El Congreso estadounidense está atravesando horas tensas debido a la discusión sobre el presupuesto del próximo año fiscal que comienza este 1 de octubre. Ya que todavía no hay un acuerdo, ambas cámaras aprobaron un proyecto de ley de financiación provisional hasta el 3 de diciembre, así el Gobierno de Joe Biden se salvó de un cierre técnico en la medianoche de este 30 de septiembre.
En las propias filas demócratas hay diferencias por el enorme paquete de gastos de 3,5 billones de dólares, que incluye proyecciones de 10 años. Como se ha repasado muchas veces, incluye impuestos a corporaciones, a ingresos por inversiones y por ganancias de capital para las personas con ingresos a partir de 400.000 dólares. Las preocupaciones son válidas, porque se trata de una de las mayores propuestas para la ampliación de un Estado con beneficios sociales. El senador de Western Virginia, Joe Manchin, un demócrata moderado, dijo que el plan es una “locura fiscal” pagada con impuestos “vengativos”. Sus palabras tambalearon al Congreso y a la Casa Blanca.
Cuando el Gobierno se queda sin fondos, la mayoría de las agencias gubernamentales, museos y parques nacionales cierran sus puertas, mientras que cientos de miles de empleados federales se quedan temporalmente sin trabajo y sin sueldo, explicó EFE. Por lo tanto, la cuenta regresiva amenazó al gobierno que depende del presupuesto fiscal de 3,5 billones y del plan de infraestructura de 1,2 billones de dólares.
Aprobar un presupuesto federal conlleva un proceso legislativo complejo que tiene de cabeza a la presidente de la Cámara baja, Nancy Pelosi y al líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, ya que tienen poca ventaja en ambas instancias. Los republicanos han sido claros en su rechazo a ambos planes, por lo tanto, el caucus depende de sí mismo. Tener un voto menos, complica el panorama.
Manchin vs. la agenda de Biden
El senador Manchin no es el único que ve errores en el enorme presupuesto. La senadora Kyrsten Sinema, demócrata de Arizona, también busca reducirlo. Por lo tanto, son dos votos menos para los demócratas, que poseen 50 escaños en la Cámara alta, igual que el Partido Republicano.
El presupuesto debería ser de 1,5 billones de dólares, aseveró el demócrata. Mucho menos de lo que piden los progresistas de su partido. Ese nuevo plan debería centrarse en los niños y los ancianos, y reformar el Código tributario, “pero no en la amplia gama de programas de gasto que planean los demócratas liberales, ni en las duras políticas de energía verde destinadas a acabar con el uso de combustibles fósiles”. En una columna para Wall Street Journal enfatizó lo siguiente:
“En medio de la inflación, la deuda y la inevitabilidad de futuras crisis, el Congreso debe hacer una pausa estratégica”.
¿Por qué es tan relevante la posición de Manchin? Porque el proceso presupuestario federal implica varias etapas. Si bien todos los demócratas del Senado votaron a favor del presupuesto en agosto, esta votación solo marcaba el inicio para que ambas cámaras debatieran una versión final para la firma de Biden. Cuando no se llega a un acuerdo sobre una resolución común, se utilizan los niveles de gastos e ingresos establecidos en la última resolución presupuestaria acordada. Este es el punto que probablemente quieren evitar los progresistas de ese partido.
Aumentar la deuda federal, otro tema sin resolver
A la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, le preguntaron si el presidente Biden había “perdido el control de su partido”, dada la realidad de que los demócratas podrían no cumplir con dos importantes leyes que promueven su agenda nacional, si moderados como el senador Joe Manchin, no pueden ponerse de acuerdo sobre la etiqueta de precio. Psaki, reseñada por Fox News, se excusó con la frase “así es como funciona la democracia”. Pero las fisuras dejan entrever que no todos los demócratas respaldan una agenda llena de programas sociales.
Aumentar el límite de la deuda federal también es una tarea pendiente. La Cámara de Representantes aprobó este 29 de septiembre un proyecto de ley para suspenderlo temporalmente, pero no pagar facturas durante un tiempo puede causar daños en la economía estadounidense. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, advirtió a la presidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que la fecha límite es el 18 de octubre. Los republicanos, por su parte, niegan aumentar la deuda del país. Este tema también sigue sin resolverse.