La comunidad habita en la Sierra de Perijá, un territorio dividido entre Colombia y Venezuela. Ansiado por la dictadura, grupos paramilitares, el cultivo y la ganadería. Esto los ha llevado a ser sometidos y arrinconados por la violencia, la crisis y el hambre.
La historia es compleja para esta cultura, que ha visto con sus propios ojos la destrucción de sus tierras y de su gente, enferma y desnutrida por la falta de derechos fundamentales.
Esa misma hambre los llevó en días recientes a viajar por horas hasta la capital venezolana y exigir a la dictadura de Maduro el reconocimiento de sus derechos.
Alrededor de 300 indígenas llegaron en horas de la madrugada, solo habían comido yuca sancochada, cambur (banana), ocumo y papas; muchos dijeron no tener implementos de aseo personal, reseñó el portal venezolano Efecto Cocuyo. Sin embargo, el grupo no pudo ni acercarse a Miraflores.
Fueron los caciques lo que lograron reunirse con Delcy Rodríguez. Se fueron con la promesa de que sus peticiones serían atendidas en una semana.
#Ahora en horas de las tarde un grupo de indígenas de la etnia Yukpa, luego de un largo viaje, llegan a Caracas y piden hablar con Nicolás Maduro.
Los derechos de los indígenas se han visto profundamente vulnerados y es cada vez más común verlos en Caracas pidiendo ayuda. pic.twitter.com/EMpVbOSAzZ
— Rosalí Hernández M. (@rohernandezm_) November 19, 2020
#Atención Protesta de indígenas yukpa cerca del palacio presidencial de Miraflores. Llegaron hoy a Caracas para reclamar a @NicolasMaduro por precaria situación en #Zulia. Son reprimidos por PNB en Puente Llaguno. Se reporta una persona “herida de flecha”. Foto @RobertLobo_ pic.twitter.com/VITf3eaBwa
— Lisseth Boon (@boonbar) November 19, 2020
Olvidados y enfermos
Culturalmente son nómadas, cazadores y siembran su propio alimento. Pero desde hace años ya pasaban hambre.
Un reportaje elaborado por Infobae en el año 2018 relata que alrededor de 500 yukpas se vieron obligados a viajar hasta Colombia en busca de arroz. Tres días de viaje en caminatas, buses y hasta burros. También buscaban asistencia médica para sus embarazadas y para los niños que padecían sarampión o cualquier otra afección.
Entonces se radicaron en los departamentos colombianos de Norte de Santander, Cesar y La Guajira. Sin embargo, se encontraron con territorios dominados por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que los usaban para el contrabando y narcotráfico.
Para empeorar el escenario, la policía fronteriza los tilda de contrabandistas, porque algunos son reclutados por las redes criminales y otros cargan bolsas con comida.
Sin nacionalidad
La Sierra de Perijá es un territorio compartido entre Venezuela y Colombia, pero los yukpas no tienen nacionalidad de ninguno de los dos países. Sus miembros nunca fueron anotados en ningún registro y tampoco tienen documentos, por lo que son considerados apátridas.
En mayo de ese mismo año, unos 250 indígenas se encontraban en el refugio en el barrio Nuevo Escobar de Cúcuta, cuando un grupo armado entró, golpeándolos y queriendo llevarse a varios jóvenes.
Un mes después decidieron regresar a Venezuela. “Allá estábamos pasando penurias, no había alimentos, teníamos hambre”, contó a Infobae Brinolfo Romero, un indígena yukpa.
“Hay que entender que en la cosmovisión del pueblo Yukpa toda la Serranía del Perijá, donde habitan, es un solo territorio; ellos no distinguen fronteras entre Colombia y Venezuela. Por eso piden ser considerados como un pueblo binacional”, explicaba a Infobae Óscar Montero, coordinador del enlace de Derechos Humanos de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
La comunidad no ha logrado su estatus de binacional, para que esto ocurra debe haber un acuerdo entre los gobiernos de Venezuela y Colombia, un acuerdo que parece difícil de lograr por las diferencias entre ambas administraciones.
Sin tierras
Para los yukpas, la pérdida de tierras ha sido un problema de décadas. La colonización, la siembre de marihuana, los grupos paramilitares y la ganadería han ido ocupándolas hasta dejarlos acorralados.
Las reivindicaciones de los indígenas en tierras ganaderas del estado Zulia fueron lideradas por el cacique Sabino Romero Izarra, pero el 4 de marzo de 2013 fue asesinado por Ángel Bracho, alias “Manguera”, un guardaespaldas de un terrateniente de la Sierra de Perijá, reseña El Diario.
Otra tragedia ya había ocurrido en el año 2008, el padre del cacique Sabino Romero, José Manuel Romero, fue brutalmente golpeado por el personal de la Asociación de Ganaderos de Machiques (Gadema). Días después falleció.
Ese incidente llegó a oídos de Hugo Chávez que prometió villas y castillos para los indígenas, como toda promesa del chavismo, el resultado fue aún peor.
“Ahora aquí hay una revolución. Todos a apoyar a los indios. Y hay una comisión de demarcación que tiene una deuda pendiente. Si Hugo Chávez tiene una finca allí y hay una tierra india, bueno, está expropiado, eso es de los indios. ¡Justicia para los indios!”, dijo el fallecido Hugo Chávez .
Los yukpa creyeron en Chávez, como muchos venezolanos en ese momento, pero finalmente el gobierno violentó costumbres organizativas indígenas, reseña el medio.
“En ese momento, Tareck El Aissami era ministro de Interior y Justicia, y junto a Nicia Maldonado, ministra de Asuntos Indígenas, intentaron introducir, a la fuerza, el concepto de Consejos Comunales en las comunidades yukpa”, declaró Germán Pirela, antropólogo de la Universidad del Zulia.
Para el año 2010, la comunidad indígena protestaba frente al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en Caracas para que el gobierno se acatara a la Constitución, respetando los sistemas de justicia establecidos en el pueblo indígena.
Acorralados por el conflicto
Al hambre y las injusticias se suman más problemas al otro lado de la Sierra de Perijá. A finales de los años ochenta, el frente 41 de las FARC ocupó gran parte de la serranía, así como el ELN con el frente Camilo Torres, ambos grupos paramilitares colombianos.
A finales de los años noventa llegaron los paramilitares al mando de Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, comandante del bloque Norte. Las consecuencias fueron el desplazamiento, el asesinato y la desaparición de varios yukpas.
Además, las tierras tomadas para el cultivo y fumigadas constantemente han ocasionado problemas genéticos. Muchos niños nacen con enfermedades y malformaciones como labio leporino, indica el portal Mongabay.
“Cada 15 días nos bañaban con ese químico que dañaba nuestra tierra para cultivar y nuestra salud. Hay una gran cantidad de niños con labio leporino y paladar hendido como consecuencia de las fumigaciones”, dijo José Manuel García, del resguardo Iroka, territorio de mayor población dentro del pueblo Yukpa.
El aislamiento de los yukpas por todos estos factores los ha llevado a confinarse en lo alto de las montañas, con escaso acceso a agua, salud y alimentos, quedando en el olvido por la ambición de los gobiernos y la dictadura venezolana hasta el punto de su casi extinción.