve a la libertad“.
Pienso, y capaz pueda coincidir, en que la ciudadanía de hoy no es la misma que hace un año o que antes. Es una ciudadanía que ha entendido bien cuál es la verdadera ruta, como lo señala; pero no ocurre lo mismo con la dirigencia. Y, de alguna manera, la dictadura logró que menguara la calle, pero, ¿cómo lo hizo?, ¿gracias a qué?
Mira, Venezuela es otra. Tienes toda la razón. Somos otro país. Las lecciones y los testimonios de estos meses nos cambiaron para siempre. Lo más horrible y lo más sublime. Cuando hemos visto que un muchacho ve a su amigo, a su compañero, caer, como cuando asesinaron a David Vallenilla frente a La Carlota, y arriesga su propia vida por su compañero muerto. Son estos testimonios, y tú dices: “¡Dios mío!”. Sí, Venezuela es otra.
Ahora, efectivamente, se requiera de una claridad y firmeza estratégica de otro nivel a estas alturas. Aquí no podemos permitir que nada nos distraiga de ese enfoque o que nos desvíe del único propósito.
Este régimen está decidido a imponer la sumisión por la vía del reconocimiento de la Constituyente. Y es duro lo que te digo, porque eso significa que al periodista, o al dueño del medio, le dicen: “Mira lo que acaba de ocurrir con Mágica [emisora que cerró el régimen], ¿ustedes no quieren el mismo destino? Bueno, vénganse y se toman una foto con Delcy. Imagínate la madre de un joven preso y le dicen: “¿Tú quieres que tu hija tenga mejores condiciones, no la maltratemos? Bueno, Comisión de la verdad de la Constituyente”. Ergo, reconoce la Constituyente.
Al empresario, al comerciante, y así se lo van aplicando a todos los sectores de la sociedad para ir quebrando y quebrando. Y obviamente también a la dirigencia política. Entonces te ponen en una situación que para mí es decisiva. Yo creo que este es el momento de las definiciones finales, entre la ruta de sobrevivir con aquellos espacios y migajas que te ofrezca la dictadura, o la rebelión y el desafío total. Lo que ocurre es que, desde luego, esta posición implica riesgos de otro nivel, que nunca antes se han asumido.
Usted se apartó de la Mesa de la Unidad…
…No, la Mesa de la Unidad se apartó del mandato del 16 de julio.
Pero se salió, al fin y al cabo. Ya no forma parte de la coalición. Esa fue una decisión que muchos criticaron, pero que muchos también alabaron, porque esperaban que alguien diera el paso, y nadie se atrevía. Usted lo hizo. Pero eso realmente no representó la conformación de una alternativa.
Fíjate, lo que existe es un mandato claro del 16 de julio. Legítimo, porque se basa en cuatro meses de lucha previa. Un gran sacrificio social y en un mandato de 7.700.000 venezolanos.
Yo le pido a cada uno que releamos esas preguntas y esas respuestas que dimos. Es el desconocimiento al régimen y a su Constituyente. Es el mandato a la fuerza armada de decir: “Tú deber, militar, es colocarte del lado del pueblo civil en legítima rebelión ciudadana”. Tercero: un mandato a la Asamblea Nacional. y a nosotros como ciudadanos, de avanzar en una transición impostergable.
Yo te pregunto: ¿Tú te imaginas a una Venezuela año y medio más con Maduro en el poder? ¿Cómo vamos a estar? ¿Cuántos bebés más se van a morir en los hospitales? ¿Cuántos venezolanos van a cruzar por la frontera? ¿Qué medio de comunicación o periodista va a quedar de pie?
¿Cree, María Corina, que algunos le apuestan a eso?
El pueblo venezolano repudia esa realidad. Yo no sé cuáles son los incentivos de otros. Yo sí te puedo decir cuál es mi mandato, y cuándo yo y otros convocamos a la calle con un propósito: la salida de Maduro del régimen del poder como objetivo prioritario para después iniciar un proceso de reconstrucción de la República.
Estoy convencida de que hoy es más vigente y más urgente que nunca. Así que la respuesta a tu pregunta es: yo creo en una unidad de propósito y con coherencia. Si no hay coherencia no puede haber unidad. Y la unidad de la sociedad, que incluye a todos los partidos políticos que deseen formar parte de esta causa —¡Y la causa es Venezuela, somos todos!—.
Es el momento de la construcción de algo que se ha ido forjando durante años, pero a lo que se le debe dar ahora orden e identidad, que es una gran coalición ética, en el sentido de que es alrededor de valores. Podemos tener distintas ideologías, distintas trayectorias de vidas, distintas ideas y propuestas sobre cómo reconstruir el país, pero coincidimos en unos valores con los cuales somos irreductibles.
Me esboza algo, y de una forma muy clara: que está a punto de surgir, ¿una nueva «unidad»?
Lo que se está fraguando es una enorme coalición y plataforma de ciudadanos de todos los sectores, de venezolanos alrededor del mundo que tenemos un propósito: la liberación de Venezuela de la tiranía y la reconstrucción del país.
Y ahí está muy claro cuál es la ruta, y es el mandato del 16 de julio. Es la presión ciudadana, la movilización de nuestro país —que además tiene una urgencia acelerada por la forma como se ha exacerbado el hambre y la violencia, y lo que va a venir, porque lo que vienen son unos días terriblemente dolorosos—, articulado a una presión internacional dispuesta a ejercer toda la presión necesaria para llegar a un punto “Q”, que es un punto de quiebre.
Y lo digo por la calle del medio: un punto de quiebre en el cual Maduro entienda que su única opción es aceptar los términos de una negociación para su salida. “¿Vamos a negociar? Sí, pero vamos a negociar cómo vas a salir. Y te vas a salir de una vez”.
El problema de negociar con terroristas, de negociar con mafiosos, es que la gente de buena voluntad va con la disposición de cumplir su palabra, y ellos no. Entonces si tú no logras términos, que es lo que ocurrió en el pasado, y tú cumples, ellos no. Todos aquellos que digan: “sí, vamos a negociar para que Maduro salga dentro de un año”. Y dentro de un año ¿qué va a hacer? No va a cumplir. ¿Qué habremos perdido?
Un año…
…Y miles y miles de vidas.
Entonces la presión hay que ejercerla hoy. Y confiar en que tenemos la fuerza. Que está la percepción, digamos, de que hemos echado un poco para atrás: Sí, es verdad, para coger impulso.
Me habla de la creación de un nuevo movimiento, ¿con factores internacionales?
No. De venezolanos que están en todas partes del mundo. De venezolanos que procedemos de todos los sectores. De venezolanos que vamos a sacar a Maduro del poder.
¿Y marcarán una ruta paralela?
La misma ruta. La del 16 de julio.
Por último, ¿va a votar María Corina en las elecciones regionales?
No.