El director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU. (NIAID, en inglés), Anthony Fauci negó en mayo de este año que fondos dirigidos al Instituto de Virología de Wuhan se destinarán a la investigación conocida como «ganancia de función». Frente a un subcomité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, aseguró que alrededor de 600.000 dólares se usaron para financiar “una colaboración modesta con científicos chinos muy respetables que eran expertos mundiales en coronavirus”. Sin embargo, las declaraciones quedan en entredicho con nuevos documentos que detallan de qué se trataron estos experimentos.
Para entender el tema hay que remitirse a los primeros meses del año, cuando la teoría de la fuga de laboratorio cobró fuerzas. Entonces Anthony Fauci reculó y admitió no estar seguro de que el coronavirus se desarrollara de forma natural. Esta y otra serie de ambigüedades de su parte lo llevaron a comparecer ante dicho subcomité. Allí negó fervientemente que EE. UU. financiara la investigación de ganancia de función. El director del NIAID describió la técnica como “tomar un virus que podría infectar a los humanos y hacerlo más transmisible y / o patógeno”.
Pero más de 900 hojas salieron a la luz con detalles del trabajo de EcoHealth Alliance, organización sin fines de lucro que canalizó dinero federal entregado por el NIAID, para a su vez financiar experimentos en murciélagos en el laboratorio de Wuhan. En esos documentos se mencionan “dos propuestas de subvenciones inéditas” financiadas por el NIAID, según The Intercept, el medio estadounidense que accedió a estas páginas por la Ley de Libertad de Información de EE. UU.
“Ya le he pedido al Departamento de Justicia que revise el testimonio de Fauci por mentirle al Congreso. Este informe debe dejar muy claro que debe rendir cuentas”, informó el senador Rand Paul sobre las que pudieron haber sido investigaciones de ganancia de función.
I have already asked the DOJ to review Fauci’s testimony for lying to Congress. This report should make it abundantly clear that he needs to be held accountable.
https://t.co/PfuketQaWc— Senator Rand Paul (@RandPaul) September 7, 2021
¿Qué dicen las subvenciones?
La primera fue titulada como “Comprensión del riesgo de la aparición del coronavirus en murciélagos”. Incluye el análisis de miles de muestras de murciélagos en busca de nuevos coronavirus. El documento también menciona los riesgos de transmisión que atravesaban los investigadores. “El trabajo de campo implica el mayor riesgo de exposición al SARS u otros CoV, mientras se trabaja en cuevas con alta densidad de murciélagos y la posibilidad de que se inhale polvo fecal”.
Se destinaron 600.000 dólares para un período de cinco años, de 2014 a 2019. Fue renovada al finalizar, pero la entonces administración de Donald Trump la suspendió en abril de 2020. Aquí expertos plantean dudas razonables, sobre datos que podrían estar en manos de EcoHealth Alliance y por qué la información no fue revelada cuando comenzó la pandemia.
“Siguen hablando de personas que podrían ser mordidas y mantuvieron registros de quienes fueron mordidos. ¿EcoHealth tiene esos registros? Y si no es así, ¿Cómo pueden descartar un accidente relacionado con la investigación?”, es el cuestionamiento de Alina Chan, bióloga molecular del Broad Institute luego de ver los documentos. Sus preguntas hacen recordar el cable de inteligencia estadounidense revelado por The Wall Street Journal sobre tres investigadores del instituto chino que en noviembre de 2019 se enfermaron con síntomas similares al COVID-19.
La segunda subvención fue llamada “Comprensión del riesgo de aparición de virus zoonóticos en puntos calientes de enfermedades infecciosas emergentes del sudeste asiático”. Fue adjudicada desde agosto de 2020 hasta el año 2025. Se centra en ampliar y desplegar recursos en Asia en caso de un brote de una “enfermedad infecciosa emergente”.
Una hoja de ruta
Son investigaciones a las cuales no había hecho referencia Anthony Fauci. La opinión pública cuestionó al funcionario cuando el senador republicano John Kennedy le preguntó si estaba completamente seguro de que el dinero federal no fue usado para investigaciones de ganancia de función. “Nunca se sabe”, respondió el Fauci. Pero insistió que los científicos son «confiables”.
Probablemente haber hecho públicas estas subvenciones en 2020 hubiera esclarecido un poco más el tema el origen del COVID-19, opinó la bióloga Alina Chan. “Habría cambiado las cosas enormemente, solo tener toda la información en un solo lugar, inmediatamente transparente, en un documento creíble presentado por EcoHealth Alliance”.
Los documentos revelados se convierten en “una hoja de ruta para la investigación de alto riesgo que podría haber llevado a la pandemia actual”, aseguró Gary Ruskin, director ejecutivo de US Right To Know, un grupo que ha estado investigando los orígenes del coronavirus.
Nuevas oleadas, más dosis
No hay muchas esperanzas de que se resuelva la gran incógnita sobre el origen del coronavirus. China no está dispuesta a colaborar, mientras que Estados Unidos elaboró un informe no concluyente. La Organización Mundial de la Salud tampoco ha sido firme para exigir a Xi Jinping que permita a investigadores acceder a informes completos de antecedentes y de los primeros infectados.
Expertos han asegurado que conocer el origen ayudaría a evitar futuros incidentes con otros virus. Aún así, el mundo busca arreglárselas con las vacunas, considerando aplicar hasta tres y cuatro dosis. Israel y Turquí ya se están preparando para hacerlo. Las autoridades israelíes no detallaron cuándo se dará la cuarta inyección, pero advirtieron que el coronavirus “esta es nuestra vida a partir de ahora, en oleadas”.
Nuevas cepas y nuevas oleadas son noticias que se han vuelto comunes en los titulares de la prensa mundial. “Y pensando en esto y en la disminución de las vacunas y los anticuerpos, parece que cada pocos meses, podría ser una vez al año o cinco o seis meses, necesitaremos otra inyección”, añadió Salman Zarka, el coordinador nacional del coronavirus en Israel.