“El fin justifica los medios”, esa parece ser la premisa del autócrata Vladímir Putin en su objetivo para apoderarse de Ucrania con la invasión que ya lleva más de un mes en curso. Dentro de este propósito el grupo Wagner, una organización paramilitar rusa, estaría negociando con Hezbolá para enviar combatientes al país gobernado por Volodímir Zelenski.
Las partes acordaron enviar 800 combatientes de la organización terrorista libanés a Ucrania, según Novaya Gazeta, el medio independiente ruso que anteriormente ha sido víctima de ataques de parte del gobierno de Putin. La tarifa sería de 1500 dólares por mes. Dicho portal citó al canal Al Hadas que forma parte de la compañía Al-Arabiya (la mayor empresa de televisión en idioma árabe del mundo), de la cual obtuvo formularios que llenaron los integrantes de Hezbolá para volar a suelo ucraniano. Allí se ven datos de nombres, fechas de nacimiento, entrenamiento militar y la experiencia de combate.
No es la primera información que trasciende referente a la contratación de grupos irregulares para atentar contra Zelenski. La información sobre la próxima presencia de Hezbolá en Ucrania se una al alarmante descubrimiento que hizo The Times a finales de febrero relacionada con 400 mercenarios rusos desplegados para “decapitar” al gobierno en Kiev.
En esa ocasión también se hizo mención al grupo Wagner, casualmente dirigido por un chef multimillonario cercano a Putin de nombre Yevgeny Prigozhin, dueño empresas sancionadas por Estados Unidos. La organización paramilitar “trajo mercenarios desde África a cambio de una generosa bonificación financiera”. La información llegó al gobierno ucraniano decantando en un toque de queda de 36 horas para barrer la ciudad en busca de saboteadores rusos.
La complicidad de Lukashenko
Como si no fuera poco el plan de introducir la presencia de Hezbolá en Ucrania, también está que anteriormente la dictadura bielorrusa de Alexandr Lukashenko ha sido señalada por tomar parte en la guerra. Como bien se sabe, el mandatario es fiel cómplice de Putin al punto que ambos se declaran los líderes del Estado de la Unión (organización supranacional de integración de Rusia y Bielorrusia).
A Lukashenko no le quedó de otra que negar su participación en la invasión rusa. Aquel 24 de febrero confesó que habló telefónicamente con su homólogo ruso. “Como me dijo, el objetivo de la operación es poner fin al genocidio del pueblo en las regiones de Donetsk y Lugansk”, esgrimió.
Pero sus palabras no tuvieron validez. El 28 de febrero, Estados Unidos denunció el envío de tropas bielorrusas para apoyar a Moscú. “Está muy claro que Minsk ahora es una extensión del Kremlin”, sentenció una fuente según The Washington Post.
Para el 22 de marzo trascendió una imagen satelital de fuerzas rusas desplegadas al sur de Bielorrusia, a solo 30 kilómetros de la frontera con Ucrania.
NEW: Russia has deployed more ground forces in southern Belarus, just 18 miles from Ukraine’s border, per overhead imagery.
Here’s satellite photo indicating new troop tents and equipment being staged in the Belorussian city of Dublin.
📷:@Maxar pic.twitter.com/KKDLMjFKTU
— Jack Detsch (@JackDetsch) March 21, 2022
¿Riesgo de magnicidio?
Distintas investigaciones y expertos han destacado cómo la “operación militar” de Putin fracasó en el sentido de que en lugar de una rendición rápida ucraniana, lo que se encontró el mandatario fue una férrea resistencia que impide día a día el avance de sus tropas. El desgaste ha sido evidente, Moscú dijo hace pocos días que se concentraría a partir de ese momento en la región separatista del Donbás sumado a un aparente repliegue que países de la OTAN miran con cautela. Solo los días darán un veredicto definitivo sobre la batalla.
Sin embargo, no son pocas las alarmas que enciende este despliegue de soldados de Hezbolá a Ucrania. La primera etapa de envío de militantes está prevista, según medios locales, para el martes 29 de marzo, agregó Novaya Gazeta. Presuntamente 200 combatientes serán trasladados desde Damasco, capital de Siria, a una base aérea militar en la región de Gomel, en Bielorrusia.
No es descabellada la teoría del tabloide ruso sobre la influencia que esta presencia podría tener en el curso de la invasión. La lucha “es la forma de vida de Hezbolá” al punto que los hijos de sus integrantes también son entrenados en explosivos, guerra de guerrillas y supervivencia. El secretario del grupo terrorista negó cualquier participación en Ucrania, pero es conocido cómo estas negativas se diluyen con el paso de los días y posteriormente aceptan haber estado presentes. Ha pasado en Yemen e Irak.