El presidente de Rusia, Vladímir Putin, sabe desde hace muchos años que la guerra no solo se libra en el campo de batalla, con armas y soldados. Probablemente tomó el ejemplo de la Unión Soviética cuando bajo las órdenes de Stalin se ordenó la colectivización de tierras como parte de la estrategia política, aunque los resultados fueron desastrosos, acabando con el aparato productivo y propiciando la hambruna y muerte de millones de personas.
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Ese es un ejemplo histórico de cómo el hambre funciona como arma de guerra, ya que en ese entonces la URSS tomó el control de la agricultura, garantizó la dependencia de la población hacia el Estado y se apoderó de los ingresos económicos. Al final, Stalin terminó culpando a los campesinos por el fracaso de su decisión.
El plan actual del mandatario ruso tiene atisbos de esa estrategia, aunque sus aspiraciones van más allá para incluir “decenas de millones de personas en África y Asia”. Esa es la tesis que maneja Timothy Snyder, historiador estadounidense y profesor de la Universidad de Yale. A su juicio, “Vladímir Putin se está preparando para matar de hambre a gran parte del mundo en desarrollo como próxima etapa de su guerra en Europa”.
Para explicar su argumento menciona el bloqueo a los puertos marítimos ucranianos (como los de Mariúpol) a manos de Rusia. Hasta el 24 de junio el Reino Unido estimaba que 20 millones de toneladas de granos estaban retenidos. Es decir, que Moscú esté estancado en el avance en tierras ucranianas, no significa que no considere otros puntos de ataque.
Russia has a hunger plan. Vladimir Putin is preparing to starve much of the developing world as the next stage in his war in Europe. 1/16
— Timothy Snyder (@TimothyDSnyder) July 2, 2022
“El plan de hambre del siglo XXI”
Putin estaría aplicando el concepto de guerra asimétrica, acuñado en la década de los 80 para explicar aquellos conflictos violentos que no usan armas convencionales, sino estrategias sin frente determinado para desestabilizar al enemigo. El término también incluye las migraciones masivas, el terrorismo, economías ilícitas y guerrillas.
Snyder añade que si el bloqueo ruso continúa, “decenas de millones de toneladas de alimentos se pudrirán en los silos y decenas de millones de personas en África y Asia morirán de hambre”.
“La política rusa de la memoria preparó el camino para un plan de hambre del siglo XXI. A los rusos se les dice que la hambruna de Stalin fue un accidente y que los ucranianos son nazis. Esto hace que el robo y el bloqueo parezcan aceptables”.
Las palabras que el historiador difundió en su cuenta de Twitter serían temerarias si no hubieran pruebas de tales afirmaciones. Pero sí las hay. Y sobran. Por ejemplo, Julia Davis, reconocida analista de medios rusos, difundió recientemente palabras de Margarita Simonyan, redactora en jefe del canal RT y apodada como la “Goebbels” del Kremlin, donde afirmó que “la hambruna comenzará ahora y levantarán las sanciones y serán amigos nuestros, porque se darán cuenta de que es imposible no ser amigos nuestros”.
Queda claro que el plan de Putin está en marcha.
Russia's version of "How to win friends and influence people": "All our hope is in the famine… they will lift the sanctions and be friends with us, because they will realize that not being friends with us is not feasible."https://t.co/bmOBJxSe5l
— Julia Davis (@JuliaDavisNews) June 20, 2022
Es así como continuando con la explicación de Timothy Snyder, el plan de Putin para propiciar el hambre en gran parte del mundo está destinado a funcionar en tres niveles: destruir el Estado ucraniano cortando sus exportaciones; generar refugiados del norte de África y Oriente Medio —zonas usualmente alimentadas por Kiev— para desestabilizar a la Unión Europea (UE) y junto con la hambruna crear un telón de fondo “necesario para una campaña de propaganda contra Ucrania”.
Las evidencias
Túnez, país ubicado en África del Norte, se enfrenta a una grave crisis alimentaria por la que en abril pasado la UE tuvo que financiar dos barcos de trigo “porque no había ni cereales ni fondos para pagarlos”. En junio, el país tuvo que aceptar un préstamo de 123 millones de euros del Banco Mundial (BM). El 60 % de sus importaciones de cereales provienen tanto de Rusia como de Ucrania.
Por su parte, Egipto, al noreste del continente, padece un grave desabastecimiento de trigo debido a que 80 % de sus importaciones depende de los dos países en guerra. Marruecos, Libia y Argelia están pasando por dificultades similares. Se cumple entonces el análisis del profesor de la Universidad de Yale.
En paralelo, trascendió cómo el Ejército ruso se apropia de los granos ucranianos para comercializarlos en el extranjero aún con las denuncias del gobierno de Volodímir Zelenski. Imágenes satelitales de la BBC difundidas el 3 de julio muestran cómo camiones robados fueron llevados hasta Crimea. Luego, el grano ucraniano se mezcla con el ruso para certificarlos y exportar en barcos a Siria o Turquía.
Los tentáculos de Putin en el mundo
Pero no solo se trata de propiciar el hambre en gran parte del mundo como próxima etapa de la guerra. Los tentáculos de Putin parecen enquistados en otras regiones como en América Latina.
¿Qué busca en esta parte del planeta? Influencia, presión contra Estados Unidos y la consolidación de “un mundo multipolar”, como lo recalcó en el más reciente Foro Económico Internacional de San Petersburgo. Gracias a esos lazos tejidos durante años su presencia en territorios caribeños se va a ampliar en agosto con ejercicios militares en Venezuela junto a Irán, China y otra decena de países aliados.
En un viaje reciente del presidente argentino Alberto Fernández a Moscú, Putin logró que este se comprometiera a reducir su dependencia de Estados Unidos. Por otro lado, para 2021 Rusia se posicionaba como el cuarto proveedor de trigo de Perú de acuerdo el Ministerio de Desarrollo Agrario; además ese país también importa insumo para fertilizantes, urea y nitrato de amonio. Con Ecuador, el intercambio comercial creció 28,8 % el año pasado, según cifras oficiales del Kremlin.
De manera que las alianzas económicas son enormes, sin mencionar las políticas-estratégicas. En este sentido, Rusia también logró una enorme dependencia de Europa del gas y el petróleo que hoy se esfuerza por prescindir. Todo esto da cuenta del expansionismo de Vladímir Putin que a la par pretende usar el hambre en sus expectativas de alcanzar mayor poder geopolítico.