La prioridad de la Administración demócrata de Joe Biden no es América Latina. Lo dejó claro en sus primeros días de gobierno cuando quiso mostrar un tono fuerte contra Rusia y China y aseguró que “la diplomacia” estaría en el centro de su política exterior. En aquel primer gran discurso no mencionó a la región y automáticamente eso se convirtió en el indicio de cómo iba a funcionar su gobierno.
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Eso tuvo repercusiones, porque si bien la extrema izquierda de América Latina preparaba su propia estrategia para volver al poder en la mayoría de los países de la región, el descuido y la permisividad de Washington posiblemente se convirtieron en un aliciente. Nada más hay que ver las sanciones que Biden relajó a los regímenes de Cuba y Venezuela en los últimos meses para entender el panorama.
Ahora, con la elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia, la izquierda autoritaria celebra. Como han mencionado analistas, el país era “la joya de la corona” que buscaban regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua para fortalecerse, teniendo en cuenta que con iniciativas como el Grupo de Puebla ya habían promovido y alcanzado el poder en Perú, Chile y Honduras a través de representantes que modernizaron el concepto del marxismo, convirtiendo la lucha de clases entre burguesía y proletariado en la victimización de grupos sociales, raciales y de preferencia sexual. Es así cómo la suma de los factores da hoy por hoy una América Latina más “roja”.
Biden no se opondrá a Petro
Gustavo Petro conversó con Joe Biden dos días después de conocerse los resultados de la segunda vuelta. Según el ahora presidente electo, fue una conversación “muy amistosa” donde se planteó una relación “más igualitaria” entre ambos países.
En el camino de una más intensa y normal relación diplomática he sostenido ahora una conversación muy amistosa con el presidente Biden de los EEUU.
En sus palabras una relación "más igualitaria" en provecho de los dos pueblos.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) June 21, 2022
Puede que a la larga así sea, porque al fin y al cabo es poco probable que el mandatario estadounidense se oponga firmemente a las políticas socialistas de su futuro homólogo y al resto de mandatarios afines. “Ahora van a estar acorde, porque Biden no es un presidente de derecha. No va a hacerle la guerra a Petro si este comienza a tomar decisiones estilo Chávez, que es lo que más tememos los colombianos, sobre todo los que estamos en el exterior”, declaró a PanAm Post Adriana Rozo, republicana, empresaria y periodista colombiana radicada en Miami.
Colombia es todavía el principal socio de EE. UU. en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo en la región. Reducir el cultivo de coca y la producción de cocaína se reafirmaron como los principales objetivos de las dos naciones a inicios del año 2020. Esa configuración podría cambiar, consolidando aún más esa América Latina “roja”.
“Esto va creciendo y no es algo que va a molestarle a Biden porque él está muy en la cama con China, con todos esos países socialistas. En el caso de Colombia, no veo que vaya a poner oposición a Petro en relación con las libertades”, agregó Rozo.
Mientras estuvo Trump
Una regresión en el tiempo permitiría ver cómo la izquierda se replegaba y aquella América Latina “roja” comenzaba a desteñirse frente a nuevos gobiernos inclinados a la derecha. Por ejemplo, Mauricio Macri ganó la Presidencia de Argentina en 2015; Sebastián Piñera comenzó su segundo mandato no consecutivo en Chile en 2018; Jair Bolsonaro fue electo en Brasil en 2019; y Luis Lacalle Pou ganó en Uruguay en 2020.
El mapa geopolítico era otro. Para 2017, Donald Trump llegaba a la Presidencia de EE. UU., y con él, mayor respaldo a las libertades en América Latina. Inclusive el otrora presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, recibió un espaldarazo del entonces mandatario republicano que lo llevó a recibir gran apoyo económico y mayor reconocimiento internacional.
También hubo duras restricciones contra la cúpula chavista con sanciones económicas para cortar su caudal de corrupción a costa de los recursos del Estado. Para Rozo, con la llegada de Biden la región quedó descuidada y eso permitió la consolidación de los gobiernos de izquierda. “No es un tema que le interese. En la última Cumbre de las Américas no se planteó nada nuevo. Es lo mismo de siempre y no hubo acciones concretas”.
Países que viraron a la izquierda
Un tiempo después, aquel tinte rojo aparecía de nuevo con Alberto Fernández ganando la Presidencia de Argentina bajo el patrocinio de la expresidente socialista Cristina Fernández de Kirchner. Era un ápice de resurgimiento, pero la izquierda no podía cantar victoria y menos con la mirada atenta de EE. UU.
En Chile ocurrió entre octubre de 2019 y marzo de 2020 un estallido social que usó el alza en la tarifa del sistema de transporte público de Santiago como excusa para ir contra Piñera. El resultado fue un plebiscito nacional para redactar una nueva constitución. Luego apareció Gabriel Boric con propuestas progresistas y un supuesto socialismo democrático que lo llevaron a asumir el poder en marzo de 2022. Ya Trump no estaba en la Casa Blanca.
Colombia, a partir de abril de 2021, se llenó de protestas en principio por la reforma tributaria anunciada por el presidente Iván Duque. Asumiéndose como líder de la oposición, Gustavo Petro auspició el paro nacional que se extendió por dos meses por distintas razones sobrevenidas, a pesar de que el gobierno había retirado el polémico proyecto al quinto día de manifestaciones. Esta fue sin duda la palestra que aprovechó Petro para catapultar su candidatura seduciendo al electorado joven para alcanzar la Presidencia un año después.
Y así otros países también habían virado previamente a la izquierda: Perú con la presidencia de Pedro Castillo impulsada desde un partido comunista, y Honduras con Xiomara Castro, la esposa de quien fuera amigo de Hugo Chávez, el expresidente Manuel Zelaya.
¿Por qué Biden afloja?
No se trata solo del presidente estadounidense. Es decir, de las decisiones tomadas por él mismo, sino del aparato que tiene detrás. “El comunismo, que no es más que el globalismo disfrazado, está creciendo. Nos llevan a un nuevo orden mundial y eso lo hacen claramente desde la izquierda. Lo han dicho claramente los voceros del Foro Económico Mundial”, esboza Rozo, quien agrega que Biden termina siendo una especie de “títere”.
Es un argumento que puede apoyarse en las declaraciones reciente emitidas desde el Foro de Davos. Por ejemplo con Klaus Schwab, fundador del evento, asegurando que “el futuro lo construimos nosotros, una poderosa comunidad aquí en esta sala”.
Al respecto, asiduos asistentes a dicho foro como George Soros y Bill Gates son también financistas de grupos progresistas que actualmente la Administración demócrata apoya.
Al final, todo el contexto termina formando un círculo que explicaría por qué EE. UU. ha descuidado a una América Latina que se ha vuelto cada vez más roja. Aún así, se mantienen faros de libertad importantes como la posibilidad de que Jair Bolsonaro en Brasil logre la reelección para frenar el avance de la izquierda en el mapa político.