El histórico conflicto de China con Taiwán pudiera convertirse en un punto de inflexión para la política exterior de Joe Biden, quien unas veces aboga por China y otras apoya acusaciones de genocidio cometidos por el régimen de Xi Jinping.
Recientemente la tensión aumentó el conflicto que permanece latente desde hace décadas. Taiwán —hasta los momentos— tiene de su parte a Estados Unidos, que le ha provisto de aviones, soldados, armas y barcos por la disputa sobre el mar de China Meridional.
En este nuevo capítulo, el Ejército Popular de Liberación chino envió más de 11 aviones de guerra el pasado 23 de enero a sobrevolar la zona de defensa aérea de Taiwán, al día siguiente enviaron otro grupo de 15 aviones. Pero el suceso no fue espontáneo: ocurrió el mismo día que Joe Biden autorizó el envío a esa zona marítima del portaaviones USS Theodore Roosevelt, acompañado de un crucero y un destructor de misiles guiados.
El hecho es más que relevante para la Casa Blanca, ya que Xi Jinping está convencido de volver anexar a Taiwán a la Republica Popular de China y parece que no descansará hasta lograrlo. Una nota de Financial Times menciona una conversación entre los pilotos de los bombarderos chinos H-6, confirmando órdenes contra el objetivo simulado y el lanzamiento de misiles anti buque contra el portaaviones.
El panorama se le complica al presidente Biden. Con solo unos días en el poder ya experimenta la ansiedad de poder de China y se enfrenta a la intimidación del régimen. Además, tensa cualquier acercamiento que el mandatario de EE.UU. planee con su homólogo Xi Jinping.
Un conflicto histórico
La pugna entre China y Taiwán tiene más de 60 años. En el primer territorio, conocido como República Popular de China, gobierna Xi Jinping; en el otro, llamado República de China, gobierna Tsai Ing-wen.
Este antagonismo es complejo. Taiwán era reconocido como el gobierno legítimo de toda China hasta 1971 cuando la ONU le concedió esa figura a los comunistas en Pekín, señala BBC. Desde ese país presionaron a otros gobiernos para que también lo reconocieran. El resultado complicó más las cosas.
En esa década mucho países normalizaron relaciones con el gobierno de la China comunista, mientras que las relaciones con Taiwán pasaron a ser no oficiales. Es el caso de Estados Unidos y la Unión Europea. Transcurridos los años, mantienen la diplomacia con la República Popular de China, pero no se apartaron de Taipéi, manteniendo relaciones económicas, culturales y comerciales.
Sin embargo, ambos países mantienen una tensa convivencia. China también se quiere apoderar del Mar de China Meridional al punto que ha construido enormes bases militares en islas artificiales, sobrevolando los cielos de su rival, con el objetivo de caldear los ánimos y desatar un conflicto que los lleve a apoderarse de su vecino.
Se presume que en la zona hay valiosos depósitos de petróleo y gas, según el portal Swiss Info. Por eso, Xi Jinping buscar pisar los reclamos de Taiwán y de otros países cercanos como Filipinas, Brunei, Malasia y Vietnam
Es acá, repasando la historia, cuando vemos la encrucijada para Joe Biden. Con tan solo unos días en el cargo ya está viviendo en carne propia la lucha histórica que Donald Trump enfrentó durante sus cuatro años de gobierno.
Comienza la amenaza
El Comando Indo-Pacífico es la división estadounidense encargada de supervisar las operaciones militares en Asia, desde allí informaron que el sobrevuelo de aviones chinos “en ningún momento” representó una amenaza. Pero tampoco desestiman las señales, advierten que tales simulacros están aumentando y “solo buscan para intimidar o coaccionar a quienes operan en aguas y espacio aéreo internacionales”.
Esto generó una respuesta del gobierno Biden que no fue demasiado vehemente. “Instamos a Pekín a que cese su presión militar, diplomática y económica contra Taiwán”, dijo el Departamento de Estado, según Financial Times.
El medio agrega que el desarrollo de China de misiles capaces de apuntar a barcos y aviones estadounidenses en la región ha ayudado a contrarrestar el poder militar de Estados Unidos en Asia y el Pacífico occidental. Aunque expertos chinos aseguran que Pekín “sigue sin estar dispuesto a arriesgarse a un conflicto abierto con Estados Unidos”. Con estas nuevas acciones, el Ejército Popular de Liberación presiona aún más Estados Unidos para que “ajuste” su postura.
En contraste, durante su presidencia Donald Trump calificó a Taiwán como “uno de sus socios más confiables” contra el régimen comunista chino y su creciente amenaza para la región. A finales de 2020 envió una delegación de alto rango a Taipéi, suceso que no ocurría desde 1979.
Además, en 2019 el Pentágono había anunciado la aprobación de una venta de armas a Taiwán, previa aprobación del Congreso, por un valor de 2200 millones de dólares, según BBC.
Trump reforzó esta relación estratégica para hacer frente al régimen comunista chino. David Stilwell, entonces secretario de Estado Adjunto de Estados Unidos, ratificó las relaciones que incluyen colaboración y cooperación militar “para contrarrestar el comportamiento desestabilizador de Pekín”.
La advertencia de China
A la par de esta escalada de tensiones, el régimen de Xi Jinping aprobó una nueva ley que autoriza a su guardia costera a disparar contra embarcaciones extranjeras, informó CNN.
La legislación entró en vigor el pasado 1 de febrero y también permite demoler estructuras extranjeras en arrecifes e islas reclamadas por China. Este nuevo reglamento incluiría además el conflicto histórico contra Japón en el mar de China Oriental.
«Las patrullas regulares cerca de las islas Diaoyu estarán garantizadas por la legislación», reza el comunicado.
Una advertencia contra Biden fue emitida desde China. El responsable de relaciones internacionales del Partido Comunista de China (PCCh), Yang Jiechi, solicitó a EE.UU. no interferir en “asuntos internos” como Taiwán, Hong Kong o Xinjiang, reseñó EFE.
El funcionario dijo que esos temas son “sensibles” y que si Washington “no los entiende” los daños para las relaciones entre los dos países serán “graves”.