A solo pocos días de iniciar el año, Irán continúa redoblando las apuestas para mostrar su alcance bélico. Primero anunció el enriquecimiento de uranio a 20 %, violando un acuerdo internacional firmado con otras seis naciones y la Unión Europea; ahora comenzó ensayos con drones de guerra.
Por supuesto que el régimen de ese país presume de sus “logros”, así lo dejó saber el ejército iraní al comenzar los ensayos con los aparatos que cuentan con misiles y bombas. Varios de estos drones fueron bautizados como “suicidas”, capaces de penetrar y atacar en territorios enemigos.
“Hoy, la República Islámica de Irán es uno de los países más capaces y poderosos en el campo de la producción de drones”, dijo el almirante Mahmoud Mousavi, subjefe de operaciones del ejército iraní, en declaraciones recogidas por The Washington Times.
Los ensayos, que tendrán una duración de dos días servirán para probar “a centenares de drones operativos de la infantería, la fuerza aérea y la marina en la provincia de Semnan y en diferentes regiones”, con simulaciones de “combate, vigilancia, reconocimiento y guerra informática” —a corta y larga distancia—; comunicó Irna, la agencia la agencia oficial iraní.
Guerra de drones
Poderío, presión y venganza. Tres palabras que definen el camino trazado por Irán, que tampoco olvida el aniversario de la muerte del general Qassem Soleimani, líder del área de operaciones exteriores de la Guardia Revolucionaria Islámica.
En enero de 2020 EE. UU. lideró un operativo con drones en Bagdad que terminó con la muerte del general, acusado por el Pentagóno de planear futuros ataques contra políticos estadounidenses y miembros del servicio estadounidenses en Irak.
Y aunque las capacidades de aviones no tripulados de Irán no parecen ser rival para las de Estados Unidos, según indica The Washington Times, la flota sí ha demostrado ser una de las más efectivas de la región.
Anteriormente, Irán ha empleado drones para atacar campos petrolíferos en Arabia Saudita y perseguir buques de guerra estadounidenses que se mueven por el Golfo Pérsico.
La compleja situación de Irán
Mientras que Donald Trump ha firmado acuerdos en el mundo árabe para tender puentes entre países separados por años de guerras, Hasán Rohaní recurre a las presiones y los enfrentamientos que lo aíslan cada vez más dentro del hemisferio.
Cuando ocurrió la muerte de Soleimani se temió por el inicio de una tercera guerra mundial. El ayatolá y líder supremo de Irán, Alí Jamenei, prometió una “venganza severa” contra la Casa Blanca que se materializó en lanzamiento de misiles contra dos bases de EE. UU. sin dejar muertos.
El tema quedó ahí, tenso pero sin novedades, un año después es evidente que Irán no abandonó la retórica belicista, esperando que la próxima administración en Washington sea más complaciente.
El régimen sufre las sanciones impuestas por EE. UU. a compañías petroleras, energéticas, y la prohibición de transacciones de instituciones financieras extranjeras con el Banco Central de Irán.
También prohíbe a entidades extranjeras, de propiedad o bajo control de Estados Unidos, desarrollar actividades con el Gobierno de Irán.
Estas sanciones volvieron a activarse por el deficiente acuerdo nuclear firmado en 2015 que tal como lo mencionaba Trump, no significaba ninguna garantía para limitar las actividades nucleares de Irán.
La Unión Europea (UE) suma más restricciones, el largo listado incluye la prohibición de vuelos con mercancías iraníes a los aeropuertos de la UE y la inmovilización de los activos del Banco Central de Irán en su territorio.
Pero la diplomacia está descartada para la nación asiática, que comenzó el año afianzada a las armas nucleares, drones y amenazas.