
Al dictador norcoreano Kim Jong-un no le bastó con aislar al país aún más a raíz de la pandemia, o pedirle a sus ciudadanos comer menos. El régimen más radical del mundo invocó una ley aprobada este año para censurar lo que este describe como “pensamiento reaccionario”. Por tal motivo, condenó a muerte a un hombre que distribuyó capítulos de la serie surcoreana el Juego del Calamar y apresó a siete jóvenes por mirarla.
Si criar cisnes negros para dar de comer a la población hambrienta rayó en lo insólito, basta con mirar el caso de las nuevas víctimas. El hombre habría llevado el material desde China y luego lo vendió en memorias USB. El estudiante que le compró recibió cadena perpetua. Otros seis que vieron el Juego del Calamar recibieron una sentencia de trabajos forzados por cinco años. Fueron detectados por Surveillance Bureau Group 109, grupo del régimen que espía a quienes miran videos considerados ilegales, indicó Radio Free Asia.
El dinero quizás es el único medio para evadir los castigos de Kim Jong-un, ya que presuntamente uno de los siete estudiantes presos por ver Juego del Calamar se salvó de cumplir la pena porque su familia con poder adquisitivo “sobornó a las autoridades con 3000 dólares”.
Es una auténtica ironía si se analiza un poco más a fondo, ya que el drama ha sido catalogado como una abierta oda contra el capitalismo, donde sus creadores usan las desgracias económicas de personas con bajos recursos para explotar la brecha de clases sociales. Pero a Kim Jong-un eso no le importa. Critique o no al capitalismo, la serie es una influencia externa intolerable en su sistema totalitario.
Nueva ley arbitraria y radical
“El gobierno se está tomando este incidente muy en serio, diciendo que se estaba descuidando la educación de los estudiantes. El Comité Central despidió al director de la escuela, su secretaria de juventud y su maestro de aula”, contó una fuente al medio enfocado en lectores del este asiático.
La dictadura en Corea del Norte se apega al rechazo a cualquier influencia distinta a la ideología juche. Con la ley aprobada a mediados de este año, Kim Jong-un quiere acabar con el habla extranjera, los peinados y la ropa que describe como “venenos peligrosos”, reseñó en ese momento la BBC.
En aquellos días Daily NK, una publicación online en Seúl con fuentes en Corea del Norte, informó que tres jóvenes de 14 años fueron enviados a un campamento de reeducación por cortarse el pelo como ídolos del K-pop (música popular de Corea de Sur) y usar los pantalones por encima de los tobillos. La BBC no pudo verificar esta información.
El contenido de la ley establece una pena máxima de muerte por ver, mantener o distribuir medios de comunicación de países capitalistas, particularmente de Corea del Sur y Estados Unidos.
La última locura del dictador
En otra insólita medida, el dictador —obsesionado con el desarrollo de armas nucleares— prohibió el uso de abrigos de cuero para que nadie se parezca a él.
Según Radio Free Asia, la prenda se hizo popular a partir de 2019 luego que Kim Jong-un apareció con un abrigo de cuero en televisión. Los ciudadanos catalogados como ricos comenzaron a adquirirlos importadas desde China. Luego llegaron las imitaciones y los mercados del aislado país comenzaron a venderlo abiertamente.
Las autoridades de Pyongsong comenzaron recientemente la represión y confiscaron abrigos a los vendedores. “La policía responde a las quejas, dice que usar ropa diseñada para parecerse a la de la más alta dignidad es una ‘tendencia impura a desafiar la autoridad'”, declaró una fuente.