El 21 de julio de este año, la BBC publicó un artículo en el que se pretendía demostrar unos presuntos mitos existentes sobre la crisis en Venezuela. En el texto, escrito por el corresponsal en el país, Daniel Pardo, “se identifican cinco mitos que parecen estar enquistados en la opinión de muchos”, y se tratan de desmontar con una que otra frase tendenciosa y algunas encuestas escuetas.
Es usual encontrarse con el perenne cuestionamiento extranjero sobre si lo que ocurre en Venezuela es tan grave como algunos portales de noticias, con cierta autoestima, se atreven a reseñar. La verdad es que sí es grave la situación en el país. Mucho más grave de lo que cualquier hipérbole noticiosa pueda expresar. Mucho más crítica que lo que se siente, incluso. Y mucho más grave que lo que la BBC, a través de ese artículo, pretende señalar.
A ver, el primer “mito” que busca desmontar Pardo, es que “en Venezuela hay una hambruna”. El autor de la nota cita una que otras encuestas y señala la definición de hambruna de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
En junio de 2016, Luis Vicente León, el director de Datanálisis —una de las encuestadoras a la que recurre Pardo— escribió en su cuenta de Twitter: “Si en Venezuela hubiera hambruna habría masas gigantes a pie cruzando la frontera colombiana, brasileña y guayanesa para buscar alimentos”.
Menos de un mes después casi 130 mil venezolanos cruzaron la frontera hacia Colombia con el fin de abastecerse de alimentos y medicamentos básicos. En un hecho sin precedentes, el masivo movimiento de venezolanos a través de la frontera —luego hacia Brasil— reveló completamente la cruenta crisis que en Venezuela se padece a diario.
Es cierto que algunos sectores de la población no sufren la situación del país como otros. Pero la realidad es que hay gente muriendo de hambre y ninguna encuesta ni opinión oblicua puede negarlo.
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Para Pardo no es suficiente que en Venezuela mueran 28 niños al día por desnutrición para declarar hambruna, ni que a diario se presenten numerosas colas kilométricas frente a los supermercados para destacar la crisis.
En un reciente reportaje que realicé, reuní diferentes casos de madres de familia y personas que se estaban suicidando porque no tenían nada que darle a sus hijos de comer. El escenario es cada vez más deprimente para el ciudadano común y la situación no tiene precedente.
El panorama en las calles es cada vez más lúgubre. Las interminables colas adornan las entradas de los supermercados. Los rostros de los ciudadanos formados en la espera para adquirir alimentos no demuestran dignidad: están cabizbajos. Al ver y escuchar la antología de la desgracia, cualquier recopilación o selección de reportes en las calles en los que los ciudadanos emiten su incomodidad con el paisaje de sumisión que implica formarse por un paquete de harina PAN, se refleja lo que está ocurriendo en la autoestima del venezolano: la gente está hastiada y deprimida por la crítica situación en la que se encuentra el país. Pero para la BBC eso es solo un mito.
“Venezuela es igual a Cuba”, dice el texto que es falso. Este apartado del artículo es realmente indignante porque empieza a vociferar una serie de premisas que resultan insultante para cualquiera que realmente sufra la crisis en el país.
Todos esos beneficios que señala el autor del artículo no son más que provechos que disfruta un mínimo grupo de privilegiados en el país.
Pardo se atreve a señalar que “Venezuela es un país capitalista donde el sector privado tiene cierta actividad”, dice que “casi todos tenemos conexión con acceso a Netflix y medios internacionales”. Que “Zara y Bershka están ahí” y que “hay gente que compra los carros último modelo”.
Afirmaciones ingenuas, infantiles, irritantes, con una inmensa falta de perspectiva, ofensivas e infelices. Todos esos beneficios que señala el autor del artículo no son más que provechos que disfruta un mínimo grupo de privilegiados en el país —algunos incluso se limitan aún más y el privilegio se transforma en corrupción y bajeza.
Esa no es la realidad de Venezuela en lo absoluto, si algunos tienen acceso a Netflix, como señala Pardo, seguro no debe ser mayor al 1%, especulo.
Venezuela no es un país capitalista. Es un país en el que la empresa y la iniciativa privada significan uno de los principales enemigos de los gobernantes. Si aún hay alguna participación del sector privado es porque ciertas empresas se encuentran «sobreviviendo». El portal RUNRUN.es señala que 490 mil empresas han cerrado en el país desde el año 2000. Otros índices más realistas, como el de la Confederación Venezolana de Industrias, disminuyen esa cifra a 8.000.
Cientos de empresarios han ido presos y el gobierno ha expropiado más de 400 iniciativas privadas.
El poder adquisitivo ha mermado significativamente. [Volviendo a] Datanálisis, ésta previó que para finales de 2016 la inflación aumentará 450%, lo que resultará en una disminución del poder adquisitivo de los consumidores por lo menos del 40% respecto a 2015.
La caída del poder adquisitivo ha sido colosal, según detallan los analistas. La inflación media de los alimentos es del 30% mensual, es decir, 1% diario, de acuerdo con en Centro de Análisis Social (Cendas). Por otra parte, según estima el Fondo Monetario Internacional (FMI), el coste de la vida durante 2015 subió 270%; este año, aumentaría 720%.
Por lo que sí, puede haber McDonalds («sobreviviendo» difícilmente), carros último modelo (imposibles de encontrar en la mayoría de los concesionarios), ropa de Zara y Bershka en las tiendas, pero el venezolano no está adquiriendo estos productos. El escenario es sombrío en los establecimientos comerciales de todo el país.
El tercer mito que busca desmontar Daniel Pardo es el de que “Venezuela es una dictadura”. Con este tema en especial, reconozco, siento cierta antipatía, porque es común escuchar esta infeliz premisa, no solo en uno que otro artículo bobo en la web, sino de personajes de la oposición —pero ese es otro tema.
Los pocos que realmente se han atrevido a erigir la voz en contra de la tiranía, han terminado tras los calabozos, exiliados o muertos.
Los argumentos de la nota en la BBC para sustentar que en el país no hay una dictadura son que, primero, existe oposición; segundo, hay elecciones; y tercero, existe periodismo opositor. Todas y cada una de estas afirmaciones, una mentira descomunal y desvirtuada.
Ciertamente existe oposición en Venezuela, pero a diario se puede observar lo que significa ejercer esa responsabilidad política. Aquellos pocos que realmente se han atrevido a erigir la voz en contra de la tiranía, han terminado tras los calabozos, exiliados o muertos.
El segundo aspecto, el de las elecciones, suele ser uno de los razonamientos más pueriles que existe. Sí, en el país hemos «disfrutado» de numerosos procesos democráticos, así como también lo han disfrutado conocidas tiranías y totalitarismos a lo largo del globo y la historia —imagino que el autor del texto también se atreverá a llamar democracia al Tercer Reich, y a un sinnúmero de regímenes autoritarios.
Por último, afirmar que en Venezuela existe periodismo opositor per se, es realmente una desgracia. El constante cierre de medios, los censura impuesta por el régimen, las adversidades que sufren los periodistas, la cárcel, torturas y juicios; la imposibilidad de acceder al material para continuar produciendo el periódico, y otros infortunios son la realidad que a diario padece la prensa en el país.
Si hay medios opositores es porque son pequeños medios independientes que a diario deben confrontar a todo un aparato estatal. No existe, de ninguna manera, completa libertad de expresión en Venezuela. Y quien intente ejercerla, deberá asumir los riesgos. Otra característica de los regímenes absolutos.
El artículo de la BBC se convierte en un completo desprecio a la realidad que a diario padecen la mayoría de los venezolanos. Es un intento de banalizar la tortuosa existencia actual, en un país que alguna vez subsistió bajo la ilusión de riqueza y prosperidad. Daniel Pardo, a través de la nota, pretende mentir descaradamente en un medio internacional sobre lo que el venezolano común tolera.
Es un deber expresar la cruenta condición reinante en el país. Venezolanos se están quitando la vida por la gravedad de la crisis, ciudadanos huyen hacia otros países en el éxodo más grande conocido hasta ahora. Cruzan la frontera de forma masiva en busca de alimentos —imágenes que recuerdan a alemanes orientales llegando a Alemania occidental—. La pobreza se acentúa constantemente; mueren niños en los hospitales; mueren personas por falta de comida; la oposición es apresada y asesinada; cualquier texto, cualquier imagen, cualquier palabra y cualquier intento se quedará corto para manifestar la tragedia diaria.
No se puede permitir que por textos cargados de una inmensa falta de perspectiva, se busque trivializar una realidad histórica. No se puede permitir que la BBC pretenda mentir sobre la situación en Venezuela.