Antes de que se desatara la guerra en Ucrania, Alemania estaba siguiendo una política de no exportación de armas a zonas de conflicto. La razón fue el violento antecedente de la Segunda Guerra Mundial, el cual sus actuales líderes no quieren repetir. Sin embargo, el pasado 26 de febrero ocurrió un anuncio histórico. El país europeo exportaría 1000 armas antitanque y 500 misiles de tierra-aire. Además, apoyó la exclusión de bancos rusos del sistema SWIFT.
Oficialmente Alemania entraba como figura activa en apoyo a Ucrania. Para el canciller alemán, Olaf Scholtz, la nueva política exterior obedecía a “una nueva realidad”. De esta manera pasaba a formar parte de la gran mayoría dentro de la Unión Europea (UE) y de la OTAN dispuesta a frenar a Moscú.
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Para el 3 de marzo, Alemania ya enviaba 2700 misiles antiaéreos, según la agencia de noticias DPA, armas que formaban parte de antiguos stocks del Ejército de la extinta República Democrática Alemana (RDA), Estado satélite de la URSS. Actualmente se estima que el país ha suministrado armas al gobierno de Ucrania por 37 millones de euros, según el portal Spiegel Online. Lo llamativo es que, según una lista confidencial del gobierno obtenida por ese medio, el envío es mayor “de lo que se sabe públicamente” y “se están preparando más entregas”.
No es una novedad que en un contexto de guerra algunos países suministren más armas de las que se anuncian oficialmente, como estaría ocurriendo con Alemania. De igual manera, la burocracia de Berlín va a documentar todo. Sin embargo, detrás de ese dato está el hecho de que este país europeo es un gran dependiente de la energía rusa y el envío de armas al enemigo de su principal proveedor de gas podría ser contraproducente para Berlín. Hay temor a perder el suministro de gas ruso, pero también se están manejando alternativas para disminuir la dependencia.
Planes a largo plazo
El país europeo más poderoso de la OTAN recortó recientemente el impuesto al combustible para aliviar la carga del aumento de precios por la guerra en Ucrania. Eso demuestra que hay recelo por lo que pueda ocurrir en el contexto bélico y por “jugar con fuego” al suministrar tal cantidad de armas a Ucrania. Alemania depende del gas ruso en un 55,19 %, según el informe del año 2020 de BP Statistical Review of World Energy. Se usa en hogares, industrias, calefacción y fabricación de productos químicos.
En total, 77,65 % de las exportaciones de gas ruso fueron para Europa en 2020. En lo que respecta a derivados del petróleo, Rusia vendió a ese continente 53,15 % de sus exportaciones. Esto da una idea de por qué Alemania se ha resistido a apoyar un embargo total a Rusia. No obstante, como sugieren analistas, tarde o temprano habrá que tomar decisiones ante la presión del Kremlin, sobre todo ahora que comenzó a exigir el pago en rublos. Y para ello hay varios planes en marcha.
Estados Unidos avizoró una solución a corto plazo. El presidente Joe Biden está en Bruselas conversando con el G7 sobre la dependencia energética europea. Washington está concretando un plan para enviar 15000 millones de metros cúbicos adicionales de gas natural licuado (GNL) para fines de 2022, según el Financial Times. La idea es “reemplazar 50000 millones de cm3 de gas actualmente suministrado por Rusia con suministros alternativos”.
Apparently US plans to export up to 15bcma of #LNG for Europe this year. That's less than 10% of what Gazprom exported to Europe (including Turkey) in 2021. https://t.co/aW6a9Y3wPM
— Elchin Mammadov 🇺🇦 (@elchinmamedov) March 24, 2022
Otro reporte, esta vez de BBC, indica que “se están llevando a cabo discusiones con actuales proveedores de gas, incluyendo Noruega, Argelia y Azerbaiyán, para aumentar el flujo”. Qatar y Australia también entran en esos planes.
El broche de oro podría llegar antes de 2030 con el plan REPower EU, el cual buscará la diversificación del suministro de gas y el impulso de energías renovables. La Comisión Europea emitió hace pocos días un pronunciamiento al respecto.
El gran “pero”
Que Rusia ahora exija el pago de su energía en rublos también es el reconocimiento al impacto que han tenido las sanciones económicas occidentales. Sobre esto, el canciller alemán, Olaf Scholz, recordó durante un encuentro de jefes de Estado de la OTAN y del G7 que los tratados contemplan pagos en euros o en dólares, no en moneda rusa.
No se sabe a ciencia cierta el efecto en Europa, y específicamente en Alemania, que estos cambios económicos puedan tener en los próximos días. El Banco Central Europeo reconoce que las perspectivas de inflación de la zona del euro “se han vuelto muy inciertas”.
Además, hay temas operativos que se deben resolver, como falta de terminales para recibir GNL, ya que Alemania también suspendió la certificación del gasoducto Nord Stream 2 que le iba a garantizar suministro directo desde Rusia. O deberá depender de otros países o deberá construirlas.
Se entiende entonces por qué los países que apoyan a Ucrania envían más dinero y armas de lo que reconocen oficialmente —como Alemania— ya que esperan que las sanciones finalmente surtan efecto para que Putin desista de la invasión sin que que su abastecimiento interno se vea afectado.