Un nuevo documento publicado por el Foro Económico Mundial (WEF, en inglés) asoma que su fundador, Klaus Schwab, y el resto de socios como el multimillonario George Soros, están pisando el acelerador en sus objetivos globalistas ocultos bajo el pretexto de “salvar al mundo y a la humanidad”.
Es una excusa que les ha servido para terminar influyendo en el pensamiento colectivo a través de causas como la igualdad social, el racismo, las migraciones o el cambio climático. El texto recientemente difundido tiene que ver con este último punto.
Pero lejos de enfocarlo en temas que meramente tendrían que ver con el ambiente, el también conocido Foro de Davos, orienta el texto explícitamente a la política, sugiriendo que las democracias del mundo podrían estar en peligro si no se adoptan las energías verdes que promueven los mismos que lideran la Agenda 2030, con principios totalitarios al querer imponer un único pensamiento y un modelo de vida.
Es decir, la apropiación de banderas sociales —la cual venía haciéndose de una manera un tanto disimulada al poner de primero una lucha por “igualdad” y por detrás objetivos políticos— queda en evidencia cuando el Foro Económico Mundial engloba bajo un mismo paraguas a dos problemas: “el cambio climático y el declive de la democracia”.
The green energy transition is key to safeguarding democracy. Here's why https://t.co/5INzvqJA2s
— World Economic Forum (@wef) July 11, 2022
El plan: encarecer los combustibles
El comunicado condiciona ambos conceptos aseverando que “durante los últimos 15 años, la democracia ha estado en declive en todo el mundo”. Seguido por la idea de que “para proteger y promover la libertad, las principales democracias deben fortalecer sus economías”.
Es una agenda de imposición ideológica —y ahora económica— que tal como han reseñado varios autores, presenta 17 objetivos que son puestos sobre la mesa con romanticismo, pero sin admitir discrepancias. De manera que más allá del fin en sí mismo, los cuestionamientos surgen “por todo lo que se exige hacer o dejar de hacer para alcanzarlos”.
“Sacrificar un mayor progreso hacia una economía baja en carbono podría poner a las democracias en un peligro económico mayor, no menor”, añade el texto del Foro de Davos.
Es así como se pretende mermar el mercado mundial de hidrocarburos que hoy garantiza ingresos no solo para las mayores potencias del mundo, sino para otros países menos desarrollados. Al final, la exigencia es adoptar las energías verdes y en este contexto el texto toma como excusa la guerra rusa en Ucrania para demostrar “un enfoque renovado sobre esta debilidad económica”.
Una de las ideas que plantea entonces el Foro fundado por Klaus Schwab es que las principales democracias del G20 “eliminen gradualmente los costos y las exenciones fiscales para la producción y el consumo de combustibles fósiles”. Es decir, hacerlos más caros. En consecuencia, esas naciones “deberían invitar a otras democracias grandes y pequeñas a seguir su ejemplo”.
Amenaza más que advertencia
«Seamos claros, el futuro no está simplemente sucediendo, el futuro lo construimos nosotros, una poderosa comunidad aquí en esta sala», esas palabras pertenecen justamente a Klaus Schwab, fundador del Foro de Davos, en la edición más reciente del evento.
En ese momento también habló de la necesidad de «reforzar nuestro sistema de resiliencia contra un nuevo virus, posiblemente. U otros riesgos que tenemos en la agenda global». Es una advertencia —o amenaza— similar a la que hiciera días antes el fundador de Microsoft, Bill Gates, cuando predijo una variante del coronavirus «aún más transmisiva e incluso más fatal».
Esta y otras coincidencias son las que levantan críticas sobre si las élites integrantes del Foro Económico Mundial tienen intereses genuinos para proteger a la humanidad o solo buscan cumplir una agenda común con principios comunistas que previamente incitan el fracaso del capitalismo “para el triunfo de la revolución final”. Parte de la respuesta podría estar en la gigantesca huella de carbono que generó la última edición y que la directora de Cambio Climático del evento no fue capaz de aclarar.
Que ahora se haga un nuevo llamado explícito a adoptar obligatoriamente las energías verdes y condicionarlas al mantenimiento de las democracias mundiales, es otro punto para sospechar sobre la insistencia de los precursores de la Agenda 2030.