El viaje del dictador venezolano Nicolás Maduro a Turquía mientras se celebra la Cumbre de las Américas en Estados Unidos no es más que una declaración política. Con esta visita, el mandatario pretende hacer ver que sigue contando con aliados. Pero hay que analizar esas conexiones en detalle y precisar qué esperan esos “amigos” a cambio.
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Maduro fue recibido por su homólogo Recep Tayyip Erdogan, catalogado como un presidente cada vez más autoritario, según la oposición turca. En los últimos años se ha dedicado a estrechar alianzas con otros gobiernos igual o incluso más radicales como los de Rusia, China e Irán. Estos actualmente forman una triangulación que termina muy bien conectada con el país caribeño.
Durante una entrevista en Turquía, Maduro aseguró que Venezuela “es la mejor garantía que pueden tener los empresarios turcos para sus inversiones” y que el país puede ser el “puerto de llegada de todos los productos” de Turquía a América Latina y el Caribe. En este sentido, puso a disposición el sector turístico, minero, petrolero y un largo etcétera.
Luego de esas declaraciones, Maduro continuó con la retórica que repetía su antecesor Hugo Chávez de que “ya pasaron” aquellos tiempos cuando países de la región eran “el patio trasero del imperio estadounidense”. Sin embargo, haber puesto a disposición recursos venezolanos y haber convertido al país en una plataforma latinoamericana para las ansias expansionistas de Rusia, China e Irán con el fin de crear una nueva Gran Colombia, de acuerdo con el análisis de expertos — sumando ahora a Turquía— ¿No vendría siendo algo similar?
Tampoco es casualidad que el canciller ruso llegara a Ankara horas antes de que el dictador venezolano aterrizara en territorio turco.
Venezuela empeñada a Turquía
Chávez criticó en varias oportunidades al país ubicado entre Asia y Europa por oponerse al régimen de su amigo sirio, el dictador Bashar al Ássad. Pero las cosas cambiaron cuando llegó Maduro al poder. No solo existe actualmente una frecuencia de siete vuelos comerciales por semana a través de Turkish Airlines entre Estambul y Caracas. También han firmado numerosos acuerdos, incluyendo la supuesta asociación en 2016 con empresas de construcción turcas para la hoy fracasada Misión Vivienda.
Ese mismo año se pactó la creación “de un mecanismo de intercambio de suministros medicinales, alimenticios y de otras necesidades”. Para 2017, crearon un supuesto plan de turismo; y en 2018 firmaron “una carta de intención” en materia de defensa de la que no se conoce demasiado, acompañada de acuerdos mineros.
Se compenetraron tanto ambos gobiernos que ese diciembre, durante un viaje a Caracas, el presidente turco dijo que su país iba a “cubrir la mayoría de las necesidades de Venezuela”. La tasa de inflación anual para noviembre era de 1.300.000 % y los precios se duplicaban cada 19 días, según cifras de la Asamblea Nacional con mayoría opositora. El modelo de Maduro se hacía cada vez más insostenible. Entonces Turquía apareció como un aliado.
Turquia da un balón de oxigeno a Maduro con inversiones y apoyo político https://t.co/wTQYgFxCC5 pic.twitter.com/5UgybXvluo
— Reporte Confidencial (@RConfidencial) December 4, 2018
Para 2020, las exportaciones de Turquía a Venezuela ascendían a 236 millones de dólares, de acuerdo con el Observatorio de Complejidad Económica. Luego, en abril pasado, Maduro firmó más acuerdos con el canciller turco, Mevlut Cavusoglu, con las expectativas de triplicar las inversiones en Venezuela a unos 1500 millones de dólares. Pero nada es gratis. El dictador venezolano esta vez ofrece más petróleo, minerales y recursos al país euroasiático, así como entregó recursos a otras potencias a cambio de respaldo político y económico.
La guerra asimétrica en marcha
Aparte del ofrecimiento para incentivar las inversiones en Venezuela, no se conocen más detalles sobre el motivo del nuevo viaje de Maduro a Turquía. Pero este adelantó que hará una gira “euroasiática” sin precisar qué otras naciones tiene en agenda.
Lo que dejan las primeras horas de esta visita a Turquía es que el dictador venezolano se está asegurando el respaldo de un aliado que al mismo tiempo está cerrando nuevos convenios de exportación con el gobierno de Vladímir Putin, responsable de la guerra en Ucrania. Se teje entonces una red de alianzas de potencias interesadas en recibir a cambio mayor presencia en un país con salida directa a las aguas del Caribe y epicentro de influencia política e ideológica en Latinoamérica.
Maduro suma apoyo diplomático mientras las potencias del otro lado del mundo ganan presencia estratégica. Es otra acción más de lo que expertos llaman una guerra asimétrica contra un enemigo como Estados Unidos, desde una posición geográfica mucho más cercana.