La explosión de buscapersonas en el Líbano, en los bolsillos de militantes del grupo terrorista Hezbolá, evidenció la capacidad de Israel en lo referente a inteligencia. Hasta ahora, se sabe que el Estado judío alteró los aparatos antes de que llegaran a manos de los extremistas implantando entre 28 y 57 gramos de material explosivo junto a su batería “y un interruptor que podía ser accionado de manera remota”, según fuentes que declararon a The New York Times.
La operación sorprendió al mundo. Justamente los terroristas comenzaron a usar buscapersonas a partir del ataque en contra Israel en octubre del año pasado para evitar que sus movimientos fueran rastreados por medio de celulares. Sin embargo, no lograron evitar la retaliación. Todo esto abre la puerta a preguntas y a la posibilidad de que otro países repitan un ataque similar. Por ejemplo, China contra Estados Unidos.
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Y es que China es el punto inicial de una cadena de producción, proporcionando materias primas para fabricar celulares, paneles solares, computadoras y otros dispositivos que terminan siendo vendidos en Estados Unidos. En el país asiático se extraen las famosas tierras raras que luego pasan por un proceso técnico para separarlas y que es enormemente complejo. Sólo entre 2019 y 2022, aproximadamente el 72 % de las importaciones de tierras raras de Estados Unidos provinieron de China, apunta Statista.
Una advertencia al próximo presidente de Estados Unidosll
Estados Unidos, con el gobierno de Joe Biden, ha promovido una agenda verde que solo empeora la dependencia hacia China porque las iniciativas no contaminantes necesitan, irónicamente, de estas tierras raras extraídas de la explotación de recursos en áreas naturales. Esa continua relación esconde un peligro sobre el que alerta una columna de Washington Examiner.
El medio estadounidense pone como ejemplo un iPhone mencionando que a pesar de que Apple es una empresa estadounidense, los componentes clave de casi todos los teléfonos, incluida la batería, el procesador y la cámara, se fabrican en el gigante asiático. “Si bien China no tiene acceso al código fuente de Apple, o al menos eso se cree, el dominio del Partido Comunista Chino sobre el sector privado del país le otorga un gran margen de acción”, apunta el texto.
La conjetura podría ser correcta. China se posicionó como el principal proveedor de tierras raras para Estados Unidos, superando ampliamente a Malasia, que ocupó el segundo lugar con una cuota del 11 %. Entonces, ¿está EE. UU. ante un posible ataque del régimen chino como lo hizo Israel con Hezbolá? No hay una respuesta certera, pero el exhorto es que el próximo presidente, sea el republicano Donald Trump o la demócrata Kamala Harris, debe prestar atención al tema.
A eso se suman más precedentes. Hasta diciembre del año pasado congresistas republicanos exigieron revisar la intromisión de Contemporary Amperex Technology Limited (CATL) cuyas baterías servían a los paneles solares ubicados en la base del Cuerpo de Marines de Camp Lejeune, en Carolina del Norte. Tal como aseguraron los legisladores, “el patrón de espionaje del PCCh deja poco lugar a dudas de que los productos CATL representan una amenaza para la seguridad nacional en cualquier base donde estén instalados”.
De manera que el brazo chino está fuertemente ligado a la tecnología que circula en Estados Unidos y que alarma por, estas horas, tras las capacidades que ya demostró Israel.