La promesa que Luiz Inácio Lula da Silva hizo en su campaña electoral antes de resultar electo por tercera vez se diluye como agua entre los dedos. Aquel slogan de “cerveza y picanha para el pueblo”, como un símbolo de una supuesta mejora económica y social que prometía traer si ganaba, queda invalidada ante el hecho de que por primera vez en la historia el dólar alcanzó los casi seis reales brasileños. Ocurrió por la reacción negativa del mercado al anuncio del próximo paquete fiscal del gobierno izquierdista.
De manera que los brasileños vieron cómo el dólar se disparó un máximo histórico al cerrar este miércoles en 5,912 reales. Es la muestra de que pocos le creen al ministro de Hacienda, Fernando Haddad, cuando adelantó en su cuenta de X que daría un discurso bajo el lema “Brasil más fuerte: Gobierno eficiente, país más justo”, en el que detallará el contenido del paquete fiscal.
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Entre las medidas está la exención del impuesto sobre la renta para quienes ganen hasta 5000 reales (unos 835 dólares) y un impuesto a los “superricos”, el cual no promete otra cosa que espantar la inversión privada en momentos cuando ya se muestra cauta por la manera en que el gobierno petista está manejando la economía.
Inversores decepcionados con Lula
El gasto público aumentó en Brasil bajo la gestión de Lula da Silva especialmente por dádivas a través de programas sociales o subsidios como la Bolsa Familia ampliada en marzo de 2023 para, supuestamente, combatir la pobreza y la desigualdad social. Sin embargo, este tipo de medidas populistas de la izquierda siempre terminan siendo contraproducentes al generar mayor déficit fiscal, alimentando la inflación.
Incluso el expresidente Jair Bolsonaro reaccionó al aumento récord del dólar recordando cómo hace dos años Simone Tebet, actual ministra de Planificación y Presupuesto, se quejaba de que el dólar había alcanzado los cinco reales, atribuyéndolo a un gobierno que “no daba garantías jurídicas para los inversores”. Ahora las cosas se invirtieron y Tebet demuestra que la gestión petista es la que espanta a la inversión privada.
Respecto al paquete fiscal del gobierno de Lula da Silva, se espera que entre en vigor a partir del próximo año. Si bien implica reducir gastos para ahorrar uno 70000 millones de reales (más de 11600 millones de dólares) en dos años, esto no logró calmar a los inversores que hay en el país, cuya economía es considerada la más importante de América Latina. Es como explica a Financial Times el gerente de cartera de deuda de mercados emergentes de Abrdn, Viktor Szabo, “la atención se trasladaría rápidamente a los desafíos de lograr que todas las medidas se aprueben a tiempo para que entren en vigor a principios del próximo año”.
Es decir, la presión de los mercados sobre Lula da Silva va a continuar teniendo en cuenta que hace varias semanas este le recrimina el elevado desequilibrio de las cuentas públicas de Brasil. El déficit fiscal está cerca del 10 % del producto interior bruto (PIB); mientras que la deuda pública superará el equivalente al 81 % del PIB el próximo año, según estimaciones.
La opinión parece ser unánime entre los expertos, el paquete fiscal de Lula da Silva “es insuficiente para abordar las cuestiones fiscales relevantes para el mercado”, tal como afirma a La República Cristiano Oliveira, economista jefe del Banco Pine.