Las relaciones internacionales en varios rincones del mundo navegan por aguas turbulentas. La guerra desatada en Ucrania por parte de Vladímir Putin provocó que los países que han visto en esa invasión una amenaza futura a sus territorios hayan tenido que poner en marcha planes de defensa. Por ejemplo, el hecho de que Suecia y Finlandia otorgaran concesiones al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, con la condición de que este levantara el veto para que ambas naciones pudieran postularse como candidatas a la OTAN.
A ese evento se suman posibles acuerdos comerciales de Estados Unidos con dos países que mantienen disputas diplomáticas desde hace años. Es el caso de Turquía y Grecia, envueltos en diferencias por la exploración de petróleo y gas en el Mediterráneo oriental y porque Ankara viene exigiendo la desmilitarización de las islas del Egeo, al punto que ha asomado la disposición de cuestionar la soberanía griega.
Es decir, EE. UU. estaría negociando con dos países con relaciones tensa entre sí: Grecia y Turquía. Pero en el caso de este última no deja de generar recelo en la comunidad internacional el hecho de que Erdogan es cercano a Putin. Puntualmente, se trata de la voluntad que mostró recientemente el gobierno de Joe Biden de vender aviones de combate F-16 mejorados a Turquía, ya que por ser miembro de la OTAN, Washington “apoya la modernización” de la flota de combate turca, según palabras de Celeste Wallander, secretaria adjunta para Defensa y Asuntos de Seguridad Internacionales del Pentágono.
En paralelo, Grecia envió su propia solicitud a Biden para la compra de 20 aviones de combate F-35.
El regreso de las tensiones
Pero no serán solo 20 aviones, Grecia también estudia la posibilidad de comprar otro grupo de aeronaves más adelante, según palabras recientes del primer ministro Kyriakos Mitsotakis. Algo a destacar es que el proceso de adquisición será largo y que la primera entrega comenzaría entre los años 2027 y 2028. Aún así y a pesar del tedioso papeleo y múltiples etapas del acuerdo, la República helénica no quiere perder tiempo.
El impulso de Grecia para la compra de aviones llegó luego de que la Administración Biden mostrara su voluntad de vender los F-16 a Turquía. En palabras del analista geopolítico Samuel Ramani, toda la movida “subraya el regreso de las tensiones entre Turquía y Grecia en el Mediterráneo oriental después de un breve deshielo tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia”.
Greece's push for F-35s corresponds with Turkey's movement to secure F-16s. It underscores the return of tensions between Turkey and Greece in the eastern Mediterranean after a brief thaw following Russia's invasion of Ukraine. https://t.co/Gh0Aef7TuL
— Samuel Ramani (@SamRamani2) June 30, 2022
Ahora bien, la Administración estadounidense mostró esa voluntad de vender aviones a Erdogan luego de la firma del acuerdo para que Suecia y Finlandia se postularan a la OTAN. En consecuencia, quizás esto podría entrar en el grupo de concesiones, que además incluyen que ambos países nórdicos comiencen a combatir un grupo considerado terrorista por Turquía, pero que al mismo tiempo sería aliado de EE. UU. en la lucha contra el Estado Islámico. Son desafíos geopolíticos que ojalá la Casa Blanca haya tenido en consideración al momento de apoyar la eliminación del veto.
El cambio de postura de Washington
Joe Biden declaró al final de la reunión de los Estados miembros de la OTAN que el apoyo de su gobierno a la venta de aviones a Turquía no guarda relación con el acuerdo que favoreció a Suecia y Finlandia. Pero las casualidades son evidentes. En este sentido, expresó la necesidad de que la venta sea aprobada por el Congreso estadounidense.
Puede que la postura de EE. UU. sea espléndida ahora, pero no siempre ha sido así. A finales del año pasado tanto Biden como Erdogan se reunieron en Roma para mejorar sus relaciones luego de que Ankara comprara a Rusia el sistema de defensa S-400 con misiles tierra-aire. Anterior a eso, el mandatario turco estuvo a punto de expulsar a 10 embajadores occidentales por exigir la liberación de Osman Kavala, un activista turco opositor.
Así que los últimos acontecimientos muestran un cambio de estrategia de parte de EE. UU. y de los demás miembros de la OTAN. La duda que permanece es qué tan beneficiosos serán.