El ingenio de la dictadura venezolana para eludir las sanciones no tiene fronteras. Esta vez el régimen estaría aplicando tácticas iraníes para exportar petróleo en barcos «fantasma». Se trata de embarcaciones con nombres e identificaciones falsas para vender el crudo a clientes dudosos no identificados. Para lograr su cometido, también apagan los dispositivos de localización de los barcos.
Las nuevas tretas del régimen apuntan a continuar la exportación petrolera a pesar de las sanciones impuestas por Estados Unidos en 2019, que buscan ahogar económicamente a Maduro.
Un reportaje de Reuters señala cómo la dictadura de Nicolás Maduro está imitando tácticas desarrolladas por Teherán, incluyendo cambiar los nombres y los países donde se registran los barcos, apagar sus dispositivos de localización y utilizar compañías de maletín para adquirir y operar los petroleros, entre muchos otros engaños.
El texto menciona a un tanquero llamado ‘Otoman’, que en agosto atracó en la terminal petrolera de Jose, en la costa oriental de Venezuela, para cargar 1,82 millones de barriles de crudo pesado.
Sin embargo, en las bases de datos marítimas del mundo no hay ninguna embarcación con ese nombre, indica la investigación.
Además, el identificador único correspondía a otro tanquero llamado ‘Rubyni’, que quedó fuera de servicio hace dos años y el cual llevaron a Bangladesh para desarmarlo.
Según un funcionario iraní que declaró a Reuters, se trata de una cortina de humo para que las exportaciones de petróleo puedan seguir andando.
Clientes turbios
La compañía petrolera rusa Rosneft dejó de operar en Venezuela en marzo. Vendió todos sus activos al Gobierno de Rusia y cortó los negocios de exportación con PDVSA.
La decisión se tomó luego de que Estados Unidos incluyese a dos filiales de la petrolera rusa en su lista negra financiera, acusándolas de vender crudo venezolano, acción prohibida según las sanciones, reseña El País.
Luego de este duro golpe, Maduro recurrió a Irán. El régimen de Teherán lo habría instruido en técnicas para eludir las sanciones.
A partir de estas nuevas tácticas, Venezuela adquirió nuevos clientes que en septiembre impulsaron las exportaciones a 700 000 barriles diarios, según el reportaje de Reuters.
Sin embargo, la procedencia de esos clientes parece distar mucho de la legalidad. De los 21 nuevos clientes de PDVSA, identificados en los documentos internos de la petrolera estatal, ninguno tiene antecedentes en comercio de petróleo.
El texto añade que la mayoría parece tener sede en Rusia, pero no posee direcciones completas en las bases de datos de la estatal petrolera.
En total, recibieron 25 millones de barriles entre abril y octubre que se traducen en unos 544 millones de dólares.
Otros tres nuevos compradores figuraban con sedes en Hong Kong. Sin embargo, esas supuestas empresas no eran conocidas en el país.
Viejos colegas
No es de extrañar esta nueva relación comercial con Rusia basada en engaños que el régimen aprendió de Irán.
A lo largo de dos décadas, Putin ha mostrado gran interés por el petróleo y oro venezolano con reservas consideradas como las más grandes del mundo.
En 2018 Maduro y Putin acordaron una inversión rusa de 4 500 millones de euros en la explotación de reservas de crudo en Venezuela y de 1 000 millones en la extracción de oro, señala ABC.
Para inicios de año se calculaba que Rusia había financiado al régimen chavista con 15 000 millones en préstamos. En 2017, las partes acordaron reestructurar una deuda restante de 3 000 millones.
Inversor ruso y socia venezolana
Volviendo al buque ‘Otoman’, cabe destacar que fue fletado con una empresa con sede en Rusia llamada Wanneng Munay, según los registros de PDVSA.
La empresa posee como dirección el Consulado General de España en Moscú y tiene un sitio web que está «en construcción».
Este sitio, y el de otros 14 nuevos compradores de petróleo venezolano, los registró en junio una empresa llamada OGX Trading, en Moscú, dirigida por un emprendedor de nombre Sergei Basov.
Reuters reveló que Basov tiene intereses de negocios comunes con una ciudadana venezolana, Betsy Desirée Mata Pereda, quien maneja al menos dos de las firmas de Basov y es accionista de una firma en Turquía, Mulberry Proje Yatirim SA, que formó parte del programa de alimentos subsidiados CLAP lanzado por Maduro en 2016.
El círculo parece cerrarse con la red de corrupción que ha venido construyendo la dictadura venezolana. Por lo pronto, la nueva estrategia del régimen se ha convertido en el salvavidas de Maduro para mantener a flote su bolsillo y la golpeada economía venezolana.