EspañolTodo debe llegar a su fin. Afortunadamente eso incluye la desastrosa gestión del gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla.
En una conferencia de prensa ofrecida este lunes, García anunció su decisión de no buscar la reelección como candidato del Partido Popular Democrático (PPD). Su plan es dedicarse lo que le queda del período a encontrar una solución a la crisis fiscal, económica y política que enfrenta el territorio.
Era una jugada predecible. El apoyo al gobernador ha flaqueado a medida que los problemas de la isla empeoraron. A finales de noviembre, Reuters informó que el rechazo entre los alcaldes del PPD ha comenzado menguar. Para ser realista, cualquier gobernador con una crisis de esta magnitud y que fracase en solucionar los problemas, enfrentaría reclamos de un cambio. El caso de García no es diferente.
¿Qué es lo que sigue? El exsecretario de Estado David Bernier es visto como el candidato del PPD con mayores probabilidades de reemplazar a García, aunque algún contendiente inesperado podría surgir de las filas de legisladores del partido. Del otro lado, el Partido Nuevo Progresistas (PNP) está liderado por Pedro Pierluisi, comisionado residente de Puerto Rico en el Congreso de los Estados Unidos.
Pierluisi, quien ostenta el segundo cargo con más poder político del territorio, ya anunció su participación en las próximas elecciones a gobernador. Sus discursos ante el Congreso han estado plagados de frases hechas, casi como si estuviesen listos para ser recortados y transmitidos por radio y tv. Está en una posición clara para convertirse en el candidato del PNP.
De esta manera, Pierluisi probablemente será el próximo gobernador de Puerto Rico. En otras palabras, los partidos de gobernadores poco populares siempre pierden durante las crisis políticas, económicas o fiscales, especialmente en lugares donde los partidos están tan equilibrados, como es el caso de Puerto Rico. ¿Podemos culpar a los puertorriqueños de querer echar a los responsables de los problemas?
¿Es importante el próximo partido que llegue al poder? La crisis fiscal con la que lidia la isla podría alterarse dramáticamente entre hoy y la fecha en la que asuma el nuevo gobernador. Sin embargo, la crisis económica no terminará, y el mismo diagnostico aplica a la crisis política.
Pierluisi ha dejado claro que, de ser electo gobernador, convocará un referendo sobre la estadidad, una medida necesaria si el territorio quiere convertirse en el estado 51 del país. Una de las cosas que un nuevo gobernador podrá solucionar es la crisis política. Buscar una solución a la crisis hará ostensiblemente mejor la vida en isla.
Puerto Rico ha permanecido políticamente estancada, arruinada por décadas de políticas federales industriales que fracasaron. Su economía ha sido destruida mediante la selección a dedo de ganadores y perdedores, subsidiando compañías para que inviertan en el territorio, que luego se desvanecieron.
El Congreso ha utilizado a Puerto Rico como un instrumento para brindar beneficios a industrias privilegiadas, desde los productores de azúcar hasta destiladores de ron. Todo esto es consecuencia de que la isla no tiene Gobierno estatal, y es controlada como si fuese un feudo del Congreso de Estados Unidos, como la relación entre los estados y los municipios. Las partes más débiles no tienen facultades designadas por la Constitución para llevar adelante sus propias políticas. El estatus de estado cambia la situación.
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El actual estatus político es insostenible, y su amenazante presencia es tóxica para el desarrollo de la política en la isla. Con los partidos alineados según el estatus político, poca es la competencia entre partidos sobre políticas públicas. Esto nos ha dejado un legado de impuestos irrisorios, pesadas regulaciones, una fuerza laboral masiva y transferencias fiscales insostenibles hacia las municipalidades.
La estadidad le permitiría a los partidos enfocarse en los asuntos que realmente preocupan a los votantes más allá del estatus político, especialmente las desatendidas reformas estructurales que necesita la frondosa burocracia del territorio.
Cualquiera que sea el resultado de la crisis fiscal que Puerto Rico enfrenta, las crisis política y económica persistirán. El gobernador entrante debe enfocarse en resolver temas de largo plazo como la excesiva regulación y los constantes altos costos para hacer negocios. Sin embargo, dar los primeros pasos hacia resolver de una vez por todas la cuestión del estatus político del territorio puede ser la acción más valiosa que pueda tomar un gobernador para favorecer la economía de la isla en el largo plazo.
A las empresas les importa la certidumbre política, y eliminar ese riesgo colaboraría en el intento de revivirla la dañada economía. El próximo gobernador, Pierluisi o quien sea, estará dedicado a administrar un territorio cuya historia parece cíclica.
Pero ya sea que esté resolviendo la crisis económica, fiscal o política, o simplemente avanzando contra las tres, algo debe hacerse para resolver la economía puertorriqueña. Y esa responsabilidad recae en el gobernador, punto final.