
Los ciudadanos chinos están reviviendo los horrores del confinamiento que hace dos años detuvo sus vidas por el primer brote de coronavirus. Esta vez, debido al rebrote en China y a la política de “cero covid” llevada adelante por el régimen de Xi Jinping, otra vez deberán encerrarse en sus hogares y pasar por pruebas diarias de PCR. Si un solo caso es detectado en un edificio, todos los que allí viven deberán aislarse. Un claro contraste con la apertura que experimentan otros países y la alta tasa de vacunación.
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Las medidas son duras y están registradas en videos, sin contar la premura de las personas por abastecerse de alimentos debido al nuevo encierro que no se sabe cuándo terminará. Que empleados sanitarios lleguen a soldar las puertas de edificios para evitar la salida de vecinos es quizás la cereza del pastel que da por sentado el empeoramiento de las restricciones.
Parece increíble que, dos años después, volvamos a ver en China imágenes de autoridades soldando las puertas de los edificios en cuarentena para evitar que los vecinos díscolos salgan. Y esta vez nada menos que en Shanghái. pic.twitter.com/l8ukEfZbjh
— Zigor Aldama 齐戈 (@zigoraldama) March 30, 2022
El miedo de los habitantes por el rebrote de coronavirus en China no pasa por contagiarse, sino por dar positivo y quedar aislado en las instalaciones previstas por el régimen. Tal como le ocurrió a Emma Leaning, columnista en Shanghai Daily. En Twitter publicó fotos de los escasos alimentos y pobres condiciones padecidas junto a otras casi 7000 personas. Tan solo le ofrecieron un pedazo de tela y un balde para asearse. Los baños son aún peores “sin agua caliente, sin jabón y sin papel higiénico”.
No shower facilities so it’s a bucket and flannel job. pic.twitter.com/QdOOaHjPPr
— Emma Leaning (@LeaningEmma) March 27, 2022
Este 30 de marzo la Comisión Nacional de Sanidad de China, reseñada por EFE, anunció la detección de 1629 nuevos positivos, del total 1565 son por contagio local. Adicionalmente informó de 7196 casos asintomáticos, aunque Pekín no los computa como casos confirmados a menos que manifiesten síntomas.
Horror generalizado
Shanghái, la ciudad más poblada de China con 24 millones de habitantes, comenzó este 28 de marzo un confinamiento de dos fases. Es la capital financiera y la mayor ciudad del país y naturalmente eso preocupa a los mercados debido a repercusiones en la cadena de producción global.
Las emociones de los habitantes de Shanghái están a punto del quiebre, así reportó CNN junto a imágenes de personas desesperadas por abastecerse de alimentos en un supermercado. Por otro lado, un reporte de France 24 detalló que si bien estará permitido pedir comida o suministros a domicilio, los repartidores no podrán acceder a los edificios.
Respecto al sector laboral, el régimen del Partido Comunista chino (PCCh) ordenó a las empresas el trabajo remoto, excepto en los casos de compañías “que garantizan la vida y la operación de la ciudad”, como el sector energético, de telecomunicaciones o de suministro de alimentos. Empresas multinacionales como Toyota y Volkswagen han detenido sus operaciones por estas imposiciones.
Jilin, una provincia nororiental de China, también está padeciendo el radicalismo del régimen. Según BBC, sus residentes tienen prohibido moverse y cualquiera que quiera salir de la provincia debe solicitar un permiso policial.
Hartazgo de los ciudadanos
El contexto en las calles de China respecto al rebrote causado por la variante omicron puede hacer parecer que el país retrocedió dos años. Por eso optaron por salir a las calles en protesta ante decisiones de un régimen que cercena sus libertades, de circulación, de trabajo y de una vida digna. Muchos reclaman no tener ingresos ya que no están cumpliendo con sus jornadas laborales y eso los lleva a ahogarse en deudas.
Los funcionarios ataviados con trajes biológicos lanzan patadas y puños contra los civiles. Todo sea por imponer las órdenes del PCCh en su política de “cero covid”. Si hablamos de los extranjeros, aquellos no residentes “tienen vetada la entrada en el país”, mientras que nacionales o foráneos residentes que quieran regresar a China “deben cumplir con una cuarentena de un mínimo de dos semanas —a menudo tres e incluso cuatro— en un hotel cuyo precio deben asumir”, agregó EFE.
Todo esto ocurre en China mientras que en Ucrania transcurre una guerra iniciada por Rusia que podría cambiar la dinámica de la geopolítica global. Al igual que están haciendo los talibanes en Afganistán, el régimen chino parece aprovechar que el foco de la atención internacional está en Europa del este para arreciar sus radicales prohibiciones.