Proteger a Estados Unidos de la propaganda china es el objetivo de un nuevo proyecto de ley presentado ante el Congreso. La iniciativa establece sanciones contra las redes de desinformación que el régimen de Xi Jinping busca implantar en el país.
El proyecto menciona directamente al Departamento del Trabajo del Frente Unido, una extensión en el extranjero del Partico Comunista de China (PCCh). Gracias al espionaje, se habría infiltrado en universidades de Estados Unidos a través de la Asociación de Estudiantes y Académicos Chinos (CSSA, por sus siglas en inglés) y el centro en idioma chino llamado Confucius Institute en Washington.
No es la primera vez que se menciona a Confucius Institute. El año pasado fue calificado como “una entidad que promueve la propaganda global de Pekín” a través de la influencia en los recintos universitarios y las escuelas primarias. El entonces secretario de Estado, Mike Pompeo, dejó claro que no los estaban expulsando, pero sí destacaban el hecho de que quienes lo manejan “trabajan para el Ministerio de Educación del Partido Comunista”.
“El Frente Unido participó directamente en el genocidio uigur y la opresión de los cristianos en China, pero su objetivo final es difundir esas tácticas persecutorias por todo el mundo. El liderazgo en Washington puede haber cambiado, pero la guerra política de China no”, se lee en un comunicado en la web del senador republicano Tom Cotton, quien presentó el proyecto junto a Jim Banks, congresista y el Representante del Comité de Estudio Republicano.
China infiltrada en EEUU
En pocas palabras, la posible legislación propone crear una nueva autoridad de sanciones contra las redes de desinformación respaldadas por el Estado. También requiere que el Secretario de Estado —Antony Blinken— examine si el Departamento de Trabajo del Frente Unido cumple o no con los criterios para ser sancionado bajo esta nueva autoridad.
China no solo apunta al terreno educativo, también ha buscado en los empresarios de EE. UU. una red de apoyo para hacer cumplir sus órdenes. La advertencia fue reseñada por The Epoch Times en una investigación reciente. A los políticos les aplicaría una técnica llamada «soft-power» ofreciéndoles incentivos a cambio de favores.
Cotton y Banks explican que actualmente hay más de un centenar de organizaciones del Frente Unido que operan abiertamente en Estados Unidos. Ante el preocupante escenario presentaron la propuesta basada en recomendaciones de la Estrategia de Seguridad Nacional del Comité de Estudio Republicano.
La inquietud de ambos funcionarios ya existía desde la administración de Donald Trump, que impuso restricciones a empresas chinas para garantizar la seguridad de EEUU. El régimen de Xi Jinping usaría incluso a la diáspora china para lograr sus objetivos.
Las “débiles” políticas de Biden
No es difícil imaginar lo que China opina de este Departamento del Trabajo del Frente Unido. Para Xi Jinping se trata de un “arma mágica”. En 2018 ordenó disolver la Oficina de Asuntos Religiosos y encargar sus funciones al organismo comunista.
Dos meses antes ya había prohibido a las iglesias organizar campamentos y actividades cristianas para jóvenes, reseñó la Agencia Católica de Informaciones (ACI), coartando así la libertad de culto. Con esto el departamento chino lograría “ejerce control sobre los nombramientos religiosos, la selección del clero y la interpretación de la doctrina religiosa”.
Sin embargo, desde el partido Republicano de EE. UU. la óptica es otra, basada en las verdaderas acciones de China. “El Partido Comunista chino expande su campaña de desinformación todos los días, ocultando información sobre el origen de COVID-19, mintiendo sobre su opresión de los uigures y otras minorías religiosas e infiltrándose en universidades y empresas estadounidenses (…) Debemos poner fin a sus tácticas”, afirmó Cotton.
Además de llegar como nuevo instrumento legal, el proyecto también es un claro pronunciamiento ante el Gobierno de Joe Biden, con políticas “débiles” hacia China, de acuerdo a declaraciones del congresista Jim Banks.