Las horas pasan y la tensión en torno a la guerra entre Rusia y Ucrania crece. Las últimas decisiones en materia militar del presidente estadounidense Joe Biden en respaldo al país que gobierna Volodímir Zelenski empeoran el panorama. Mientras tanto, el mandatario ruso, Vladímir Putin, y su homólogo norcoreano, Kim Jong-un, consolidan una estrecha alianza al intercambiar soldados por misiles antiaéreos.
El mayor temor es que se desencadene una guerra nuclear que nadie quiere. Así lo advierte el dictador de Corea del Norte, quien acusa a Estados Unidos de aumentar la presión “hasta el extremo” debido a actos de “provocación” con el fin de llevar a las partes a una “guerra nuclear destructiva”. Esto respondió Kim ante las nuevas concesiones de Biden a Ucrania, como permitirle usar el Sistema de Misiles Tácticos del Ejército (ATACMS) para atacar territorio ruso, suministrar minas antipersonas y considerar la posibilidad de devolver a Kiev las armas nucleares que le fueron arrebatadas tras la caída de la Unión Soviética.
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Hay diversos escenarios planteados en la geopolítica internacional. No obstante, el mayor riesgo está en la hipotética devolución a Ucrania de armas nucleares de la antigua U.R.S.S., una sugerencia que hacen varios funcionarios a Biden, según The New York Times. El mandatario saliente no parece haber tomado una decisión al respecto. Mientras tanto, hay otras situaciones en curso. Por ejemplo, el ejército ucraniano ya disparó un misil del sistema ATAMCS contra un objetivo en la región rusa de Briansk. Es la primera vez que Kiev usa estas armas de esa manera en 1000 días de guerra.
Alianzas cada vez más peligrosas
La modificación de la doctrina nuclear rusa firmada por Putin establece que a partir de ahora se considera que un ataque en su contra, llevado a cabo por un Estado no nuclear con el apoyo de una potencia con armas nucleares, es un ataque conjunto. Por eso son tan peligrosos los pasos que da Biden a solo dos meses de dejar el cargo. Y es que visto de otra manera, el sistema ATACMS –con alcance de 305 kilómetros– necesita que EE. UU. indique a Ucrania las coordenadas del objetivo antes de lanzar un misil. Es decir, Washington ayuda a atacar a Rusia.
Moscú no se queda atrás. Corea del Norte ha enviado unos 11000 soldados para enfrentarse al ejército ucraniano y, a cambio, Putin “ha proporcionado equipos relacionados y misiles antiaéreos para reforzar la pobre defensa aérea de Piongyang”, reveló el director de la Oficina de Seguridad Nacional de Corea del Sur. Todo eso sin mencionar que el régimen de Kim Jong-un ha enviado alrededor de 20000 contenedores con armas a Moscú desde de 2023, “incluidos cañones y proyectiles de artillería, misiles balísticos de corto alcance y lanzacohetes múltiples”, según indica otro artículo del NYT.
Posiblemente, buscando realinear objetivos, es que Zelenski se reunirá de emergencia con miembros de la OTAN después de que Rusia atacara la ciudad de Dnipró con un misil balístico hipersónico llamado Oréshnik. Es un armamento de nueva generación y no estuvo cargado con componentes nucleares (aunque sí puede portarlos). Putin lo consideró “un ensayo” en “condiciones de combate”. En un inesperado mensaje televisado aseveró que “el test fue exitoso”.
🇷🇺 | URGENTE: Putin: Las pruebas del “Oréshnik” fueron un éxito, les felicito por ello.
pic.twitter.com/YKTdZqR1yU— Alerta News 24 (@AlertaNews24) November 22, 2024
Cómo se vería una guerra nuclear
Un artículo del Instituto Mises, escrito por Connor O’Keeffe, titulado “El presidente Biden da luz verde a un acto de guerra contra Rusia” plantea las consecuencias de una eventual guerra nuclear. Allí se menciona cómo en un intercambio de tal magnitud no se espera que las ciudades de EE. UU. sean alcanzadas por una sola bomba “sino por docenas de ellas, con cientos de pueblos más pequeños también como objetivo y vientos radiactivos que traerán dolorosas muertes a los que inicialmente se salvaron”.
La palabra catástrofe se quedaría corta para lo que Biden estaría ayudando a impulsar antes de que el presidente electo Donald Trump asuma. No es un secreto que el demócrata busca escalar la guerra en Ucrania para que el próximo mandatario no pueda acabarla –como ha prometido– con un acuerdo que muchos temen perjudique los intereses de Ucrania. De hecho, el dictador Kim Jong-un está escéptico sobre volver a conversar con Trump.
Si bien la doctrina rusa apunta a la disuasión y establece que un ataque nuclear es la última opción, el tablero geopolítico se complica de tal manera que cualquier movimiento que atente contra los intereses de Putin podrá ser considerado como una agresión a la Federación Rusa.