Las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre en Venezuela vienen marcadas por un halo de ilegitimidad y fraude. La complicidad del Consejo Nacional Electoral (CNE) y los abusos del régimen son algunos factores que han merecido el rechazo de la comunidad internacional, la cual fijó una firme posición ante la realización de estos comicios.
Sin embargo, la dictadura de Maduro promueve esta elección como una jornada “democrática y de paz”. Para intentar darle legitimidad, usará veedores para avalar unas elecciones que tampoco contarán con participación de la oposición por considerarlas un fraude desde su convocatoria.
Ante el rechazo de decena de países, organizaciones y la propia población, el régimen apeló a supuestos veedores internacionales, todos de ideología socialista.
Los ojos de Cuba
En sustitución de la Unión Europea, Maduro invitó al Foro de São Paulo, fundado en 1990 por el Partido de los Trabajadores de Brasil junto con el Partido Comunista de Cuba, con el objetivo de “debatir sobre el escenario internacional”.
“Nuestra revolución es una revolución democrática, popular, participativa, protagónica y nuestro método es el método del voto, que el pueblo decida (…) Así que estamos en esa batalla y sé que el Foro de São Paulo nos acompaña, los esperamos aquí en Venezuela, vengan”, dijo Maduro a mediados de octubre.
Maduro no ocultó la parcialidad de este grupo, sin importar el papel de arbitro que se exige para los veedores en cualquier parte del mundo.
“El Foro de São Paulo es la trinchera más segura que tiene la izquierda y el progresismo mundial para luchar por los grandes cambios”, aseveró.
En su página web, el grupo de izquierda promueve las elecciones de la misma manera que lo hace Maduro: mostrando los comicios como un proceso “soberano”.
El equipo de Vladimir Putin
Rusia también enviará una comisión para “supervisar” la jornada. Sin embargo, la objetividad de este grupo queda en entredicho, teniendo en cuenta la estrecha relación entre el chavismo y Vladimir Putin.
“Rusia enviará un grupo de observadores para supervisar las elecciones y estoy seguro de que habrá observadores de otros países también”, declaró el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
A juicio de Lavrov, la participación de sus observadores internacionales permitirá “presentar una imagen objetiva” de la situación política en Venezuela.
El funcionario agregó que Maduro, apoyado por Moscú, promovió de una forma “activa y abierta” la idea de un diálogo nacional durante la preparación de los comicios, indicó EFE.
No quedó allí, también exhortó a otros países a aceptar los “resultados objetivos” de las elecciones.
Los supuestos 300 observadores
Según el régimen, los comicios contarán con 300 observadores internacionales, en un intento por sumar algo de legitimidad.
“Nosotros mantenemos la buena costumbre de invitar (…) ya han confirmado su presencia en Venezuela, más de 300 observadores internacionales”, aseguró Maduro.
Supuestamente, los observadores provienen de los más importantes institutos de desarrollo de técnica electoral de América Latina y el Caribe. “Vienen observadores internacionales de Europa, Asia, África, América Latina, el Caribe y de Estados Unidos, inclusive”.
Los abusos del régimen
El Consejo Nacional Electoral fue elegido por el Tribunal Supremo chavista, pasando por encima de los procesos establecidos en la Constitución, que establecen que es la Asamblea Nacional el órgano facultado para elegir a los rectores electorales.
El hecho se suma a las amenazas y persecución del régimen para que la población vote por ellos, sometidos por el hambre y la necesidad.
El régimen acostumbra a activar su operativo de “casa por casa” para llevar a los electores hasta la urnas. “La Fuerza Armada Nacional Bolivariana va a proteger al votante desde la puerta de su casa hasta el centro de votación, y del centro de votación hasta su casa”, afirmó Maduro en meses previos.
Por su lado, Diosdado Cabello ya amenazó a quienes no voten por el régimen. “El que no vota, no come”, dijo durante un mitin chavista.
El rechazo internacional
El Grupo Internacional de Contacto, Grupo de Lima, Estados Unidos, Reino Unido y la Organización de Estados Americanos (OEA) se han opuesto a las elecciones del domingo 6 de diciembre.
Una resolución de la OEA estableció que la mayoría de los países miembros no reconocerán fraude electoral alguno cometido por Nicolás Maduro.
Allí se aclara que no habrá reconocimiento internacional y que el organismo solo reconocerá a la actual legítima Asamblea Nacional de Venezuela, hasta que haya elecciones verdaderamente libres.
“Los miembros del ICG (Grupo de Contacto Internacional) concluyeron que, por el momento, no se cumplen las condiciones para un proceso electoral transparente, inclusivo, libre y justo”, afirmó el grupo conformado por países europeos y sudamericanos.
Estados Unidos también ha sido claro ante el fraude que planea el chavismo. “No existe ninguna de las condiciones básicas para unas elecciones libres”, dijo Elliott Abrams, enviado especial de Estados Unidos para Venezuela e Irán.
Añadió que en el país “no existe libertad de prensa, ni máquinas de votación confiables, continúa la represión e intimidación por parte de la policía y grupos afines a Maduro”.
La abstención de Guaidó
Tanto confía Maduro en sus elecciones amañadas que afirmó que renunciaría si la oposición gana la mayoría en la Asamblea Nacional.
“Al pueblo se lo digo, dejo mi destino en sus manos. Si vuelve a ganar la oposición, yo me voy de la presidencia. Si la oposición gana las elecciones, yo no me quedo más aquí. Dejo mi destino en manos de Venezuela”, dijo.
Maduro lo dijo con marcada ironía y confiado en el resultado, ya que la mayor parte de la oposición venezolana se negó a participar en los comicios por considerarlos fraudulentos.
La coalición de partidos que se negó a formar parte de esta farsa electoral está conformada por los cuatro con mayor representación en la Asamblea, bautizado como Grupo de los 4 (G-4). Se trata de Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Acción Democrática y Voluntad Popular.
En este sentido, otro abuso del chavismo ocurrió cuando el Tribunal Supremo decidió asignar las tarjetas electorales de estos partidos a políticos disidentes. Es decir, se apropió de sus símbolos para simular que en efecto están participando y se los entregó a aliados de Maduro.
Por ejemplo, atribuyó las tarjetas de Primero Justicia y Voluntad Popular a la directiva de la Asamblea Nacional «elegida» en el incidente del 5 de enero, cuando militares chavista impidieron a Juan Guaidó y diputados de oposición, entrar a la sede del parlamento mientras se elegía una nueva directiva.
A la par, la oposición que lidera Juan Guaidó realiza una consulta pública del 5 al 12 de diciembre para rechazar las elecciones del régimen y para consultar a la población sobre mecanismos de presión hacia la dictadura.
Opositores cómplices
A la decisión del TSJ de maquillar la participación del G4, se suma que algunos políticos “opositores” han llamado a votar, como si el proceso del 6D cumpliera con las garantías necesarias.
“Veamos este proceso electoral como la oportunidad de reencontrarnos y buscar nuevamente el camino de reinstitucionalizar la democracia en el país”, dijo Juan Carlos Alvarado, el secretario nacional de Copei, un partido supuestamente de oposición.
Veamos este proceso electoral como la oportunidad de reencontrarnos y buscar nuevamente el camino de reinstitucionalizar la democracia en el país, la #AN y los poderes que desde allí nosotros logramos elegir y tener al servicio del pueblo venezolano ¡Vamos todos a votar el #6D ! pic.twitter.com/oDNxgBGiMY
— Juan Carlos Alvarado (@JCAlvaradoVzla) October 28, 2020
Otro que declaró a favor de las elecciones de Maduro fue Javier Bertucci, presidente del partido Esperanza por el Cambio y quien se prestó para la elección presidencial amañada de 2018, en la que Maduro se reeligió “compitiendo” contra los supuestos opositores, Henri Falcón y Javier Bertucci.
“Debemos dejar de escuchar esos malos rumores, que vienen desde aquellos sectores extremistas, y salir a votar, ya que es la única vía”, dijo.
Maduro se ha valido de sus tretas, con observadores parcializados y candidatos supuestamente opositores para recuperar el control de la Asamblea y buscar relegitimarse.
Sobre esto, Maduro dijo que los opositores estaban participando y se jactó de los números de inscripción. “Les puedo decir que de esos 14400 candidatos, 13000 son opositores y de los 107 partidos políticos, 95 son opositores; y el mundo debe saberlo”, expresó.