El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, descartó cualquier tipo de reunión con el dictador norcoreano Kim Jong-un hasta que no se logre la desnuclearización de ese país. La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, confirmó esta decisión que dejaría de lado el diálogo que había iniciado el expresidente Donald Trump.
“Creo que su enfoque va a ser bastante diferente (al de Trump), y esa no es su intención”, dijo la vocera de la Casa Blanca en rueda de prensa. La funcionaria hizo referencia al expresidente porque este se reunió tres veces con Kim Jong-un, abogando por las conversaciones para lograr negociaciones.
Pero la actitud del actual presidente de EE. UU. es diferente y eso ha generado tensión entre ambos países. En su primera y única rueda de prensa hasta ahora, Biden se refirió al lanzamiento de misiles balísticos al Mar de Japón por parte de Corea del Norte. «Habrá una respuesta si eligen una escalada», dijo el mandatario ante los periodistas.
La respuesta fue inmediata. La dictadura de Corea del Norte afirmó que continuará ampliando su “abrumador arsenal militar” tras las palabras de Biden. “Creo que la nueva administración estadounidense tomó un primer paso equivocado. Si continúa con sus declaraciones inconscientes, sin pensar en las consecuencias, podría enfrentarse a algo que no sería bueno”, fue el mensaje desde la televisión estatal de Pyongyang.
Otro punto de la agenda: las vacunas
La agenda del presidente estadounidense se debate entre varios temas trascendentales. El aumento de las tensiones bilaterales es uno de ellos, pero a la par hay otros asuntos internos, como por ejemplo, la nueva oleada de COVID-19 que también azota a EE. UU.
El mismo día que se dio a conocer la postura ante Corea del Norte, el Gobierno estadounidense admitió que el país está “lejos de ganar la guerra contra el COVID-19”. Durante declaraciones ofrecidas desde la Casa Blanca, Biden se comprometió a acelerar el programa de vacunación para que 90 % de la población estadounidense acceda a la vacuna para el 19 de abril.
“El 10 % final será elegible a más tardar el 1 de mayo”, prometió Biden. Para lograrlo, aumentará la cantidad de farmacias en el programa federal de vacunación de 17000 a unas 40000.
A pesar de los esfuerzos, el panorama no parece alentador para la directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Rochelle Walensky. “Ahora mismo estoy asustada”, declaró.
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Desde aquella primera rueda de prensa, Biden presionó a los estados para den acceso a las vacunas a todos los adultos antes del 1 de mayo. Según la Casa Blanca, 31 estados se comprometieron a hacerlo antes del 19 de abril.
En sus nuevas declaraciones, Biden insistió a los gobernadores, alcaldes y funcionarios que restablezcan el uso de mascarillas. La postura ha sido refutada desde el bando republicano, por ejemplo, la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, había asegurado en julio de 2020 que no volverá obligatorio el uso de mascarillas. Noem ha destacado la importancia de defender la libertad y resaltó como rol de los gobernadores de otros estados confiar en su gente y dejarles decidir lo que es mejor para sus familias.
El aumento de la inmigración ilegal es otro punto que le dicta la pauta a la administración de Joe Biden, que se debate entre la atención a miles de refugiados y los gastos millonarios que implica atenderlos. Al mismo tiempo, busca implementar nueva maneras de financiarse a través de nuevas medidas como los impuestos por milla recorrida.
Hace pocos días el Congreso aprobó un nuevo plan de estímulo por 1,9 billones de dólares que recibió duros cuestionamientos por el aumento que podría provocar en la deuda en el Gobierno federal.
La administración demócrata se enfrenta a la pandemia, la tensión de sus relaciones diplomáticas y los gastos federales a poco más de dos meses de haber asumido el poder. Los próximos días determinarán si se lograron las metas y promesas del presidente estadounidense.