Una vez más, China sorprende al mundo. El país literalmente introdujo una nueva manera de detectar el COVID-19 que supuestamente «aumenta la tasa de detección de personas infectadas». El novedoso test no es por la garganta, ni por la nariz, sino por el ano.
La nueva técnica del régimen causó reacciones en la población, que ha sufrido un terror impuesto por Xi Jinping para identificar a todo aquel infectado. Tanto así, que en noviembre el gobierno ordenó cerrar el aeropuerto de Shanghai con todos sus empleados adentro por un rebrote del virus. El hecho originó el caos y estampidas dentro de las instalaciones.
Para anunciar el particular test anal, el régimen chino se valió nuevamente de sus medios de comunicación para anunciarlo y difundir su supuesta eficacia. Li Tongzeng, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital You’an de Beijing, declaró a la televisora estatal CCTV que “las pruebas de hisopado anal, puede aumentar nuestra tasa de identificación”, reseñó The Washington Post.
Pero el especialista chino al menos reconoce algo muy cierto: recolectar hisopos anales no es tan conveniente como los hisopos de garganta.
Varias personas se pronunciaron a través de Weibo, red social similar a Twitter. “Todos los involucrados se sentirán tan avergonzados”, dijo uno de ellos. Sus palabras son válidas, sobre todo en el contexto chino por el acérrimo control que pretenden darle al coronavirus.
Un test dudoso
El régimen chino desestimó al virus desde el principio, eso dejó de ser un secreto a voces. Silenciaron al médico que advirtió sobre el virus en diciembre de 2019, no tomó medidas al respecto y confabuló con la Organización Mundial de la Salud para evitar inspeccionar el mercado de Wuhan.
Ahora se inventan este test dantesco rectal que tampoco ha sido avalado por ningún organismo internacional, pasando por encima de los dos tipos de test certificados y avalados mundialmente (PCR y de antígenos).
La nota de The Washington Post agrega que un grupo de investigadores chinos publicó un estudio en la revista Future Microbiology en agosto, afirmando que en algunos pacientes con COVID-19 en recuperación, las muestras de hisopos anales dieron positivo después de que dieron negativo a través de hisopos de garganta.
¿Cómo se realiza la prueba? Se debe tomar una muestra de materia fecal de los pacientes, y si eso no es posible, hacer un hisopo anal insertando un palito con punta de algodón de tres a cinco centímetros (una a dos pulgadas) en el recto. Así lo difundió en marzo el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades. Es decir, la idea venía tomando forma desde hace meses.
Los médicos chinos que apoyan el test aceptan que lo incómodo de la técnica no es aplicable para todos, por eso sugieren aplicarlo en grupos reducidos, como las personas en cuarentena.
Un régimen con miedo
En China el control del virus ha sido más que severo. Al inicio del confinamiento, el régimen ordenó cerrar edificios enteros de vivienda para que la gente no saliera. También se les otorgaba una cantidad de permisos a cada familia para regular cuántas veces podían salir de sus viviendas.
En marzo del año pasado, la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) afirmó que la población hubiera podido conocer mucho antes la gravedad del COVID-19 si el régimen chino no aplicara el control y la censura en medios de comunicación locales. “Si la prensa china fuera libre, el coronavirus no sería una pandemia”, aseveró la organización.
En febrero de 2020 Xi Jinping reconoció que la crisis del coronavirus era «la mayor emergencia sanitaria» a la que se ha enfrentado China desde la fundación de la República Popular en 1949.
En las últimas semanas de este 2021, la orden fue que los viajeros que llegan del extranjero deben pasar tres semanas de cuarentena domiciliaria (antes eran dos) y una cuarta semana de informes diarios a los funcionarios de salud.
Sumado a esto, las autoridades chinas están silenciando a los familiares de los muertos por COVID-19 durante la visita de la OMS en ese país, indicó Infobae. También ha eliminado grupos en redes sociales. “Esto demuestra que (las autoridades chinas) están muy nerviosas. Temen que estas familias se pongan en contacto con los expertos de la OMS”, declaró Zhang Hai, miembro de uno de los grupos.
El régimen chino continúa sus esfuerzos por controlar algo que hace rato se le salió de las manos por no haber actuado a tiempo. Ahora, son los ciudadanos quienes deben pasar penurias y testeos insólitos impuestos en ese país.