Joe Biden quiere volver al Acuerdo de París. El virtual ganador de la elección presidencial, según la proyección de los medios, promete revertir la decisión del presidente Donald Trump, que retiró a Estados Unidos del pacto climático que busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El republicano argumenta que se puede salvar el planeta sin someterse a un tratado que perjudica la economía y la generación de empleos en la Unión Americana. ¿Reducir la contaminación o reducir el desempleo?, esa es el gran dilema en tiempos de pandemia.
El demócrata ha dicho en reiteradas oportunidades que ingresar de nuevo al acuerdo sería una de sus prioridades. Lo dijo durante el primer debate presidencial contra Donald Trump, al tiempo que defendió un plan nacional interno de energía limpia.
Este plan, llamado Green New Deal, es un conjunto de propuestas de Biden que prevé una inversión pública de 1,7 billones de dólares durante los próximos 10 años, a los que se sumarán más de 3,3 billones de dólares provenientes de empresas privadas y otros estamentos públicos, señala Ámbito.
Sin embargo, Biden parece olvidar las prioridades como el apoyo a los empleos y a la economía del país, afectado por el COVID-19.
Acuerdo de París a medias
El Acuerdo de París fue firmado en 2016 por 194 países, que se comprometieron a mantener el calentamiento global por debajo de 2 grados celsius.
Pero a pesar de los bombos y platillos, la mayoría de los países no alcanzarán los objetivos para el año 2030, informó National Geographic. Es decir, no es un acuerdo fructífero que garantizará su verdadero cumplimiento.
“Los países necesitan duplicar y triplicar sus compromisos de reducción 2030 para alinearse con el objetivo de París”, señaló Sir Robert Watson, expresidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático.
Mientras esto pasa, China —catalogado como el país que más emite gases de efecto invernadero— es la nación que más incumple el tratado. El régimen comunista se ha comprometido por varios años a reducir sus emisiones, pero ha hecho lo contrario.
En enero de esta año se dio a conocer que la nación asiática planea construir 22 nuevas centrales termoeléctricas de carbón, una de las fuentes de energía más dañinas. Al año, estas centrales emitirían casi la misma cantidad de dióxido de carbono que todos los coches vendidos cada año en Estados Unidos, señala ABC.
Resultados sin el pacto
La política ambiental que planea iniciar Biden se basa entonces en un tratado que no es tomado en serio por sus propios integrantes. Algo que el presidente Donald Trump preveía.
En el año 2017 el presidente de Estados Unidos decidió salir del acuerdo para buscar uno más justo, ya que se trataría de un pacto liderado por China para perjudicar a las manufacturas estadounidenses.
A pesar de la decisión de retiro del pacto, EE.UU. fue en 2019 el país que logró el mayor descenso en las emisiones de CO2, según informó la Agencia Internacional de Energía (AIE). Ese mismo año, la Unión Americana también registró la cifra de desempleo más baja de la historia. Esto demostró que es posible cuidar el planeta sin el sacrificio económico de estar atado al Acuerdo de Paris.
“Una reducción de 15 % en el uso del carbón para la generación de energía fue la base de la disminución de las emisiones totales de los EE. UU. En 2019”, continuó la AIE. Para esto fue fundamental la reducción del precio del gas, 45 % más bajo que los niveles de 2018. Como resultado, el gas aumentó su participación en la generación de electricidad a un máximo histórico del 37 %.
“Habríamos puesto a nuestros mineros de carbón fuera de sus puestos de trabajo bajo el acuerdo de París y paralizado nuestra industria de petróleo y gas de 1 billón de dólares mientras China e India seguían contaminando y riendo de nosotros a nuestras espaldas”, se lee en un artículo de Washington Examiner escrito por el especialista en economía, Stephen Moore.
Gastos millonarios
En sus planes climáticos de campaña, Biden prometió destinar 500 000 millones de dólares por año del gobierno federal para “conducir hacia vehículos 100 por ciento de energía limpia y cero emisiones”, reseña Washington Examiner.
También se comprometió a expandir aún más las adquisiciones federales en 400 000 millones de dólares adicionales durante cuatro años. El objetivo sería comprar tecnologías como baterías y vehículos eléctricos “que ayudarán a posicionar a Estados Unidos como el líder mundial en energía limpia”.
Además de eso, podría exigir a las agencias federales que compren cada vez más acciones de electricidad renovable.
Todo esto significarán millones de dólares para el país que en el corto plazo precisará la mayor cantidad de recursos posibles a propósito de la pandemia.
Recientemente, el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington actualizó su modelo de predicción y proyecta ahora 471 000 muertes por coronavirus para el 1 de marzo de 2021, frente a menos de 440 000 en su pronóstico anterior, indicó Reuters.
Centrarse en las prioridades
Si bien Biden —de concretarse su victoria— podría solicitar fondos del Departamento de Estado para cumplir una parte de la promesa, de 3 000 millones de dólares, no todo pinta tan fácil.
Alice Hill, investigadora principal de energía y medio ambiente en el Consejo de Relaciones Exteriores, explica que cumplir con el compromiso total requeriría obtener una asignación a través de un Congreso donde los legisladores se centran en las prioridades nacionales, como el apoyo al trabajo y el alivio por el COVID-19, señala Infobae.
Además, el Senado con mayoría republicana considerará con vehemencia si el uso de fondos públicos realmente es necesario para este tema. Como punto adicional, cualquier norma que su eventual administración imponga podría impugnarse en la Corte Suprema, donde los conservadores son mayoría.