África subsahariana, una región con 49 países y rica en recursos y minerales se configura en este último tiempo como una zona estratégica para Rusia, cada vez más interesada en concentrar poder bajo el mandato de Vladímir Putin. Es tanta la importancia geopolítica y económica de esa zona que recientemente Estados Unidos tuvo que anunciar una “nueva estrategia” que le permita no solo contrarrestar la influencia del Moscú, también la de Pekín a través del comunismo chino.
En el documento que explica los próximos pasos a seguir, Washington también rechaza el acercamiento de Rusia, “que identifica la región como un entorno permisivo para empresas paraestatales y militares privadas, a menudo fomentando la inestabilidad para obtener beneficios estratégicos y financieros”.
¿Pero por qué esta zona sale de repente a relucir con fuerza en las políticas de la Administración Biden? Hay que partir de varios puntos: la región alberga el 30 % de los minerales esenciales para el mundo moderno, la segunda selva tropical más grande del planeta y está situada a lo largo de las principales líneas marítimas de comunicación y comercio en el Océano Atlántico, el Golfo de Adén y el Océano Índico.
A nivel político, cuenta con tres puestos no permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU “y representa uno de los mayores grupos regionales con derecho a voto (28 %) en la ONU y otros organismos multilaterales”. Es por donde se le mire, es una región indispensable para las grandes potencias que hoy buscan expandir su influencia: Rusia y China.
La jugada geopolítica de Putin
Rusia mantuvo una relación muy estrecha con África en tiempos de la Guerra Fría a través de la Unión Soviética. Pero los nexos mermaron con la caída del Muro de Berlín hasta que Vladímir Putin entró en escena. Desde entonces, ha tejido toda una red de influencia que se encargó de hacer oficial en 2019 con la primera cumbre Rusia-África, enmarcada en el lema «soluciones africanas a problemas africanos». Más de 40 líderes de Estado extendieron su mano a Putin para cerrar acuerdos.
Lo que ocurrió allí no fue más que la declaración pública de una conexiones profundas. Y es que en 2012 Rusia ya había condonado una deuda a países de África subsahariana por unos 20000 millones de dólares, ese fue un gesto que demostró qué tan clave es la región para Putin en el camino a su ansiado “frente multipolar”. Ese mismo objetivo es el que lo ha llevado a crear alianzas en América Latina contra Estados Unidos.
Esa “amistad” con regímenes latinoamericanos como el de Venezuela y Nicaragua tampoco se logró de la noche a la mañana. También fueron necesarios años de acuerdo bilaterales para concretar lo que hoy se hace evidente. La creación de un bloque estratégico con su principal enemigo, Estados Unidos.
Exportador de armas
De manera que así actúa el Gobierno de Putin, con acuerdos que parecen beneficiosos para los países receptores, pero aún más provechosos para Moscú. En este sentido, vale mencionar el nada despreciable negocio en materia bélica.
Para 2021, el 44 % del total de armas importadas en África subsahariana provenía de Rusia, según el informe “Tendencias en las transferencias internacionales de armas”, del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo. Por otro lado, Putin ha financiado fábricas de vehículos, minas y plantes de procesamiento y también mantiene acuerdos de cooperación militar con una veintena de esos países.
En los últimos cinco años, Rusia ha establecido en toda África un servicio de mantenimiento de equipos militares y otros programas de modernización de armamento, apuntó el Foro Económico Mundial.
Y para que no queden dudas de la extensión del brazo del Kremlin en ese continente, durante años se viene denunciando la presencia del Grupo Wagner, catalogada como una organización paramilitar y el cual a cambio de sus servicios exigiría contratos comerciales para el Estado y empresas rusas.
A firmer foothold for Russia's #Wagner group in Africa as France+allies confirm they will leave #Mali. https://t.co/Y80SRzSQcN pic.twitter.com/0KfoUJMtjO
— Jane Flanagan (@janeflan) February 17, 2022
En pocas palabras, lo que viene haciendo Rusia replica en menor escala —pero no menos ambiciosa— a la Iniciativa de la Franja y la Ruta creada por China, para teñirla de rojo explotando recursos y garantizando influencia diplomática gracias a las alianzas con los gobiernos africanos.