Cuando la Unión Europea, Canadá y posteriormente Estados Unidos anunciaron la prohibición de vuelos rusos en sus respectivos espacios aéreos, resultó más que evidente lo aislado que iba a quedar el país gobernado por Vladímir Putin. Sin embargo, el mandatario decidió responder con el autoritarismo que lo caracteriza y firmó una nueva ley que permitirá la incautación de aviones extranjeros en suelo ruso.
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Las aerolíneas rusas podrán retener aeronaves alquiladas a arrendadores extranjeros que se retiraron del mercado o hayan cancelado contratos tras las sanciones de Occidente por la invasión a Ucrania, explicó TASS, la agencia de noticias del Kremlin. Al irse, no seguirá vigente el certificado de aeronavegabilidad emitido por el país de origen. Por ende Rusia podrá registrarlos y operarlos. El objetivo es apoyar los vuelos nacionales y “garantizar el funcionamiento ininterrumpido de las actividades en el campo de la aviación civil”.
No es más que un intento de Putin por mantener vivo el sector aeronáutico. Pero solo tendrá un efecto limitado, según The Wall Street Journal porque las sanciones también prohíben el mantenimiento o el suministro de repuestos para aviones. No contar con eso pondría en riesgo a futuros pasajeros.
Alrededor de 515 aviones con un valor de estimado de unos 10000 millones de dólares se alquilan desde Rusia a empresas extranjeras, según la firma de análisis Cirium.
La jugada de Moscú
Si bien países occidentales prohibieron la entrada de aviones rusos en sus cielos y pidieron a las empresas cortar relaciones comerciales, Putin también puso una piedra de tranca. El pasado 28 de febrero cerró el espacio aéreo ruso a 36 países europeos y Canadá luego de recibir las numerosas restricciones económicas. Solo se considerarían excepciones “con una autorización especial” emitida por el Ministerio de Exteriores. El aislamiento internacional que comenzaba a experimentar guarda similitudes con Corea del Norte e Irán.
Fue una jugada contra las empresas extranjeras. La UE pidió cancelar sus contratos con las aerolíneas rusas antes del 28 de marzo, lo que significaba que los aviones debían volver a manos de sus propietarios. Pero la orden de emitida desde el Kremlin, al cerrar el espacio aéreo, dificultó el proceso. Putin se quedaría con aviones extranjeros, aunque sin demasiados cielos para volar.
Soledad, es la palabra que hoy podría definir al espacio aéreo ruso. Pocos o casi ningún avión transitan sobre ese país de acuerdo con el monitoreo de Flightradar24. Ucrania está en la misma situación, aunque la decisión del gobierno de Volodímir Zelenski se debe al alto riesgo de seguridad por la guerra.
“Canibalismo” de aviones
Ahora bien, al Putin dar esta orden, que dará como resultado tener aviones extranjeros sin el debido mantenimiento de las empresas que los fabricaron, podría originar lo que se conoce como “canibalismo” entre aviones. Ocurrió en Venezuela cuando el sector aéreo se vino a pique alrededor del año 2017 por la salida de numerosas aerolíneas y empresas relacionadas, producto de la crisis económica y la falta de garantías jurídicas. La solución momentánea era tomar piezas de algunas naves para instalarlas en otras. Otro de los numerosos legados del chavismo.
Ahora Putin lo está provocando a su manera. La guerra que inició en Ucrania conllevó a que Boeing y Airbus, fabricantes de aviones, cortaran vínculos con Rusia. En pocas palabras, no habrá suministro de repuestos, mantenimiento, ni soporte técnico. Según The Guardian los aviones de los dos fabricantes representan casi dos tercios de la flota rusa: 332 aviones Boeing y 304 aviones Airbus. Además, las sanciones producto de la masacre provocada por Moscú bloquearán la entrega de 37 nuevas naves a las aerolíneas rusas este año.
“Debido a que las piezas son limitadas, esperamos ver aviones que están en tierra en Rusia siendo robados para mantener el resto de la flota operativa”, explicó Peter Walter, director de gestión técnica de la consultora de aviación IBA.
Será cuestión de esperar y ver qué tanto aguantará la nueva orden firmada por el presidente Putin que afecta a los aviones extranjeros.