Desde algún tiempo ha salido a la luz cómo barcos “piratas” practican la pesca ilegal en alta mar no solo de forma indiscriminada, sino apelando a técnicas engañosas para confundir radares o cambiando banderas para despistar a otros sistemas de rastreo. El resultado es el saqueo en proporciones enormes, y el riesgo de conflictos políticos entre varios países.
Un estudio elaborado por la revista científica Science Advances lo confirma y China figura como uno de los principales causantes. Usando las siglas INDNR para denominar a la “pesca ilegal, no declarada y no reglamentada”, la revista determina que 17 % de esta actividad en alta mar la realizan embarcaciones potencialmente no autorizadas y sin estar reguladas internacionalmente. Los puntos críticos están ubicados en el océano Índico occidental y el océano Atlántico suroeste.
No se utilizan métodos selectivos sino que las redes arrasan con toda la diversidad a su paso. Y si bien la situación también plantea grises legales por un tema de delimitación de aguas, eso no excluye que sea “una fuente potencial de conflictos”. Tan solo en agosto de 2022 se hablaba de barcos de la nación asiática que lideraban la pesca indiscriminada frente a costas argentinas. Se aprovechan del vacío legal de las aguas internacionales para sustraer recursos. En escala global, China supera por mucho la cantidad de buques frente a otras flotas como la taiwanesa o la surcoreana.
Comunismo chino a bordo
Lo cierto es que parece no haber freno. El tema se ha planteado fugazmente como problemática internacional sin avances profundos. Esto también tiene como consecuencia que la pesca ilegal llega hoy a representar hasta uno de cada cinco peces que llegan a tierra. En total, la pérdida anual estimada “oscila entre 26000 millones de dólares y 50000 millones de dólares en las costas y estados insulares”.
Respecto a la tecnología disponible, la investigación detalla que “alrededor de 70000 grandes barcos pesqueros comerciales ahora transmiten sus posiciones GPS a través del sistema de identificación automática (AIS)”. Pero no es suficiente. Los datos AIS no proporcionan características completas de identidad de cada barco y los datos detallados pueden manipularse. Justo ese “blackout” lo aprovechan barcos piratas chinos y de otros países.
Un dato contundente es que la flota china, “que representa más de la mitad de los buques pesqueros mundiales en AIS, tuvo una baja tasa general de correspondencia (8 %) debido a la falta de información sobre la flota nacional que no sale de aguas chinas”. Visto de otra manera, el 92 % de esos barcos chinos no tuvieron coincidencia de datos con el sistema de identificación. Por otro lado, la flota de aguas lejanas (pesca en alta mar y en aguas de otros países) tuvo una coincidencia alrededor del 50 % de los barcos. Las cifras y la investigación no hacen más que recordar que los tentáculos del comunismo chino no solo están en tierra firme.
Por si fuera poco, todo el tema también está vinculado con abusos contra los derechos humanos, quienes trabajan en esos barcos son sometidos a largas jornadas de trabajo y de alimentación reciben arroz y algunas raciones de pescado. Hay testimonios al respecto.
“Banderas de conveniencia”
El océano Pacífico, el noroeste del Océano Índico, Argentina, las Islas Malvinas (Falkland Islands) y África occidental concentran la actividad pesquera de barcos extranjeros que suelen ser propiedad de China, Taiwán y España, reporta la investigación. Pero llegar a cada destino necesita de estrategias turbias. Por eso se habla de “banderas de conveniencia”.
Aunque el cambio de bandera es algo legal, cuando no se regula correctamente puede prestarse para la pesca ilegal. Sobre eso, el estudio identificó que la mayoría de los cambios de bandera se llevan a cabo en unos pocos puertos seleccionados. Además, en algunos al este de Asia, África occidental y Europa del este, los barcos cambian de una bandera a otra, “de las cuales ninguna corresponde a ese puerto”. Otro patrón identificado es que el cambio de bandera a menudo ocurre justo antes de que el buque sea desguazado.
En este sentido, la pesca indiscriminada —con las consecuencias que conlleva— es un problema internacional y no se avizoran soluciones contundentes al respecto.