Otro retroceso en materia de derechos humanos está ocurriendo en Afganistán. Esta vez los talibanes anulan “decenas de miles de sentencias” judiciales de divorcio, obligando a mujeres –que fueron forzadas a casarse siendo niñas– a volver con antiguos esposos. Así, el matrimonio infantil que había disminuido antes de 2021, toma oxígeno nuevamente, dejando a las afganas a la deriva.
Como consecuencia, las mujeres en Afganistán deberán volver con hombres que las compraron a sus familias pobres. No importa que existan sentencias judiciales que anulen esos matrimonios, ya que según los talibanes, los antiguos gobernantes “simplemente no eran lo suficientemente islámicos”.
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Unos 355.000 casos judiciales han sido revisados por los talibanes desde que llegaron al poder tras la toma de Kabul y la salida mal planificada de las tropas estadounidenses bajo el gobierno de Joe Biden. De esa cifra, publicada por la BBC, se estima que 40 % son disputas sobre tierras y 30 % son cuestiones familiares, incluido el divorcio.
Niñas convertidas en novias
Los extremistas usan su ley sharía para moldear a Afganistán a su antojo. Así como prohibieron el sonido en público de la voz femenina, también reivindican matrimonios infantiles, violando derechos humanos “al afectar gravemente la vida, la salud, la educación y la integridad de las niñas”, como afirma Unicef. La situación empeora al tener en cuenta que tienen prohibido seguir estudiando una vez que cumplen los 12 años de edad.
Aunque el matrimonio infantil es una práctica habitual en el país, en los últimos 20 años se logró “proteger a las mujeres con instituciones, leyes y con presencia femenina en puestos de poder”, dijo el año pasado Fawzia Koofi, exparlamentaria afgana. Se creó un ministerio para Asuntos de la Mujer, una ley contra la violencia y otras medidas. Pero todo quedó en el recuerdo desde que los talibanes volvieron al poder.
Un caso relevante es el de Bibi Nazdana, prometida a sus siete años en matrimonio con un hombre mayor. Pero en 2021 él apeló el fallo y los talibanes le dieron la razón al hombre, convertido en militante de los extremistas. Hoy, Nazdana tiene 20 años y se debate entre huir o seguir reclamando a instancias como la ONU, pero “nadie la ha escuchado”.
Reclamos caen en saco roto
La falta de educación y la pobreza son factores que propician los matrimonios infantiles en familias que buscan reducir la cantidad de bocas que alimentar, además que vender a una niña puede garantizarles ingresos por hasta 3000 euros. Según estimaciones de la ONU, hasta 97 % de la población en Afganistán podría estar viviendo por debajo del umbral de pobreza.
Pero los reclamos de las mujeres que sobreviven en Afganistán parecen caer en un saco roto. Los tribunales no las escuchan porque además los talibanes destituyeron jueces, reemplazándolos “por personas que apoyan sus opiniones de línea dura”, según la BBC.
La afirmación que hace a ese medio Abdulrahim Rashid, director de Relaciones Exteriores y Comunicaciones de la Corte Suprema talibán es alarmante: “Las mujeres no están calificadas ni capacitadas para juzgar porque, según nuestro principio sharía, el trabajo judicial requiere personas con gran inteligencia”.