La cuenta regresiva para los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín está acumulando tensiones desde que el Gobierno de Joe Biden oficializó su llamado al boicot. Hasta el momento cuatro países se han sumando a la iniciativa de Estados Unidos, despertando la ira del régimen chino al punto de advertirle a la Casa Blanca que “pagará un precio” por su decisión.
Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda siguieron los pasos de EE. UU. sin hacer caso a las amenazas de Pekín. Boris Johnson, primer ministro británico, basó su decisión en “repetidas violaciones de los derechos humanos” a manos del Partido Comunista de China (PCCh) dirigido por Xi Jinping.
La lista de abusos es larga. Los reclamos se han extendido de tal manera que marcas de ropa, de tecnología, deportistas y varios gobierno del mundo han marcado distancia con China debido a las violaciones de los derechos humanos contra minorías religiosas o torturas escalofriantes contra disidentes.
En consecuencia, los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 se convirtieron en una declaración diplomática de oposición a China. EE. UU., Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda no enviarán representantes políticos, aunque sí permitirán participar a sus deportistas.
Una posición incómoda
“No enviaremos representantes diplomáticos a Pekín para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno”, aseveró el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, quien hizo énfasis en que ha sido “muy claro” desde hace años en que está preocupado por las violaciones de derechos humanos en el país asiático.
Por su parte, el primer ministro australiano, Scott Morrison, dejó en claro su adhesión a la iniciativa. “Lo hago por el interés nacional de Australia. Es lo correcto”.
No quedó por fuera Nueva Zelanda, aunque a diferencia del resto de las naciones, el vice primer ministro neozelandés, Grant Robertson, alegó que la ausencia será por razones sanitarias debido a los contagios por COVID-19. “Ya hemos dejado claro que no estaremos allí a nivel ministerial”, reiteró ante los medios.
Lo que plantean estos pronunciamientos es una posición contra China que no se había visto antes. Sin embargo, se deberá prestar atención a la respuesta de Pekín. Detrás del rechazo de estos países a las olimpíadas hay importantes acuerdos a nivel económico que no les conviene perder por tener al régimen de Xi Jinping como uno de sus principales socios.
Ejemplo de ello es la Asociación Económica Integral Regional firmada en 2020 por 15 países —entre ellos Australia y Nueva Zelanda— para reducir aranceles, establecer reglas comerciales comunes y, en resumen, hacer más sencillos los procesos en la cadena de suministros. La puesta en marcha fue considerada una victoria geopolítica para China.
¿Cuál será el precio a pagar?
“Estados Unidos está intentando trastocar los Juegos con base a su sesgo ideológico, a mentiras y a rumores”, afirmó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Zhao Lijian. Otro percance que se suma a la larga lista de tensiones entre ambas naciones.
Desde Pekín también respondieron a Australia, asegurando que la decisión demuestra que este país “no hace sino seguir ciegamente lo que hacen otros”. Para el portavoz de Exteriores, Wang Wenbin, el gobierno australiano “no es capaz de distinguir el bien del mal”.
Y como era de esperarse, Rusia se puso del lado de China. “Después de que todos los detalles sean consensuados, haremos una declaración conjunta con nuestros socios chinos sobre esa visita”, adelantó la portavoz del presidente Vladímir Putin.
Ante esta situación, el Comité Olímpico Internacional (COI) prefirió apelar a la imparcialidad al expresar que “entiende y respeta” el boicot de EE. UU. contra los Juegos de Invierno de Pekín.