Las calles de Afganistán comienzan a mostrar otro rostro bajo el control de los talibanes. El futuro cercano preocupa a la población en general, mientras que las mujeres comienzan a ser segregadas en el terreno educativo. Los extremistas tomaron el poder en medio de una alarmante crisis económica. Sumado a esto, el país perdió el apoyo internacional que representaba 43 % del PIB.
Según los talibanes, ya terminaron las rondas de consultas, discusiones e intercambios de opiniones para definir los integrantes de su gabinete. Por lo tanto, aún no existe un gobierno definido. Aseguran que lo darán a conocer en los próximos días. El nombre de Haibatullah Akhundzada, líder del grupo, suena como futuro “líder espiritual” del país. Debajo de él estará un presidente. Podría ser Abdul Ghani Baradar, número dos de los talibanes y director del área política, según testimonios de algunos voceros.
Hasta los momentos hay un tema que sí ha mostrado más claridad: la educación de las mujeres. Un aspecto controvertido dentro de la ley sharía y por medio del cual los talibanes están siendo presionados internacionalmente. El grupo se había comprometido a respetar sus derechos bajo sus creencias extremistas y luego de varios de días, explicaron cómo va a funcionar.
La educación universitaria se manejará “a la luz de la ley sharía”, informó el ministro interino de Educación Superior. Mencionó que se hará “en condiciones de seguridad sin estar en un ambiente mixto de hombres y mujeres”. Entonces, las mujeres quedarán relegadas. “Apartheid de género”, es el oportuno término para definir el anuncio, usado por Infobae.
Antes vs. ahora
Dicho ministerio tomó la decisión supuestamente luego de consultar con profesores y estudiantes varones. No hubo ninguna mujer en la reunión. Una fuente consultada por AFP aseguró que la decisión demuestra “la prevención sistemática de la participación de las mujeres en la toma de decisiones” y “una brecha entre los compromisos y acciones de los talibanes”.
La medida también recuerda el gobierno que establecieron los talibanes en Afganistán entre 1996 y 2001. En aquel período las mujeres y niñas tenían prohibido recibir cualquier tipo de educación y eran sometidas a leyes extremas. Si bien luego de 2001 siguieron existiendo falla educativas para millones de niñas, hubo logros como la construcción de nuevas escuelas y la capacitación de maestros. En abril de 2017, un funcionario del Ministerio de Educación declaró a Human Rights Watch que 9,3 millones de niños iban a la escuela y 39 % eran niñas.
Muchas mujeres se graduaron como médicos, veterinarios, periodistas, abogadas y políticas. Algo que el grupo talibán podría dar por terminado. Según Infobae, muchas están esperando las indicaciones de los talibanes para saber si podrán volver a sus trabajos en Afganistán. Algunas volvieron a sus puestos, otras prefirieron huir durante la evacuación. “Doy clases a chicos así que no sé si me dejarán continuar, porque soy una mujer joven”, declaró una profesora de inglés de una escuela de Kabul.
Filas y empujones para conseguir efectivo
Al nuevo escenario en Afganistán se suma la necesidad de contar con dinero en efectivo debido al aumento de precios en los productos. Se observan filas de ciudadanos desde la madrugada debido a que pocos bancos y cajeros están funcionando, según un reporte de EFE. Además, las oficinas bancarias solo permiten un retiro de 200 dólares diarios (equivalentes a unos 17700 afganis, moneda oficial del país). Un afgano de nombre Abdul Rauf Magal cuenta que ha visto empujones para tratar de entrar a una sucursal.
Los cajeros automáticos permanecen fuera de servicio “por razones de seguridad y porque la mayoría de los centros de negocios donde se encuentran continúan cerrados”, contó un empleado del Banco Internacional de Afganistán (AIB).
La economía del país está en una situación delicada. Sin efectivo, sin ayuda internacional y con una hiperinflación y pobreza creciente la nación podría enfrentar la ruina. A mediados de agosto, Western Union y MoneyGram dejaron de facilitar los pagos a Afganistán. Tampoco hay acceso a 9000 millones en reservas congeladas del banco central, que se mantienen en los EE. UU., de acuerdo con una reseña de The Guardian. “El flujo de dólares al país a través de la ayuda exterior y las remesas privadas parece haber cesado en gran medida. Las personas que tienen ahorros en forma de moneda local, el afgani, se apresurarán a cambiarlos por dólares. Si no pueden encontrar dólares intentarán cambiar sus afganis por bienes. Los precios subirán aún más”, advirtió por esos días Ed Dolan, del thinktank Niskanen Center, en Washington.