A los 83 años falleció uno de los hombre más conocidos del mundo, luego de ser hospitalizado en la ciudad italiana de Parma por una infección pulmonar. Esta fama que obtuvo con los años no se ganó por buenos méritos, sino por un caso que es considerado “la mayor bancarrota fraudulenta de Europa”. Se trata de Calisto Tanzi, fundador de Parmalat.
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Su arresto pasó a ser domiciliario ya que sobre él pesaba una sentencia de 18 años de cárcel por bancarrota fraudulenta y asociación ilícita. Y es que en agujero financiero de 14000 millones de euros derrumbó a la compañía que manejaba tras falsificar varias cuentas. El caso fue más que polémico al provocar la pérdida de los ahorros de más de 30000 pequeños inversores que compraron deuda de la empresa.
Aquella sentencia de 2008 y ratificada en 2011 no llegó sola. La Justicia también exigió a exejecutivos de Parmalat que pagaran a la empresa 2600 millones millones de dólares y el reembolso a los inversionistas defraudados.
No obstante, a pesar de que Calisto Tanzi se convirtió en uno de los mayores estafadores de la historia, no ha sido el único que ha estado en el ojo del huracán con grandes polémicas. Otros, por ejemplo, crearon identidades falsas para convertirse en pilotos, jueces o prefirieron vender iconos como la Torre Eiffel.
Falso piloto de aviones
Frank Abagnale pasó de ser el malo al bueno y su historia inspiró incluso una película de Hollywood. Nacido en 1948 en Bronxville, en Nueva York, Estados Unidos, comenzó con las artimañas a los 15 años cuando le pidió a su padre la tarjeta de crédito para comprar repuestos y así usarlos en su nuevo vehículo. Sin embargo, terminó revendiendo los artefactos a mayores precios. Posteriormente comenzó a falsificar cheques y la historia no se detuvo.
Adquirió personalidades falsas, desde médico hasta agente del Servicio Secreto y piloto de una aerolínea. Viajó unas 200 veces por el mundo como piloto pasajero sin pagar boletos de avión. Luego de dos años, cuando comenzó a levantar sospechas, cambió de identidad para convertirse en un médico en Georgia, EE. UU.
Ya tenía varios países a sus espaldas cuando se instaló en Francia y fue arrestado. Acá es cuando la historia dio un giro: el gobierno estadounidense le ofreció la libertad a cambio de colaborar en la lucha contra el fraude. Escribió libros y fundó una consultora especializada en el tema.
Vendedor de la Torre Eiffel
Victor Lustig fue conde del imperio austrohúngaro y en su haber quedó un negocio fraudulento por vender una supuesta “fotocopiadora de billetes falsos. Sin embargo, lo interesante vino después, al hacerse pasar por subdirector general del Ministerio de Correos y Telégrafos de Francia.
En aquel entonces, bajo esta “pantalla”, Lustig convocó una reunión con empresarios por el año 1925 asegurando que la Torre Eiffel sería vendida como chatarra por las dificultades del gobierno francés para mantenerla y mostró documentos de “propiedad”. Todo era falso. Una trampa en la que cayó uno de esos seis empresarios llamado André Poisson.
El mismo negocio lo hizo dos veces. Luego llegó a estar en contacto con el mismísimo capo de la mafia italiana, Al Capone, a quien convenció de invertir unos 50000 dólares en un negocio que no existía. Luego de otras estafas fue apresado hasta que murió en 1947.
De monje a psicólogo
Ferdinand Demara tuvo decenas de identidades, al punto de memorizar un libro de medicina para salvar vidas en el Ejército canadiense. También fue monje, abogado, oncólogo, director de prisiones y profesor universitario.
Nacido en diciembre de 1921 en Massachusetts, EE. UU., tuvo un amplio expediente en estafas. No obstante, el punto cumbre fue cuando la Guerra de Corea, en 1953. El portal ABC recuerda que Demara se había alistado en la Marina canadiense bajo el nombre de Joseph Cyr, el nombre de un cirujano al que había conocido en Harvard. Fue enviado al destructor Cayuga para prestar servicio y salvó la vida de varios militares. En 1959 apareció en la portada de la revista “Life”. Murió de un infarto en 1982 y su vida se convirtió en una película llamada “El gran Impostor”.