
La Administración demócrata sigue empeñada en iniciativas que supuestamente benefician al ambiente, pero en realidad, es poco lo que aportan. Las pruebas están ahí, en planes que prometen apegarse a las energías verdes para reducir las emisiones de carbono, y que en realidad resultan más contaminantes y peligrosos.
Gavin Newsom, el gobernador de California, es uno de los más apresurados por cumplir los planes de energía “limpia” del presidente Joe Biden, por eso el estado prohibirá a partir del año 2035 la venta de vehículos nuevos con motores a base de combustible.
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“Es la acción que debemos tomar si nos tomamos en serio dejar este planeta mejor para las generaciones futuras”, dijo el gobernador. Ese cambio será gradual. Es decir, para el año 2026, el 35 % de los vehículos nuevos que se vendan en California deberán ser cero emisiones. El porcentaje deberá subir a 68 % 2030 y a 100 % en 2035. Para camiones pesados la medida deberá completarse en 2045.
La alternativa más viable ahora son aquellos a base de electricidad. Pero los daños que generan se pusieron sobre la mesa a raíz de la insistencia del actual gobierno estadounidense. Un reciente estudio determinó que presentan más fallas técnicas que aquellos basados en diésel, generan mayor demanda de energía eléctrica (en Estados Unidos producida con combustibles fósiles como el carbón) y la fabricación de baterías es letal para el ambiente.
Pero políticamente, hablar de “energías limpias” sirve a los demócratas para simpatizar con sus seguidores y atraer a grupos sociales ambientalistas, quienes no terminan siendo otra cosa que militantes. No hay soluciones reales a la vista.
“E-fuels”, una opción más sensata
El presidente Biden aseguró en junio de este año que las energías limpias son asunto de seguridad nacional. Lo mencionó debido a la crisis energética que se viene suscitando por la guerra de Rusia contra Ucrania. Pero el propio mandatario se ha encargado de derrumbar su discurso cuando prefiere trasladarse personalmente a cumbres ambientalistas en aviones que generan toneladas de CO2 y una enorme huella de carbono.
A pesar de eso, las maromas políticas continúan. En el caso de California, la idea de Newsom es que otros estados repliquen la decisión de abandonar los vehículos que usan combustible. Para el gobernador, “la crisis climática se puede resolver si nos enfocamos en los grandes y audaces pasos necesarios para detener la ola de contaminación por carbono”.
Para que se materialice esa medida falta la aprobación del Gobierno federal. Sin embargo, el trecho para su puesta en práctica será largo. Empresas como Volkswagen están marcando distancia de los vehículos eléctricos y sumando aquellos que usen combustibles sintéticos o “e-fuels” porque reconocen que el cuidado del planeta no depende solo del uso de electricidad. Para el CEO de todas las marcas del Grupo Volkswagen, Oliver Blume, sumar esta nueva opción es una decisión más sensata.
El crimen detrás de las baterías eléctricas
Son tecnológicos, lujosos en muchos casos, y parecen no dañar al ambiente. Pero detrás, los vehículos eléctricos son grandes contaminantes. Sus baterías necesitan litio, níquel y cobalto, y para obtenerlos, el costo humano es alto.
En el año 2019, familiares de niños que trabajaban en minas de cobalto en la República Democrática del Congo demandaron a tecnológicas como Google y Microsoft por haber propiciado muertes y lesiones de gravedad. Ese país provee 50 % del cobalto que es utilizado en el mundo, según Amnistía Internacional. Y tan solo en 2016 se calculaba que 40000 menores trabajaban en las minas, según reportó UNICEF.
Las jornadas de trabajo pueden ser de 12 horas o de un día completo, e incluye tener que cargar cajas de entre 20 y 40 kg “por uno o dos dólares estadounidenses por jornada”.
Pero sobre esto, nada se dice en la Casa Blanca.