Recientemente activistas en Noruega se encadenaron a un buque petrolero ruso para evitar que este atracara y entregara un cargamento valorado en 116 millones de dólares. El puerto en cuestión está operado por Esso, empresa subsidiaria del gigante petrolero estadounidense ExxonMobil, informó CNN. Sin embargo, más allá de la protesta y de que los activistas finalmente quedaron detenidos, lo que denota este hecho es que los barcos rusos siguen comercializando petróleo a pesar de las sanciones impuestas por la guerra en Ucrania.
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Los barcos rusos continúan atracando en puertos europeos porque no hay aún restricciones para este intercambio comercial por parte de la Unión Europea. No obstante, las propias empresas petroleras han optado por reducir sus compras a Rusia, dado el escrutinio que hay al respecto y a la dificultad para operar con bancos rusos. Al menos eso es lo que afirman a vox populi, porque hay informes de la existencia de barcos “fantasma” rusos para comercializar crudo. Es la misma técnica usada por Irán y Venezuela para evadir sanciones.
Parece que para evitar mayores escándalos y seguir garantizando su financiación, Rusia está ordenando apagar los radares de sus barcos para llegar a destinos aún desconocidos, con fuertes sospechas de que estén dirigiéndose a China e India. Particularmente Pekín niega que esté tranzando nuevos negocios con Moscú, pero entonces ¿por qué los buques desaparecen?
El manual de los barcos “fantasma” rusos
Las operaciones de barco a barco no se detuvieron por completo a raíz de las sanciones. “Simplemente pasaron inadvertidas”. Esa es la conclusión de un análisis elaborado por la consultora israelí de inteligencia artificial marítima Windward. En total, la actividad de estos barcos “fantasma” rusos aumentó 600 %, si se compara con el período previo a la guerra. “Estamos viendo un pico en los petroleros rusos que apagan deliberadamente sus transmisiones para eludir las sanciones”, declaró el CEO de Windward, Ami Daniel.
Hay un caso interesante rastreado por la firma. “El 31 de marzo de este año, un petrolero cargado de crudo con un volumen estimado de 700.000 barriles, llegó a Hawái procedente de Corea del Sur. Antes de su partida, estaba involucrado en una operación de barco a barco con otro petrolero de crudo”, relata el texto.
En esa operación no habría nada irregular. Las transferencias de barco a barco son usuales. Pero hubo un dato llamativo: “Antes de llegar a Corea del Sur, el petrolero hizo escala en el puerto de De Kastri, Rusia, su puerto de operación habitual”.
Russian Oil Trading Happening Under the Radar? https://t.co/irxRIOdUuf
— Nisi Setyobudi (@NisiSetyobudi) April 8, 2022
Petróleo difícil de rastrear
Si nos remitimos a las cifras, hasta el 21 de abril, “se cargaron más de 11,1 millones de barriles en camiones cisterna sin una ruta planificada, frente a casi cero antes de que comenzara la guerra de Ucrania”, según TankerTrackers.com.
Ocultar el dato de procedencia se hace indispensable para los países que necesitan el petróleo ruso. De hecho, el buque que llegó al puerto noruego iba a manos de una filial de la estadounidense Exxon. Como bien se sabe, Biden prohibió la compra a Moscú como retaliación por la guerra.
Que los barcos rusos tengan destino desconocido es señal “de que el petróleo se transporta a barcos más grandes en el mar y se descarga”, dijeron analistas a Wall Street Journal. Luego, “el crudo ruso se mezcla con la carga del barco, desdibujando su procedencia”. Es la misma técnica usada por el dictador venezolano Nicolás Maduro, aprendida del manual iraní.
Supuestamente el crudo tendría “mezcla de Letonia” y “de Turkmenistán”. Luego se ofrecen para la venta informando “que están mezclados con cantidades sustanciales de petróleo ruso”.
El incentivo económico
Adicionalmente, hay un aliciente en todo el tema de los barcos “fantasma” rusos. El crudo conocido como Urales, proveniente de Rusia, se ofrecía a inicios de marzo con un descuento de 30 % respecto a precios de referencia como el Brent. Con un precio más débil, aparecieron compradores.
Esa podría ser la razón por la que los envíos a Rumania, Estonia, Grecia y Bulgaria se duplicaron en abril, según Fortune. Los volúmenes hacia Países Bajos, el primer comprador europeo de gas ruso, “también aumentaron sustancialmente”.
“Si no te preocupan las sanciones, el incentivo económico está ahí”, fueron las palabras a CNN de Michael Tran, director gerente de RBC Capital Markets.