El gobierno israelí decidió pronunciarse sobre las turbias relaciones que Irán mantiene con la dictadura venezolana. El ministro de Defensa de ese país, Beny Gantz, tildó dicha alianza como la “exportación del terrorismo iraní” mientras ofrecía una conferencia de política y seguridad en la Universidad Reichman de Israel.
No solo denunció que “Irán transfiere armas y petróleo a Venezuela”, también agregó que la Fuerza Quds, un peligroso brazo paramilitar de la Guardia Revolucionaria iraní (IRGC), opera en Sudamérica.
La organización es conocida por usar técnicas de guerra no convencional y actuar de manera encubierta en otras parte del mundo. Se le ha relacionado con el grupo Hezbolá del Líbano y las milicias chiítas en Irak y en Afganistán. “Muchos la describen como una combinación de las fuerzas de operaciones especiales y la Agencia Central de Inteligencia (CIA)”, reseñó un reporte de BBC en enero del año pasado.
No hubo más detalles en la acusación del alto funcionario israelí. Sin embargo, analistas y expertos han señalado en los últimos meses los peligros que representan para la región que Venezuela estreche lazos con Irán. Más allá de los continuos envíos de petróleo —burlando las sanciones de EE. UU.— está el hecho de que el apoyo de la República Islámica afianza a la dictadura venezolana en el poder, sumado al interés por tener influencia en la región y a futuro posiblemente enviar buques de guerra a costas caribeñas.
El Comando Sur estadounidense lo advirtió hace un año. Cuba, Rusia, China e Irán son “el centro de gravedad” que sostiene a Nicolás Maduro.
Israel observa a occidente
Israel está en alerta por los movimientos en el continente americano del régimen iraní, su principal enemigo. El primer ministro de Israel, Naftali Bennett, viajó a Washington a finales de agosto de este año para reunirse con Joe Biden y conversar sobre las relaciones diplomáticas, así como comunicar la preocupación de que EE. UU. regrese al pacto nuclear del cual el expresidente Donald Trump se había retirado por las pocas garantías que ofrece.
Recordemos que la intención del demócrata de volver al acuerdo nuclear y sentarse a negociar con el régimen de Alí Jamenei, molestó al entonces primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Del más reciente encuentro surgió la promesa de que EE. UU. tomará otras opciones si fracasa la diplomacia con Irán. La decisión final sobre el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), se sabrá la próxima semana cuando se reanuden las conversaciones.
Venezuela entra en este contexto como otro flanco bajo vigilancia. Y es que la diplomacia entre Jerusalén y Caracas bajo el régimen chavista no ha si la mejor. En 2008, Hugo Chávez rompió relaciones con Israel y expulsó a su embajador por el conflicto en la franja de Gaza. Fue una especie de “fractura diplomática” de lo que hasta entonces había sido “una política de balance y prudencia”, reseñó el portal Cinco 8.
En febrero de 2019, Benjamín Netanyahu reconoció a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. En paralelo, el movimiento islamista Hamás, que gobierna de facto Gaza, consideró que se trató de “un golpe de estado” contra Maduro y lo calificó de “fallido”. Con esta pequeña reseña queda claro que desde Jerusalén no ven con buenos ojos el accionar de la dictadura de Maduro.
Los profundos nexos Caracas-Teherán
La denuncia del ministro de Defensa israelí tiene bases. A pesar de las sanciones impuestas por EE. UU. tanto al régimen venezolano como al iraní, Caracas y Teherán firmaron un nuevo acuerdo por seis meses para intercambiar condensado iraní (petróleo muy ligero) por crudo pesado venezolano para venderlo en Asia.
El primero de esos cargamentos zarpó de Venezuela en septiembre en el petrolero iraní Felicity, de acuerdo con una reseña de Reuters. Luego, Irán suministró a PDVSA un primer cargamento de condensado en el petrolero Dino I,. Pero esos barcos no han sido los únicos envíos con ayuda para oxigenar al régimen de Maduro.
Venezuela, considerada una potencia petrolera en el pasado, comenzó a depender completamente de su aliado para abastecerse de gasolina. Por ello, desde octubre de 2020 cobraron notoriedad varios barcos iraníes que atracaron en puertos venezolanos. A finales de ese año, más de 140 tipos de medicamentos llegaron en un cargamento de 10 toneladas a través «un vuelo de largo alcance». Las relaciones entre Caracas y Teherán son profundas. Entonces no es de extrañar que Israel también apunte a la existencia de terroristas en la región.