A los españoles no les agradó que por Madrid circulara un autobús esgrimiendo lo obvio y atacando la disforia de género: “Los niños tienen penes y las mujeres tienen vulvas, que no te engañen”, reza el costado del autobús que forma parte de una campaña de la ONG católica HazteOir.
Fue tanta la molestia que surgieron las críticas y, además, comenzaron a amenazar seriamente a la ONG: “A partir de hoy voy a llevar ladrillos en la mochila por si veo el transfobia móvil de hazte oir”, escribe un usuario de Twitter.
Otro, incita a la violencia: “Menos tuits y más apedrear y/o quemar el bus de HazteOír”.
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https://twitter.com/morghuliano/status/836559425540395008?ref_src=twsrc%5Etfw
"Pero si lo del bus de Hazteoír es legal, ¿Qué podemos hacer contra eso?". pic.twitter.com/v0kPtqlRgG
— Miguel Seijo (@MSeijoP) February 28, 2017
Los críticos aseguran que la campaña se trata de una incitación al odio contra los transexuales y que es intolerante.
El escritor Patricio Pron escribió, de igual manera, en su cuanta de Twitter: “Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva y los imbéciles tienen autobuses”.
No obstante, este primero de marzo el Fiscal Superior de la Comunidad de Madrid, Jesús Caballero, ha pedido a la Fiscalía Pronvincial de Madrid la prohibición de la circulación del autobús por posibles delitos de odio.
“Existe un riesgo de perpetuación de la comisión del delito, así como de alteración de la paz pública. Y de creación de un sentimiento de inseguridad o temor entre las personas por su razón de su identidad u orientación sexual, concretamente entre los mejores que pueden verse afectados por el mensaje”, señaló Caballero.
Al respecto, el economista y escritor liberal, Juan Ramón Rallo, escribió que “para contrarrestar una ‘campaña de odio’ no es necesario prohibir nada: basta con responder con una campaña crítica que exponga el contenido disfuncional de la anterior”.
“El riesgo de limitar la libertad de expresión de aquello que promueve el odio es que: 1) a veces el odio/desprecio/rechazo está justificado; 2) la cuestión de si algo promueve el odio es tremendamente subjetiva”, apunta Rallo para luego afirmar que “mantengamos la opinión que mantengamos al respecto, la libertad de expresión debe defenderse siempre”.
“Cuando dejamos de poder expresarnos y de resolver nuestras diferencias personales coexistiendo pacíficamente o dialogando, el único camino que nos queda es el de la violencia para que unos impongan preferencias sobre los otros”, culminó el economista.
Fuente: Actuall