Más de 50 embarcaciones, 4000 soldados y buques de India, Irán y Pakistán formaron parte de la más reciente exposición militar del presidente ruso Vladimir Putin. El mandatario aprovechó el Día de la Marina para mostrar su última novedad: un submarino con propulsión nuclear y misiles balísticos. Este se une a otros barcos cuya exhibición se percibe como una táctica que busca caldear las tensiones con occidente y dejar atrás una flota destruida luego de la Guerra Fría.
“Podemos localizar a cualquier enemigo, ya sea que esté debajo o sobre el agua. Y si es necesario, dar un golpe inevitable”, declaró Putin en un acto sin público debido a que el país atraviesa un repunte de casos por COVID-19. Para finales de año el plan es activar seis nuevos submarinos. Luego, en 2022 comenzarán las pruebas en el mar de un nuevo portaaviones.
Una flota sólida de aguas azules —llamada así por su capacidad de navegar en aguas oceánicas profundas— se ha convertido en un objetivo esencial para países como Rusia e Irán. Cruzarlas significa una declaración de poderío. La nación iraní lo demostró con los buques que amenazaron con navegar hasta Venezuela en junio pasado cruzando el océano Atlántico. Esa capacidad no existía hace 20 años.
Los objetivos son los mismos para Putin, aunque los barcos rusos tienen el plus de contar con un arsenal nuclear incorporado. Además, hace poco hubo una escalada de tensión debido a la presencia de un buque británico en aguas territoriales de Crimea. Territorio que Rusia reclama como suyo. Estados Unidos también hizo acto de presencia con un avión de guerra. Moscú optó por disparar “tiros de advertencia” y bombas en el camino del HMS Defender de Reino Unido para que se retirara.
Del declive soviético a barcos nucleares
Para 1990 la Unión Soviética contaba con unos 650 barcos frente a la armada estadounidense con 570. La primera flota incluía siete portaaviones, 73 cruceros y destructores de misiles guiados y hasta 260 submarinos, indicó un recuento de Business Insider. Rusia heredó gran parte de la flota pero le fue imposible mantenerla. Adicionalmente en el año 2000 explotó el submarino de propulsión nuclear Kursk. En el incidente murieron 118 tripulantes. Fue un periodo de declive. Para 2016 el único portaaviones tuvo fallas. Se perdieron dos aviones y obligó a toda su ala aérea a operar desde tierra.
Actualmente el escenario cambió, el país cuenta con 360 barcos de todo tipo. Durante años Putin ha buscado fortalecerse ante los ojos del resto del mundo, y no se ha molestado en ocultarlo. Un misil de crucero llamado Kalibr puede alcanzar objetivos de 1500 a 2500 km de distancia.
Muchos de los barcos son más pequeños en tamaño y armamento que sus homólogos de la OTAN. “Puede haber barcos en el Mar Caspio que tengan poder para alcanzar objetivos en Europa, y muchos de ellos son bastante pequeños, por lo que no son difíciles de producir y no son caros”, señaló a dicho portal Jeffrey Edmonds, científico investigador del Naval Analysis Center en EE.UU.
Bajo el agua también hay armas, ya que Rusia cuenta con 59 submarinos. Según Washington Examiner, uno de los otros submarinos nucleares nuevos amenaza con evadir los sensores militares norteamericanos. En resumen, es un arsenal nada desestimable que se perfila como enemigo principal de Estados Unidos justo cuando las relaciones no están en su mejor momento. La cordialidad es lo que menos se respira entre el presidente estadounidense Joe Biden y su homólogo Putin, sobre todo tras las últimas acusaciones sobre ciberataques.
Por si fuera poco, Moscú también estaría aumentando su arsenal nuclear no estratégico. Mientras EE.UU. tiene una sola bomba nuclear de este tipo, el país de raíces comunistas tendría 12, indica el medio estadounidense. “La modernización de estas reservas le da a Rusia una ventaja única en su búsqueda del estatus de gran potencia y la flexibilidad para amenazar a los adversarios en toda la gama de conflictos”, cita el texto.
¿Qué está haciendo EE.UU?
Ambos países extendieron hasta el año 2026 el tratado de misiles balísticos New START, el cual fija límites para misiles balísticos terrestres, submarinos nucleares y los bombarderos pesados a través de monitoreos e inspecciones. Esto constituyó un paso relevante a inicios de este año, pero queda trabajo por hacer.
Persecución contra disidentes, abusos de derechos humanos y la anexión de Crimea son violaciones que engrosan el expediente de Putin ante organizaciones como la OTAN. La Casa Blanca aseguró que trabajan “para que Rusia rinda cuentas por las acciones adversas”.
Para Audrey Pederson, autora de la nota en Washington Examiner es necesario que EE.UU. intensifique esfuerzos, invierta en patrulleros alrededor de las áreas costeras y expanda las misiones de reconocimiento en el Mar Negro, el cual limita con Crimea.
Es todo un juego geopolítico que finalmente podría desencadenar consecuencias para los países de occidente. Es conocida la influencia de Rusia en países de América Latina, como Venezuela, que puso su petróleo en manos del Kremlin. De no poner frenos, el alcance podría ser mucho mayor que acuerdos comerciales o venta de armas.