El recibimiento de Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, en los actos funerarios de la estrella del fútbol Pelé, estuvo lejos de ser cálida. Por el contrario, recibió abucheos y gritos de personas que se acercaron al estadio Urbano Caldeira para darle un último adiós al rey, apodo que se ganó por más de dos décadas de carrera y su impecable desempeño que lo llevaron a ser calificado como «el más grande de todos» por la FIFA.
Pero Lula da Silva está lejos de llegar a ese nivel de gloria. Por el contrario, su gestión comenzó con el rechazo de 49,10 % del electorado que votó por el expresidente Jair Bolsonaro en la segunda vuelta. Además, sobre él pesa su ideología socialista y los amigos que se ha ganado en ese camino, varios de los cuales dirigen dictaduras en la región. En su llegada al velorio de Pelé, brasileños coreaban la frase “Lula ladrón, tu lugar está en la cárcel”, como forma de protesta.
Lula Ladrão sendo recebido pela torcida do Santos no velório do Rei Pelé ! pic.twitter.com/vqMGBrFiCE
— Juliana Rigos (@RigosJulianasan) January 4, 2023
Último adiós
Lula llegó al también conocido estadio Vila Belmiro acompañado por una comitiva oficial y su esposa Rosângela ‘Janja’ da Silva, ahora primera dama. Según la agencia EFE, fueron miles las personas que ocuparon las calles de la ciudad de Santos, Sao Paulo, para dar el último adiós a su mayor ídolo. Su fallecimiento ocurrió el pasado 29 de diciembre tras padecer cáncer de colon desde 2021.
En redes sociales se ven imágenes del mandatario junto al ataúd del astro del fútbol y de su familia. Lula solo estuvo 23 minutos en el velorio de Pelé y llegó una hora antes del cierre de las puertas del estadio Vila Belmiro, “por el que pasaron unas 230.000 personas en 24 horas”, indicó la agencia de noticias. Luego de eso, el rey del fútbol fue enterrado en un mausoleo en el cementerio Memorial Necróplis Ecuménica.
Lula da Silva asistió al velorio y en las fotos publicadas por agencias se le ve conversando con familiares del fallecido futbolista. Sin embargo, su abrupta y poco alabada llegada es otro síntoma de que su mandato no es aceptado por gran parte del pueblo brasileño, que ve cómo países vecinos se hunden en las miserias y errores del socialismo.