El gobierno demócrata de Joe Biden anunció la creación de la Junta de Gobernanza de Desinformación, que no parece ser otra cosa que un «Ministerio de la Verdad», según sus críticos. Como el que retrata la —ya no tan distópica— novela 1984, de George Orwell. El fin apunta a ser similar: cambiar la historia a conveniencia de una ideología para controlar a las masas.
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Este nuevo organismo estadounidense, adscrito al Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés), sería el encargado de «contrarrestar» la supuesta desinformación sobre varios temas, como la migración en la frontera con México o noticias provenientes de Rusia. Eso es lo que se dijo de manera oficial.
Las reacciones han sido inmediatas. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, declaró que «lo que quieren hacer es publicar falsas narrativas sin que las personas puedan hablar o contraatacar». Hizo mención a que el propósito es «abogar por los encierros por el COVID-19» o defender el cierre de escuelas sin evidencias que lo respalden. Para DeSantis fue inevitable calificar esta nueva oficina como un «Ministerio de la Verdad».
La decisión de la Administración demócrata resulta alarmante porque parece reproducir no solo lo narrado en 1984 y su Ministerio de la Verdad, sino porque a lo largo de la historia han existido ejemplos similares de uso de la propaganda para fines políticos e ideológicos. Eso transgrede de todas las formas posibles el derecho al libre pensamiento.